domingo, 29 de noviembre de 2020

De esquinas y columnas. Quinta parte

     Desde que comenzaron estos paseos hemos revisado ya buena parte de la zona sur de lo que un día se denominó la "Medina", o zona noble de la ciudad. La muralla que transcurría por lo que ahora es la calle San Fernando la separaba de la "Axerquía", zona de arrabales al este de la primera y que la superaba en extensión. Por ella pasearemos hoy, concretamente por la parte que correspondería a la antigua collación de San Nicolás de la Axerquía, en busca de más columnas. Comenzaremos el paseo en la calle Maese Luis, entrando desde San Fernando, y aquí vamos a encontrar las tres primeras.


Localización de las columnas sobre el plano.



1, 2 y 3. MAESE LUIS
     Como hemos dicho, entraremos en Maese Luis desde San Fernando. Justo a la mitad de la calle, a la izquierda, se abre la calle Pedro Rey, en cuyas dos esquinas veremos sendas columnas. La primera de ellas (Fotografías 1 y 3) se encuentra en la parcela ocupada por la casa número 11, y justo en la esquina contigua, perteneciente al número 13, veremos la segunda (Fotografías 2 y 3). Aunque la primera está cubierta por el enlucido de la fachada, aparenta ser igual que la segunda, que está a la vista.






     Continuamos por Maese Luis hasta el final de la misma. De nuevo a la izquierda, pero esta vez haciendo esquina con la calle Sánchez de Feria, podremos observar la tercera columna (Fotografías 4 y 5) en la casa que corresponde al número 23. Como ocurre con la primera que vimos más atrás, el enlucido y la pintura no dejan ver si realmente se trata de una columna, por lo que quizás habría que dejarlas ambas en el "cajón de las posibles".





4. ARMAS
     Desde el final de la calle Maese Luis giramos ahora a la derecha para entrar en la calle Armas, en la que, según Ramírez de Arellano, "se elaboraban no sólo navajas, cuchillos y puñales de muy buen temple, sino espadas, alabardas, lanzas y arcabuces a la altura de los mejores de su tiempo". Al final de la misma, en la esquina de la casa que corresponde al número 20 de esta calle, veremos otra columna más (Fotografías 6 y 7).





5, 6, 7 y 8. PLAZA DEL POTRO
     Si giramos a la derecha desde este punto nos hallaremos ya en la calle San Francisco, y a la izquierda nos vamos a encontrar con la casa que corresponde al número 1 de la Plaza del Potro. Se trata del edificio del Museo de Bellas Artes de Córdoba, sede a su vez del Museo Julio Romero de Torres, y que antiguamente fue el Hospital de la Caridad. En la esquina veremos la siguiente columna (Fotografías 8 y 9).





     Entramos en la plaza para ver otra más en el edificio que corresponde a los números 13 y 14 de la misma, en la esquina que forma con la calle Romero Barros (Fotografías 10 y 11).





     Atravesamos ahora la plaza dejando atrás la fuente y la Posada del Potro, establecimiento que, además de dedicarse a dar descanso a los viajeros, también fue prostíbulo y casa de vecinos. Y al final de la misma, a la derecha, tenemos otras dos columnas (Fotografías 12, 13 y 14), que se encuentran en las dos esquinas que tiene la casa número 6 de esta plaza.






9. LINEROS
     Salimos de la Plaza del potro y giramos ahora hacia la izquierda, encontrándonos en la calle Lineros, llamada así por los comerciantes de lino que se concentraban en esta zona. En la casa número 23, haciendo esquina con la calle Gragea, podemos observar otra columna más (Fotografías 15 y 16).





10. GRAGEA
     Según Ramírez de Arellano el nombre de esta calle se debe a un personaje de apellido "Grajera" que vivió allí. Hacia la mitad de la misma, en la esquina de la casa número 9, vemos una nueva columna (Fotografías 17 y 18). Esta calle no tiene salida, así es que damos la vuelta y volvemos a la calle Lineros.





11. LINEROS
     De nuevo en Lineros continuamos hasta llegar a la entrada de la calle Candelaria. En la esquina de la casa número 29, justo entre el retablo de San Rafael y la placa que explica la construcción del mismo, encontraremos otra columna más (Fotografías 19 y 20).





