sábado, 24 de septiembre de 2022

LA BASA DE ESTATUA DE LA CALLE REY HEREDIA

     Supongo que esta entrada también la podría haber titulado "La basa de estatua de la calle Encarnación", puesto que se encuentra en la esquina que forman las dos calles y, por lo tanto, a ambas pertenece. Pero como normalmente es desde Rey Heredia desde donde suelo divisarla he decidido decantarme por ella.

IMAGEN 1.
     Concretamente está situada en la esquina del convento de la Encarnación, cuyas fachadas recaen en ambas calles. Al contrario que otras basas de estatua de forma cúbica que podemos ver en nuestra ciudad, como la que está empotrada en la fachada principal de San Nicolás de la Villa, ésta es de forma cilíndrica y podría llevarnos a pensar que se trata de una simple columna, al igual que tantas otras que decoran las esquinas de decenas de casas en nuestro casco histórico pero, a diferencia de éstas, se trata de una pieza pensada para sostener sobre ella una estatua y no el techo o el arco de ninguna construcción, amén de que al contrario que muchas de ellas no se colocó en el lugar que se encuentra en los años 50 del siglo XX para crear rincones fotografiables por los turistas, y lleva allí viendo pasar a foráneos y autóctonos más de cuatro siglos. En la parte superior de la misma, y a pesar de los rigores del tiempo y de los vehículos que en ocasiones llegan a rozarla, aún se lee a la perfección la dedicatoria que colonos y habitantes de Córdoba hicieran al edil Tito Mercelon:

T. MERCELLONI. PERSINO
MARIO. AEDIL. II. VIR
COLONI. ET. INCOLAE


IMAGEN 2.
     Existen bastantes obras dedicadas a la historia de Córdoba que mencionan esta pieza arqueológica, aunque casi siempre muy de pasada y normalmente para enumerarla como una más de las huellas que los romanos dejaron tras su estancia en nuestra tierra. Una de estas obras es "Las Antigüedades de las Ciudades de España" del historiador y cronista Ambrosio de Morales, publicada en 1575 y en la que podemos leer lo siguiente: «Por las mismas razones de las letras Romanas muy perfectas, y de la brevedad, tengo por de la ciudad antigua otra basa de estatua muy hermosa de marmol azul, que se hallo con parte de la estatua en casa de don Fernando de la Cerda, y esta agora en casa del canonigo Mohedano. Y dize...» 

IMAGEN 3.
     También Pedro Díaz de Ribas la menciona en 1627 en su obra "De las Antigüedades y Excelencias de Córdoba": «En la esquina del convento de las monjas de la Encarnacion, en frente de las casas de Don Damian de Armenta». Díaz de Ribas la sitúa en la esquina del convento, lugar donde hoy sigue, y sin embargo Ambrosio de Morales habla de la casa del canónigo Mohedano. Éste no sería otro que el canónigo Juan Mohedano, cuya casa lindaba con el convento en esas fechas, aunque no he llegado a averiguar si la basa estuvo primero en un sitio y luego en el otro o sí el convento en sus sucesivas ampliaciones se anexó la casa, por lo que en ambos casos se estaría hablando del mismo lugar. Por lo que respecta a las casas de Damián de Armenta, se trata de la casa señorial que hay justo frente a la salida de la calle Encarnación a Rey Heredia, antiguo palacio del duque de Medina Sidonia que fue adquirido más tarde por la familia de los Armentas.

IMAGEN 4.
     Otra mención a la basa la encontramos en 1760 en "Historia General de Córdoba", obra de Francisco Ruano, quien la describe así: «En las casas de los Marquéses de la Vega se halló en los tiempos de Morales una hermosa Columna de marmol cardeno con parte de la Estatua. Persevera hoi en la esquina del Monasterio de la Encarnacion, i tiene de alto siete quartas, i de gruesso mas de tres, dedicada à la memoria de TITO MARCELLON PERSINO MARIO, Edil, i Consul de Cordoba, puesta por los Colonos, i habitadores...» Aquí la disparidad se encuentra no en el sitio en el que se halla la basa sino en el lugar en que fue hallada, aunque no es tal ya que el Fernando de la Cerda que menciona Ambrosio de Morales en 1575 como dueño de la casa donde se encontró era el V Señor de la Vega de Armijo, cuyo señorío pasó a marquesado en 1679, y por lo tanto ambas casas son la misma.

     Luis Maraver y Alfaro habla sobre esta basa en su obra "Historia de Córdoba" en 1863 de la siguiente manera: «Sosteniendo la esquina de la pared oriental de la iglesia del monasterio de la Encarnacion, que es de religiosas cistercienses, hay un grueso mármol negro que fué hallado en los tiempos de Ambrosio de Morales en las casas de los Señores Marqueses de la Vega de Armijo, cuya basa tiene cerca de dos varas de alta por tres cuartas de gruesa...»

