miércoles, 21 de diciembre de 2022

LAS HIGUERAS DE LA TORRE DE LA MALMUERTA

      Leo en una página de internet dedicada al mundo de lo vegetal que la Ficus carica, la higuera para que todos nos entendamos, es un árbol muy resistente que llega a prosperar donde otros árboles no son capaces, y que puede crecer en suelos arenosos, pedregosos, entre rocas e incluso en paredes verticales. No debería entonces resultar demasiado extraño que una o varias de estas higueras se hayan establecido sobre la Torre de la Malmuerta, aunque sí el hecho de que sigan insistiendo a lo largo de los siglos prácticamente desde su construcción, como lo demuestran documentos escritos y gráficos.


IMAGEN 1. Torre de la Malmuerta en 1862, con la higuera entre sus sillares.



     La Torre de la Malmuerta, leyendas de maridos celosos aparte, fue construida durante los años 1406 a 1408 por orden de Enrique III, sobre una torre anterior de la que heredaría el nombre, y poco más de un siglo después ya se tiene constancia de la existencia de higueras entre sus piedras, como refiere Teodomiro Ramírez de Arellano en Paseos por Córdoba:

     «...varias reparaciones se han hecho en este edificio, entre cuyos sillares se ven unas higueras tan antiguas, que en 15 de Febrero de 1525, dispuso la Ciudad que se cortasen, por lo perjudiciales que podían ser á su fábrica.»

     Imagino que la autoridad competente se puso manos a la obra para solucionar el problema pero, en todo caso, en 1619 las higueras vuelven a hacer acto de presencia en la Malmuerta, según un documento en el que se enumeran las reparaciones que han de llevarse a cabo en la torre:

     «Así mismo se han de cortar las higueras que están por la parte de fuera de la dicha torre cortándola todo lo que se pudiere más adentro de la cantería y se barrenen las raíces que quedaren y se les eche salmuera para que se quemen y consuman y se rellenen de cal y arena todas las quiebras que hubiere causado las dichas higueras...»



IMAGEN 2. Dibujo de 1849-1851.
     A mediados del siglo XIX podemos ver ya la primera imagen de las higueras, en un dibujo aparecido en una publicación de 1849-51, lo que deja claro que, aunque se habían eliminado dos siglos antes, habían vuelto a aparecer y que probablemente habían estado entrando y saliendo de escena durante todo ese tiempo. En agosto de 1858, la prensa se hacía eco del problema a través del Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, decano de los periódicos cordobeses. Una petición aparecida en sus páginas del día 22 da cuenta de que las higueras no estaban dispuestas a abandonar el monumento del que habían tomado posesión desde el inicio, al menos una de ellas:

     «Reparad aquel arbusto que ha nacido sobre la hermosa torre de la Mal Muerta: es una higuera silvestre, sus robustas raíces han desencajado algunos sillares y concluirán por destruirla.»


IMAGEN 3. Acuarela realizada en 1862.
     Parece obvio que cualquier intento por deshacerse de las higueras resultaba ineficaz y en 1864 el asunto volvía a estar sobre la mesa, esta vez a raíz de la preocupación de la población cordobesa por el peligro que entrañaba el hecho de que la Torre de la Malmuerta venía siendo utilizada desde hacía un tiempo como depósito de pólvora, tanto por su cercanía a la zona habitada como por el mal estado de conservación de la torre.  En febrero de ese año el arquitecto provincial Pedro Nolasco Meléndez presentó un informe para declarar el estado ruinoso en que se hallaba, y en el mismo vuelven a aparecer nuestras protagonistas:

  «...y vencidos y descompuestos los sillares por las raíces de dos higueras corpulentas, que en vano se han procurado desarraigar...»


     La pólvora sería finalmente trasladada a la que había sido iglesia de San Jerónimo mientras se encontraba o construía una ubicación definitiva, y sin embargo la higuera aún continuaba campando por la torre,  quizás alentada por el hecho de que una de sus congéneres había tomado posesión de otro monumento cordobés, como aparece escrito en uno de los números del Diario de Córdoba de 1865:

     «En el Triunfo levantado a San Rafael al lado del Seminario conciliar se ven toda clase de plantas, que han ido colocando sus raíces entre las piedras que forman aquel monumento. Entre todas estas plantas, algunas de las cuales merecen los honores del cultivo, se distingue una higuera, que hace muchos años viene luciendo en la parte más elevada.»