12. CONSOLACIÓN
     Seguimos andando por la calle Lineros hasta el final. A la derecha, entramos en la calle Consolación para ver una nueva columna. La encontraremos a la izquierda, en la esquina que pertenece a la casa número 15 de esta calle (Fotografías 21 y 22).





13. BADANAS
     Vamos ahora a la derecha hacia la calle Badanas, nombre que hace referencia a las pieles curtidas que se trabajaban en esta zona. En el número 26, en la parte trasera de lo que un día fue la iglesia de San Nicolás de la Ajerquía, contemplaremos la última columna de hoy (Fotografías 23 y 24).





     En el mismo edificio de lo que fue la iglesia, hay dos esquinas redondeadas que no vamos a incluir aquí por ser excesivamente dudosas (Fotografías 25 y 26). Terminamos por hoy el paseo en la ribera, donde podemos sentarnos tranquilamente a tomar un aperitivo en cualquier terraza de las muchas que hay.




Rafael Expósito Ruiz.





Fotografías realizadas por el autor.

martes, 24 de noviembre de 2020

El verdadero origen de la Piedra Escrita

     Al final de la calle Moriscos, en la esquina que forma con la calle Cárcamo, hay una fuente de estilo barroco conocida como "de la Piedra Escrita". De su frontis que imita un retablo, o de los dos caños de agua que salen por las bocas de sendos leones, poco o nada se puede añadir que no se haya dicho o escrito con anterioridad. Hay un detalle que siempre se repite, que es la razón por la que estoy escribiendo esta entrada, y es el hecho de que se desconoce el origen exacto de tal denominación, y si realmente se refiere a la fuente o, como yo creo, al sitio en que se encuentra, sitio que tomó el nombre de una piedra en concreto. Así es que voy a intentar arrojar algo de luz sobre este tema.


IMAGEN n.º 1.



     Según Cordobapedia, existen dos versiones sobre el origen del nombre de la fuente, una atribuida a la inscripción que recuerda su construcción y otra que obedece a la existencia de una piedra de origen romano bajo el arco. Como tratamos con asuntos de bastante antigüedad no hay más remedio que acudir a los "clásicos". Sin duda alguna, para conocer cómo era nuestra ciudad en otros tiempos, la primera opción es acudir a Teodomiro Ramírez de Arellano y sus Paseos por Córdoba, fuente por excelencia de la que beben muchos estudiosos en estas materias. En ella escribe lo siguiente:

     "El final de dicha calle (se refiere a la Calle Dormitorio de San Agustín, actualmente Obispo López Criado), en su confluencia con las de Cárcamo, Moriscos y Costanillas, es conocido por la Piedra escrita, por una inscripcion romana, ya borrada, que hay en el frente que forma el arco, bajo el cual hay una fuente con el pilar de mármol azul y dos leones del blanco, por cuyas bocas sale el agua: esta es de la llamada de la Fuensantilla, que nace detras del pilar de este nombre en el campo, al final del barrio de las Ollerias. En la parte alta tiene una inscripcion en una losa blanca, por la cual consta que fué hecha en 1721, siendo Corregidor de Córdoba D. Juan de Vera y Zúñiga. Antes estuvo la inscripcion en el pedestal de una gran cruz que habia en este sitio."


IMAGEN n.º 2. Placa conmemorativa de la construcción de la fuente.



     Ramírez de Arellano distingue claramente entre dos inscripciones: la romana ya borrada, y la que habla de la construcción de la fuente en 1721, aunque se decanta por la primera como causa del origen de la denominación "piedra escrita". Pero vayamos unos años hacia atrás para encontrar la segunda de las versiones que nos ofrece Cordobapedia. En 1856, Luis María Ramírez de las Casas-Deza apunta lo siguiente en su obra Indicador Cordobés, al enumerar las treinta fuentes con que cuenta Córdoba:

     "10 La Piedra-escrita. Llámase asi de la inscripcion que hay sobre ella, de la que consta que la mandó construir en 1721 el corregidor D. Juan de Vera y Zuñiga. El agua sale por la boca de dos leones."

IMAGEN n.º 3. Fuente de la Piedra Escrita. Auguste Léon, 1914.
MUSÉE DEPARTEMENTAL ALBERT KAHN.