IMAGEN 5.
     Más autores han hablado sobre ella en obras posteriores, pero sería tedioso e innecesario mencionarlos a todos ya que básicamente la información que aportan es siempre la misma. Sin embargo, no quisiera terminar esta entrada sin releer de nuevo la socorrida "Paseos por Córdoba" de Teodomiro Ramírez de Arellano, y no por lo que escribiera en su día sobre la basa, que viene a ser lo mismo que otros habían escrito, sino porque nos da la situación de la casa donde ésta fue encontrada: «Pasada dicha calle nos encontramos con la plazuela del Vizconde de Miranda; aún existen allí cuatro casas principales: la de los Ríos, hoy del Barón de San Calixto; la del Marqués de la Vega de Armijo, en la actualidad de los Sres. Enríquez... Contigua á la casa del Vizconde, y formando rincón, está otra, un tiempo principal de los Marqueses de Vega Armijo, de quienes a principio del presente siglo la adquirieron los Sres. Enríquez; en algunos padrones antiguos vemos esta plazuela con el título del Marqués». 

     Ignoro en qué estado estaría la parte de la estatua de Tito Mercelon que se halló, porque ninguno de los autores antes mencionados nos habla sobre su suerte, y si se encontrará expuesta en el Museo Arqueológico o guardada en sus almacenes, o si por el contrario fue usada como relleno en cualquier edificación o construcción nueva como tantas otras veces se ha hecho por desgracia en nuestra ciudad. El caso es que ya no descansa sobre su basa y en su lugar lo hace un capitel que nunca fue creado para estar allí.


Rafael Expósito Ruiz.


DOCUMENTACIÓN
- Las obras mencionadas en esta entrada

IMÁGENES
- Fotografías 1 y 3: Archivo Municipal de Córdoba.
- Fotografías 2, 4 y 5: Tomadas por el autor.

viernes, 9 de septiembre de 2022

HUERTO DE SAN ANDRÉS: un asesinato en el prostíbulo


      Apenas eran las cinco de la mañana del 7 de octubre de 1889 cuando Josefa Martínez Luque escuchó cómo golpeaban repetidamente la puerta del prostíbulo que regentaba en la calle Huerto de San Andrés. Como los golpes se repetían con insistencia, esta vez en la ventana de la habitación en la que Josefa descansaba, decidió salir para ver quien la importunaba a esas horas. Al abrir la puerta descubrió que el causante del escándalo no era otro que José Lozano León. El hombre, de 27 años y fundidor de oficio, mantenía una relación desde hacía algún tiempo con la encargada de la casa "non sancta".


IMAGEN 1.
     Estando ambos junto a la cancela, y sin mediar palabra, José se abalanzó sobre la mujer y le asestó cuatro puñaladas que acabaron con sendas heridas en el vientre, el costado izquierdo, un muslo y un brazo. Acto seguido, el agresor huyó tan rápidamente como había cometido el asalto, mientras Josefa gritaba pidiendo auxilio. El resto de las mujeres que habitaban en el lupanar acudieron al escuchar los gritos y encontraron a la desdichada madame en el suelo y casi sin vida, por lo que decidieron salir a la calle para encontrar a quien pudiera socorrerlas. Acudieron varios agentes de la autoridad, así como los médicos Juan Dávila y Manuel Monroy que le practicaron los primeros auxilios a Josefa. También acudió al lugar de los hechos el coadjutor de la parroquia de San Andrés para administrarle la extremaunción. Una hora más tarde se constituyó el juzgado, con el médico forense Manuel Merino, y dieron comienzo las diligencias del sumario.

     Ese mismo día, sobre las ocho de la noche, un inspector y dos agentes del Cuerpo de Vigilancia se presentaron en una choza situada en un terreno cercano al molino de Lope García. Las primeras investigaciones les habían llevado a pensar que allí podría estar escondido José y efectivamente, tras inspeccionar la choza, lo encontraron agazapado bajo una cama. Tras obligarlo a salir de su escondite le incautaron la navaja con la que había cometido la agresión y éste accedió a entregarse pacíficamente siempre y cuando le permitieran comer algo antes.


IMAGEN  2.
     En un momento dado, y aprovechando que la situación era más relajada, José consiguió alcanzar la puerta de la choza y comenzó a huir campo a través, disparando tres veces contra los agentes que le perseguían con una pistola que, al parecer, había escapado al registro en el que apareció la navaja. Desgraciadamente, y aunque peinaron todo el terreno circundante, no consiguieron dar con el fugitivo que se perdió en la noche. Cuando el hecho llegó a oídos del gobernador, éste dio orden de telegrafiar a los gobernadores de las provincias limítrofes por si el fugado conseguía traspasar los límites de Córdoba, además de mandar a algunas fuerzas de la Guardia Civil en su persecución. A las dos de la madrugada, ya del día siguiente, Josefa falleció debido a la gravedad de las heridas, tres de las cuales habían resultado mortales.

     Poco más de una semana después, y mientras José seguía sin aparecer, el inspector del Cuerpo de Vigilancia que había permitido la fuga, y que tan sólo llevaba dos meses en el cargo, fue suspendido de empleo y sueldo durante ocho días. Ninguna noticia en la prensa de la época da idea de cual fue el final de José Lozano ni los motivos que lo llevaron a cometer el horrible crimen, ni siquiera si acabó desapareciendo para siempre o terminó pagando por sus actos.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica
- B.O.P. Históricos, Diputación de Córdoba

IMÁGENES
- Imagen 1: Imagen extraída de Internet.
- Imagen 2: B.O.P. del 2 de Noviembre de 1899.