     Hasta ahora no tenemos gran cosa, tan solo las afirmaciones de dos autores cuya validez se apoyaría únicamente en el hecho de que nos fiásemos de su palabra, pues no aportan ningún dato concluyente para poder decantarnos en uno u otro sentido. Dichos autores, aunque cercanos en el tiempo entre sí, están separados en más de un siglo de la construcción de la fuente y, por lo tanto, no hablan sobre el tema de primera mano sino por lo que han leído o escuchado con anterioridad. Es por esto que será necesario retroceder bastantes años más para encontrar alguna pista.


     Seguimos hacia atrás en el tiempo hasta llegar a 1811. De este año data el llamado Plano de los Franceses, primer plano conocido de Córdoba y realizado por el ingeniero de minas Barón de Karvinski y el ingeniero de puentes y calzadas Joaquín Rillo. Aunque con bastantes errores en su trazado, debido al procedimiento usado en su elaboración, nos proporciona importantes datos sobre la denominación de las calles y plazas de la época. Y en este plano nos encontramos con que la mayor parte del trazado de la actual Calle Moriscos, la que va desde la confluencia de las cuatro calles a que nos referíamos más arriba hasta el cruce con las actuales calles Valencia y Aceituno, es denominado como Calle de la Piedra Escrita. Este dato no nos saca aún de la duda sobre origen real de esta denominación, así que nos vamos ahora hasta el año 1772 para encontrar una nueva descripción, esta vez de la mano de Bartolomé Sánchez de Feria e incluida en su Palestra Sagrada:

     "La Iglesia de San Andres es también de Romanos, Templo muy principal, y asi lo dan à entender los fragmentos descubiertos en su reedificacion en este siglo: hallaronse alli dos Estatuas Consulares, y varios trozos de colunnas Romanas con una inscripcion à Tito Nerio, y no lexos de alli està la que llaman Piedra Escrita, que es una gran vasa de estatua."

IMAGEN n.º 4. Calle de la Piedra Escrita en el Plano de los Franceses.




     Aquí encontramos ya un dato interesante. Aunque Sánchez de Feria no se prodiga en la descripción, sí nos dice que se trata de una basa de estatua grande refiriéndose a una piedra, sin mencionar en ningún momento ni la fuente ni la placa que hay sobre ella. Una vasa, basa o bassa, que de diferentes formas lo podemos ver escrito en las obras de siglos pasados, es un pedestal o peana cuya función es sostener una estatua. Su forma suele ser poliédrica, aunque también las hay de forma cilíndrica, y en Córdoba tenemos dos claros ejemplos como son la que está empotrada en la fachada principal de la iglesia de San Nicolás de la Villa  y la que se halla en la esquina que forman las calles Encarnación y Rey Heredia.


     Pero retrocedamos hasta 1761, año en el que Francisco Ruano publicó Historia General de Córdoba. En esta obra vamos a ver la descripción más amplia hasta ahora de lo que yo opino que es el origen de la denominación "Piedra Escrita":

     "La piedra, que llaman Escrita, colocada en una esquina entre la Parrochial de Santa Marina, i el Convento de S. Agustin, es una grandiosa Bassa de Estatua de jaspe encarnado, de siete quartas de alto, media vara, i seis dedos de ancho, y de gruesso media vara. Toda persevera picada por la frente, donde estaba escrita, con una gruessa canal por el lado siniestro. Pero no podemos dudar por su grandeza, i forma, que fue Dedicacion de Estatua à Emperador Romano, aunque no nos conste su nombre: porque en todo es semejantisima à las Bassas de los Emperadores Constantino el menor, i Constancio el Ariano."

     En esta descripción nos encontramos varios elementos a tener en cuenta. Por un lado está el hecho de que, ya en el tiempo en que Ruano escribe su obra, la inscripción de la piedra está borrada, y podría ser que su existencia o no se deba solo a una interpretación personal del autor, basada en que la piedra es igual a otras dedicaciones imperiales que ha podido ver y en las que constaba el nombre del emperador a quien iban destinadas. Pero lo que sí parece tener claro es que se trata de una basa de estatua, pues como otros personajes de su época, lleva tiempo estudiando este tipo de antigüedades. Está además el hecho de que sitúa la piedra en una esquina y nos proporciona las tres magnitudes de la misma, cosa que sería imposible si, como afirmaría más tarde Ramírez de Arellano, la piedra estuviera incrustada en la pared bajo el arco de la fuente, mostrando por lo tanto únicamente una de sus caras.


IMAGEN n.º 5. Postal con la imagen de la fuente.
FO/D 0024-008, 
ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.



     Retrocedamos ahora algunos años más, justo al año en que se construyó la fuente que pugna por ser el origen de la denominación "piedra escrita". En el ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA permanecen custodiados varios expedientes que he tenido la ocasión de consultar hace tan solo unos días. En el primero de ellos, en uno de los documentos que lo integran, se lee lo siguiente:
 
     "Cabildo del 7 de Feb. de 1721.
El sr. D. Antonio de Cardenas dice que reconociendo la gran falta de agua que tiene la ciudad y viendo lo abundante que es el remanente de la alcubilla de la Fuensanta vieja, pone en noticia de su señoría la ciudad que haciendo falta como hace una fuente en la Piedra escrita y á muy poca costa introducir dos o tres pajas de agua de dicho manantial en la atarjea de sus sudaderos para que de agua en la indicada fuente. La ciudad lo tomó en consideracion, acordando se lleven á efecto".

     En un segundo expediente se desglosan los gastos derivados de la construcción de una fuente y las cañerías correspondientes en la Piedra Escrita, y está fechado e 31 de Octubre de 1721.

     Y volviendo aún más atrás, hay en el ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÓRDOBA varios documentos que demuestran , si el anterior no lo había hecho ya, que la zona conocida como de la "piedra escrita" no debe su nombre a la fuente de la que venimos hablando, pues dicha zona, y en concreto la calle que en la actualidad conocemos como Moriscos, ya se llamaba así al menos 250 años antes de que la fuente existiera. Son documentos que hablan de transacciones efectuadas en la calle Piedra Escrita o cerca de ella. Del primero he encontrado referencia en una obra publicada en 2005 por Pilar Ostos Salcedo, y trata de la venta en 1471 de unas casas en la collación de Santa Marina, en la calle de la Piedra Escrita, por parte de Juan Romero al calderero Andrés Pérez (A.H.P.C., pergaminos, carp. 21, doc. 9). Un segundo documento, bajo la signatura CAR3,7, es una carta de posesión que Pedro de Ávila hace de unas casas en la collación de Santa Marina, cerca de la Piedra Escrita, y fechada el 20 de Agosto de 1472.


IMAGEN n.º 6. Fuente de la Piedra Escrita. Colección Luque Escribano.
FO/A 0194-003/F3, 
ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.



     El dilema entre la placa colocada sobre la fuente y la piedra con una inscripción ya borrada está ya resuelto. Obviamente ya existía una calle llamada Piedra Escrita antes de que la fuente se colocara allí, pero quedarían todavía dos cuestiones por resolver. La primera es si realmente esa piedra era una basa de estatua. De creer las palabras de Bartolomé Sánchez de Feria y de Francisco Ruano habría que decir que sí; este último la vio y la reconoció como tal, y se tomó la molestia de medirla. La segunda cuestión tiene que ver tanto con la ubicación original como con el paradero actual de la piedra. Según Ruano estaba en la esquina, hecho que le permitió medir el ancho, el largo y el alto de la misma, y sin embargo Ramírez de Arellano dice: "una inscripcion romana, ya borrada, que hay en el frente que forma el arco, bajo el cual hay una fuente". A primera vista se referiría al vano o espacio libre entre el arco y la fuente, pero podría referirse a todo el frente de la fachada donde está colocada esta obra, por lo que si la piedra estaba en la esquina, una de sus caras daría a ese frente. Pero, ¿Dónde está hoy?

     Llegados a este punto voy a dejar volar un poco la imaginación, y para ello tomaré como referencia las fotografías antiguas y actuales de la fuente y las palabras de Francisco Ruano. Apoyado contra la pared y adosado a la fuente existe un pequeño monolito de piedra, que en su parte inferior toma la forma de la curvatura de la misma, cuya finalidad desconozco, aunque me inclino a pensar que pudo servir de apoyo a los cántaros recién llenados de agua. En las imágenes más antiguas se puede ver tras él la fachada más o menos bien enlucida con el zócalo más oscuro. Y en una de estas imágenes, la número 6 en concreto, se puede apreciar una anomalía en la esquina que me hace recordar a Ruano cuando afirma: "con una gruessa canal por el lado siniestro" (Imágenes n.º 7, 8 y 9).


   IMAGEN n.º 7.                                                                 IMAGEN n.º 8.



     ¿Se trata solo de una esquina de piedra o podría ser que la basa de estatua que mencionaron Sánchez de Feria y Ruano siempre haya estado ahí oculta bajo el enlucido y que la podamos ver ahora que se encuentra parcialmente destrozada? Por imaginar que no quede.


IMAGEN n.º 9.



Rafael Expósito Ruiz.





DOCUMENTACION
- Posesión de unas casas en la collación de Santa Marína cerca de la Piedra Escrita, de un pedazo de viña en el pago del Granadal y de una heredad con casa bodega y viña en el pago del Campo de Abajo, más alla del pueblo de Villar. 20-08-1472. CAR 3/7. ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE CÓRDOBA.
Fuentes y Cañerías. Manantiales de la Fuensanta Vieja. Antecedentes históricos relativos al agua de la Fuensanta y Piedra Escrita desde 1471 a 1842. 1842. SF/C 00275-015. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Fuentes y cañerías. Arroyo de la Fuensanta.. cuenta de los gastos ocasionados en la obra de la cañería y fuente que se ha hecho en la plaza de la Piedra Escrita. 1721. SF/C 00275-016. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Historia General de Córdoba. Francisco Ruano, 1761.
- Palestra Sagrada, ò Memorial de Santos de Córdoba. Bartolomé Sánchez de Feria, 1772.
- Indicador Cordobés ó sea manual histórico-topografico de la ciudad de Córdoba. Luis María Ramírez de las Casas Deza, 1856.
- Paseos por Córdoba. Teodomiro Ramírez de Arellano, 1873.
- Notariado, documentos notariales y Pedro González de Hoces, Veinticuatro de Córdoba. Pilar Ostos Salcedo, 2005.

FOTOGRAFÍAS
Realizadas con poca o ninguna gracia por el autor (no soy fotógrafo y se nota), excepto las que están debidamente acreditadas en sus respectivos pies de foto.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

La calleja del Mal Fraile

      Hubo un tiempo en que no existía internet. Sí, ya sé que es difícil de creer pero es cierto. Ni Google, ni Wikipedia ni móviles 5G. La información que tan al alcance de la mano tenemos hoy en día, a veces creo que demasiada, no era tan accesible al común de los mortales, y la única red social de la época era el boca a boca. De esa manera las noticias y sucesos del día a día iban pasando oralmente de unos a otros, de generación en generación,  adornándose a cada paso que daban con añadidos que eran fruto de la imaginación de las gentes que los trasmitían, y poco a poco fueron formando parte de la tradición de las ciudades. Son historias que deambulan entre la realidad y la fantasía, al fin y al cabo una leyenda no es sino un hecho histórico con adornos.
     Como muestra de la gran cantidad de este tipo de historias que engrosan el folclore cordobés me gustaría compartir un suceso que desconocía y que recientemente he descubierto, como no, escudriñando en internet.


Fachada del antiguo Hospital de la Lámpara,
a mediados del siglo XX.
ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.



     Hace algunos siglos vivió en nuestra ciudad un militar catalán llamado  Don Pedro Ferragut. Estaba casado con una dama cordobesa con la que tuvo varios hijos, y todos ellos habitaban en una calleja aledaña al Hospital de la Lámpara, en una casa que hacía esquina. Ya en edad avanzada, Don Pedro enviudó tras una grave enfermedad de su mujer, quedándose sólo al cuidado y educación de sus hijos. El menor de ellos, llamado Antonio, era lo que hoy en día conocemos por un "nini" (ni estudia ni trabaja), holgazán, mal hablado y lleno de vicios que su padre no supo o no pudo frenar. Pero no era tonto el muchacho y, para no perder el dinero que su padre le daba a modo de paga, decidió adoptar el papel de hijo bueno y sumiso. Al menos durante el día, ya que por las noches se escapaba descolgándose con una cuerda por una de las ventanas de la casa. En la calleja lo esperaban sus amigotes, balas perdidas igual que él, con los que se dedicaba a visitar toda clase de tabernas y garitos, teniendo especial aprecio por las casas de juego, donde en poco tiempo comenzó a acumular deudas que no era capaz de saldar.


Situación de la calleja y el Hospital en el plano de Casañal de 1884.


     Asustado ante la posibilidad de que en su casa se enterasen de cuanto dinero llevaba perdido en el juego, no se le ocurrió otra cosa que "tomar prestados" los ahorros de su padre con la idea de reponerlos más tarde, una vez que se hubiese recuperado de sus trampas. Con esa determinación se fue a jugar y, aunque al principio le sonrió la suerte, acabó perdiéndolo todo a manos de un tal don Lope de Figueroa. Angustiado por este revés comenzó a deambular por las calles con la idea de suicidarse, pero llegando al barrio de San Andrés vio cómo don Lope se dirigía de vuelta a su domicilio y decidió seguirlo. A la altura de un puentecillo en la calle de los Álamos lo asaltó y de una puñalada acabó con su vida. Tras robarle todo lo que éste le había ganado en el juego, abandonó el cuerpo en el arroyo al que había caído y, cerciorándose de que nadie lo hubiera visto, se marchó a la casa de su padre, donde lo primero que hizo fue devolver a su sitio el dinero que se había llevado.


Calles Álamos y Arroyo de San Andrés en el plano de 1884.



     La ansiedad y la culpa por lo que acababa de hacer no lo dejaron pegar ojo en toda la noche ni en las siguientes, y poco a poco fue encerrándose en sí mismo. Ya no salía por las noches, y durante el día parecía más un alma en pena que otra cosa, apenas hablaba y siempre estaba triste. Pero el tiempo pasó  y, como las autoridades no habían sido capaces de esclarecer el crimen, Antonio pensó que estaba a salvo y comenzó a recobrar el ánimo. Desde su ventana en la calleja, en la casa de enfrente, veía a una muchacha a la que intentaba engatusar con sus bromas, pero ésta no le hacía el más mínimo caso. Pronto se aburrió y dejó de intentar cortejarla y como también estaba cansado de que su padre estuviera todo el día tras él intentando que encontrase un trabajo honrado, decidió meterse a fraile en el Convento de San Francisco.


Arco de entrada a la Iglesia de San Francisco.
ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.




     Todo parecía ya olvidado pero no para dos primos de Lope de Figueroa que, en un intento de esclarecer su asesinato, comenzaron a indagar hasta que se enteraron de la partida en la que Antonio Ferragut había perdido tanto dinero a manos de su pariente e, interrogando a personas que eran habituales en la casa de juegos donde se había celebrado, llegaron a la conclusión de que había sido él quién acabó con la vida de su primo para robarle. Antonio, mientras tanto, no se había olvidado de su vecina, y convenció al muchacho que trabajaba en la huerta del convento para que le llevase en secreto una carta a ésta declarándole su amor y prometiéndole abandonar los hábitos para casarse con ella. El muchacho,  que no era demasiado espabilado, cogió la carta y se la enseñó a su madre, que daba la casualidad de que servía en la casa de los primos de Figueroa. Cuando éstos se enteraron hicieron que el joven le llevase al fraile una carta que ellos mismos escribieron haciéndose pasar por la vecina, y aunque la oferta de matrimonio no era aceptada por "ella", sí le hacía entrever que había esperanzas. Tras intercambiar varias cartas Antonio recibió una en la que se le decía que fuese a verla de noche y que le echaría una cuerda por la ventana para que él pudiese entrar en la casa.
 
     Esa misma noche, el fraile enamorado saltó desde la huerta del convento a una casa deshabitada de la calle Armas y desde allí se dirigió a la calleja donde su amada supuestamente le esperaba. Pero los primos del muerto, con un poder adquisitivo capaz de hacer que el padre de la vecina, al que alojaron en otro lugar junto a su hija, les dejase la casa vacía, eran los que en realidad lo estaban esperando. Cuando llegó bajo la ventana le echaron la cuerda y éste subió rápidamente, pero cuando ya estaba arriba lo sujetaron y le taparon la boca para que no gritase, y con la misma cuerda con la que había subido lo ahorcaron apretándola contra su garganta, mientras uno de ellos decía: "Así muere el miserable asesino de don Lope, ladrón, traidor y cobarde." Después lo dejaron colgado en la fachada a la vista de todo el mundo, con un letrero en el pecho en el que se leía: ¡Por asesino y ladrón, para escarmiento de infames!".


Calle Armas. La línea de fachadas del lado izquierdo
se correspondería con la parte trasera
del Convento de San Francisco. 
FOTOTECA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO.



     A la mañana siguiente, al escuchar Pedro Ferragut los gritos de aquellos que habían descubierto el cadáver, acudió para toparse con la visión de su hijo colgado. La impresión por el hallazgo y la pena hicieron que el militar acabase muriendo al poco tiempo, no sin antes haber dejado escrito en su testamento que se colocase en aquel sitio un cuadro con la imagen de San Antonio y un farol que lo alumbrase. Desde entonces la gente comenzó a llamar a esta calleja como la del Mal Fraile.

     En la actualidad apenas queda rastro de los lugares en que se desarrollaron los acontecimientos. El trazado de la calle Álamos es prácticamente el mismo aunque su nombre ha cambiado por el de Enrique Redel y el puentecillo que salvaba el arroyo de San Andrés hace tiempo que desapareció; del convento de San Francisco tan sólo queda hoy la Iglesia y parte del claustro, reconvertido en plaza en 1982; de la Ermita del Amparo, donde se ubicaba el Hospital de la Lámpara, únicamente podemos contemplar a día de hoy su fachada, espadaña incluida, y un azulejo que recuerda su función como hospital; el cuadro de San Antonio y el farol fueron retirados en el siglo XIX, cuando por mandato de las autoridades se eliminaron de las calles imágenes y cruces; y finalmente, la calleja del Mal Fraile, aquella donde vivieron Antonio Ferragut y su vecina, y donde el primero encontró la muerte, desapareció a mediados del siglo XX y está en la actualidad sepultada bajo un edificio de viviendas que corresponde a los números 5 y 7 de la calle Amparo.



Trazado aproximado de la calleja sobre el plano del Catastro.


Rafael Expósito Ruiz.



DOCUMENTACIÓN
- Romances histórico-tradicionales de Córdoba. TEODOMIRO RAMÍREZ DE ARELLANO.

sábado, 7 de noviembre de 2020

De esquinas y columnas. Cuarta parte


     Comentaba en el primer paseo de esta serie que la moda de colocar columnas en las esquinas de casas particulares y edificios pertenecía a siglos anteriores, refiriéndome a siglos como el XVII y XVIII en los que muchas casas señoriales se decoraron con ellas. Pero también se ha hecho en los años 50 y 60 del pasado siglo, dado el interés de la Alcaldía de adornar ciertos rincones de Córdoba, como he podido comprobar durante la realización de estos paseos. 
     Acabamos el tercer paseo en la calle Torrijos y desde aquí vamos a comenzar el cuarto. Hasta ahora todos han girado en torno a plazas de nuestra ciudad, debido al trazado urbano que caracteriza a la zona más antigua, y en esta ocasión visitaremos las de La Concha, Abades y Alhóndiga y sus calles aledañas. Comenzamos pues, bajando por la calle Torrijos en dirección al río.


Localización de las columnas sobre el plano.



1 y 2. TORRIJOS.
     Al llegar al final de la calle vamos a encontrar dos columnas. La primera se encuentra en la esquina que forma esta calle con la de Amador de los Ríos, en el edificio que ocupa el Palacio Episcopal (Fotografías 1 y 2). Se trata de un fragmento de columna y no está propiamente incrustada en la esquina, puesto que su base está anclada al acerado y retirada por tanto de ella, pero al encontrarse volcada hacia la fachada en su parte superior ha acabado empotrada en la misma. La segunda columna la encontramos en la parte trasera del edificio que corresponde al número 1 de la calle Cardenal Herrero. Sí, se trata de la Mezquita-Catedral de Córdoba, y se halla en la esquina que forman las calles Torrijos y Corregidor Luis de la Cerda (Fotografías 3 y 4), si tomamos como tal la esquina real del edificio, obviando el andén o lonja que lo rodea.


                Fotografía n.º 1.                                                                  Fotografía n.º 2.


           Fotografía n.º 3.                                                                  Fotografía n.º 4.



3. CORREGIDOR LUIS DE LA CERDA.
     Desde este punto entramos en la calle Corregidor Luis de la Cerda. En la casa número 83 de la misma, haciendo esquina con la Plaza Canónigo Torres Molina, podremos ver la tercera columna de hoy (Fotografías 4 y 5). El edificio en que se halla se corresponde con el Hotel Hacienda Posada de Vallina.


                Fotografía nº 4.                                                                  Fotografía nº 5.



4. PLAZA DE LA ALHÓNDIGA.
     Continuamos por la calle Cardenal González y llegamos a la Plaza de la Alhóndiga que se encuentra a la derecha. Dentro de la plaza, en la esquina trasera de la casa que se corresponde con el número 57 de Cardenal González, observaremos un capitel empotrado en un hueco de la misma (Fotografías 5 y 6). Ignoro si bajo el mismo existe alguna columna oculta tras la obra o el capitel es simplemente un adorno para coronar la parte redondeada de la esquina.


                Fotografía n.º 5.                                                                  Fotografía n.º 6.



5. CARDENAL GONZÁLEZ
     Rodeamos esta casa y volvemos a salir a la Calle Cardenal González para girar después a la derecha. En esta calle, en la esquina que forma con la calle Alfayatas, podemos ver la siguiente columna (Fotografías 7 y 8). Se encuentra en la casa número 44, ocupada por la cafetería Maddow Coffee Shop.


           Fotografía n.º 7.                                                               Fotografía n.º 8.



6 y 7. CARA.
     Volvemos a entrar en  la Plaza de la Alhóndiga y avanzamos hasta desembocar en la calle Cara. En la esquina trasera del la casa número 5 de esta calle veremos una primera columna (Fotografías 9 y 10) y una segunda en la esquina que forma parte de la fachada principal de dicha casa (Fotografías 11 y 12). Giramos ahora a la izquierda y salimos de nuevo a Cardenal González para atravesar después la Calle Horno de Porras.


                                            Fotografía n.º 9.                                                                  Fotografía n.º 10.

           Fotografía n.º 11.                                                              Fotografía n.º 12.



8. BADANILLAS.
     Desde Horno de Porras accedemos a la Calle Caldereros y giramos a la izquierda. Al final de la calle y haciendo esquina con la Calle Badanillas nos topamos con la séptima columna de este paseo (Fotografías 13 y 14). Se encuentra en la casa número 1 y al igual que hemos visto en otras ocasiones se encuentra cubierta por el enlucido y la pintura, costumbre absurda a mi parecer pues si en realidad es de una antigüedad digna de ser considerada como parte de nuestra historia debería poder ser contemplada por todos.


               Fotografía n.º 13.                                                                 Fotografía n.º 14.



9. MARTÍNEZ RUCKER.
     Atravesando la Calle Badanillas desembocaremos en la Calle Zapatería Vieja y desde ésta llegamos a la Plaza Abades. Tomamos entonces dirección a la Calle Martínez Rucker para toparnos con una columna más (Fotografías 15 y 16). Se encuentra en una esquina que forma la fachada principal de la casa número 15.


          Fotografía n.º 15.                                                              Fotografía n.º 16.



10 y 11. PEDRO JIMÉNEZ.
     Desde este punto nos dirigimos ahora hacia la Plaza de la Concha que se abre a la derecha y en la que vamos a encontrar una de las calles más conocidas de Córdoba, donde contemplaremos las dos últimas columnas de hoy. Su nombre oficial es Pedro Jiménez pero es de todos conocida como la Calleja del Pañuelo. En una esquina de la casa número 3, justo donde comienza el estrechamiento que hace famosa a esta calle, vemos la primera columna (Fotografías 17 y 18), y dentro de la diminuta plaza en que acaba la calle está la última columna de este paseo (Fotografías 19 y 20). Se encuentra en un rincón perteneciente a la parte trasera de la casa solariega de los Concha, ubicada en el número 1 de la plaza de su mismo apellido.
     Aún quedan muchas columnas que descubrir y muchos paseos para hacerlo, por lo que pronto volveremos con más.


                                          Fotografía n.º 17.                                                                 Fotografía n.º 18.

          Fotografía n.º 19.                                                              Fotografía n.º 20.



Rafael Expósito Ruiz.





Fotografías realizadas por el autor.