IMAGEN 4. Torre e higuera en 1872.
     La situación con respecto a la higuera no había cambiado en absoluto en 1866, lo que llevó a la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos a remitir en el mes de abril una carta al Ayuntamiento de Córdoba:

     «Uno de los monumentos públicos que hay en esta Capital más digno de llamar la atención de esta Comisión, y cuya conservación le está más recomendada por la Real Academia de S. Fernando, es el fuerte, conocido con el nombre de la Torre de la Malmuerta.
     En él, y con notable perjuicio de su fábrica, ha crecido una higuera, que sería conveniente hacer desaparecer, sometiendo además sus raíces al contacto de algún agente destructor, a fin de evitar su reproducción.»


     Desde la Alcaldía se dio autorización a Antonio González Vega para que «se sirva disponer se lleve a efecto la corta de la higuera y extirpación de sus raíces utilizando los medios que sean eficaces y adecuados para conseguirlo». Tan solo una persona que responda a ese nombre aparece en la lista electoral de Córdoba de 1866, un platero que vivía en el número 11 de la calle Armas, aunque entiendo que debía de tener algún tipo de relación profesional con el Ayuntamiento cuando se le encarga no que corte la higuera sino que se encargue de que se haga. En cualquier caso, en julio de ese mismo año la higuera seguía en su sitio, y la Comisión de Monumentos envió una nueva notificación recordando que el «individuo del municipio» a quien se le había encomendado la tarea no la había cumplido todavía.


IMAGEN 5. Otra vista de 1872.
     El mes de septiembre trajo al consigo a la revolución conocida como "La Gloriosa" y, al igual que acabaría con la monarquía reinante, casi lo hace también con la higuera de la Malmuerta, pues entre las actuaciones urbanísticas que la Junta Revolucionaria establecida en Córdoba tras el levantamiento había acordado se encontraba el derribo de la torre. La Malmuerta se salvó finalmente de la quema y parece ser que la higuera también, ya que en enero de 1873 podemos leer dos noticias en el Diario de Córdoba acerca del persistente árbol:

     «Se ha llamado la atención de la junta de monumentos hácia el estado de la torre de la Malmuerta, construida por órden de Enrique III y que tiene junto á su almenado una tremenda higuera, cuyas raíces acabarán por destruirla.» (09 de enero de 1873)

     «La higuera nacida entre los sillares de la torre de la Malmuerta y cuya desaparicion hemos reclamado varias veces, fué objeto en tiempos pasados de determinaciones análogas á las que pedimos. En las actas capitulares consta que ya en el siglo XVI se habia acordado que se quitase de aquel sitio, donde continúa á despecho de los siglos y de los amantes de la conservacion de aquella torre.» (31 de enero de 1873).


IMAGEN 6. Fotografía fechada en torno a 1880-1890.


IMAGEN 7. Aspecto de la torre en 1896.


IMAGEN 8. La Malmuerta en 1914.
     Para finales del mismo año se anunciaba en el mismo periódico la propuesta de un concurso de poesía cuyo tema principal sería la famosa higuera. Realidad o inocentada, la noticia demuestra que nada había cambiado en la cima de la torre. La higuera fue desalojada nuevamente y no aparecen noticias sobre ella en la prensa de la época, aunque existen fotografías fechadas entre los años 1880 a 1914 que, si bien no muestran a la persistente higuera en toda su frondosidad, sí se observan en ellas unos curiosos "brotes verdes" en la misma zona de la torre en la que ésta venía apareciendo. En los años siguientes la Malmuerta aparece limpia de cualquier resto, tal vez aprovechando alguna de las restauraciones que se efectuaron en 1919 y 1926.

     Pero la higuera no se rinde fácilmente, y en los últimos años del siglo XX y primeros del  XXI podemos volver a verla brotando entre los sillares de la que desde hace varios siglos venía siendo su casa. En 2016 se intentó nuevamente su eliminación y se vertió sosa caustica sobre el árbol y sus raíces con el fin de eliminarlo definitivamente. Hasta el día de hoy la higuera no ha vuelto a aparecer en la Malmuerta pero, vista su fijación por este monumento, ¿Quién nos asegura que no permanece latente entre sus piedras esperando la ocasión oportuna para entrar de nuevo en escena?


IMÁGENES 9 y 10. Torre de la Malmuerta en 2010 y 2014 respectivamente.









Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Expediente relativo a las condiciones de reparación de la torre de la Malmuerta. 20/03/1619. SF/C 00007-019, AMCO.
- Expediente relativo a la declaración de estado ruinoso de la torre de la Malmuerta, por el arquitecto provincial. 04/02/1864. SF/C 00007-027, AMCO.
- Expediente relativo a cortar una higuera y extirpar sus raíces, que afecta al fuerte conocido por torre de la Malmuerta. 25/04/1866.  SF/C 00007-028, AMCO.
- La higuera invulnerable de la Torre de la Malmuerta. 11/10/2016. Luis Miranda, ABC de Córdoba.
- Paseos por Córdoba, Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imagen 1: Torre de la Malmuerta, Campo de la Merced. José García Córdoba, 1862.
- Imagen 2: Dibujo extraido de la obra Recuerdos de un viaje por España. Francisco de Paula Mellado, 1849
- Imagen 3: Acuarela de Ángel Avilés Merino.
- Imágenes 4 y 5: La Torre de Mala muerte. Jean Laurent, 1872.
- Imagen 6: Torre de la Malmuerta. Tomás Molina, circa 1880-1890.
- Imagen 7: Torre de la Mala Muerte. Rafael Garzón, 1896.
- Imagen 8: Fotografía de Auguste Léon, 1914.
- Imagen 9: I.E.S. Medina Azahara, 2000. AMCO.
- Imagen 10: Fotografía subida al grupo de Facebook CÓRDOBA EN EL ALMA por Teresa Cabezas.

lunes, 21 de noviembre de 2022

LA CALLE DE LA PIERNA Y LA PIERNA QUE LE DIO NOMBRE

     Existe en Córdoba una calle llamada La Pierna, una calleja sin salida que parte desde la calle Barroso, y que antiguamente era conocida por el curioso nombre de Pan y Conejo, nombre ridículo según Teodomiro Ramírez de Arellano y que, según él, seguramente era debido al apodo de alguno de sus vecinos. Pero no es de este calle de la que trata la entrada de hoy sino de la que anteriormente ostentó dicho apelativo y que en la actualidad responde al nombre de Barroso.


IMAGEN 1. Entrada a la calleja La Pierna desde la calle Barroso.



     La calle Barroso une la plaza de San Juan con la calle Ángel de Saavedra y actúa como límite entre los barrios de la Trinidad y Centro Comercial. Hasta finales del siglo XIX fue conocida como calle La Pierna, si no en su totalidad al menos sí desde Ángel de Saavedra hasta el ensanche que se encuentra hacia la mitad de su longitud y del que parte la calle Leiva Aguilar. Y, como pasa con toda calle con un nombre curioso en Córdoba, el origen de esta denominación viene respaldado por su correspondiente leyenda, aunque en este caso se trate no de una sino de dos y que Ramírez de Arellano cuenta de la siguiente manera:


IMAGEN 2.
     «Cuentan que en aquella casa vivía una joven, que no solamente pasaba el dia en la ventana, indagando la vida de sus vecinos, sino que muchas noches hacía lo mismo, acarreándose el odio de todos los que tal conducta sabían: una noche, puesta en su sitio de costumbre, vio venir de hacia la parroquia dos filas de luces alumbrando un féretro que ocupaba el centro; ya cerca, arrimóse á la reja uno de los acompañantes y le rogó le guardase el cirio que llevaba en la mano, para recogerlo al dia siguiente, por no serle posible seguir, á causa de encontrarse enfermo; accedió aquella á la petición, y después de tomar el cirio, su curiosidad le hizo preguntar el nombre del que llevaban á enterrar, oyendo con asombro que el desconocido pronunció el de ella, cuya sorpresa le hizo dar un grito y caer desmayada; cuando volvió en sí, aun apretaba en la mano la canilla de un muerto en que la vela se le había convertido: añaden, que no solo quedó curada de su mala costumbre, sino que se colocó la pierna en el sitio que aun la vemos, en memoria de este suceso.
 
     Otros, y estos no alcanzaron tanto crédito, inventaron que en esta casa vivió una señora en estremo bella, pero tan orgullosa y de mal carácter, que nadie podía sufrirla, llegando su desmedido amor propio á creerse la mas hermosa del mundo y á despreciar á cuantos no la adulaban; á tal estremo llegó su presunción, que teníase por superior á su padre, á quien maltrataba por su estremada pobreza: un dia se acercó éste á pedirla un socorro con que atender á sus necesidades; mas, en vez de obtenerlo, lo recibió aquella con multitud de injurias, á que el pobre anciano contestó dignamente, no creyendo que su hija cometiese la infame acción de arrojarlo á puntapiés de su casa, dando lugar á que la maldición paterna cayese sobre ella, hasta tal punto, que la pierna con que lo había ofendido, se le convirtió en piedra, muriendo entre los mas agudos dolores, castigo con que la Providencia le hizo comprender lo mucho que la había ultrajado.»

     Como de costumbre, la imaginación popular suele ser excesiva en estos casos y construye las leyendas con un uno por ciento de realidad y el noventa y nueve por ciento restante a base de adornos de lo más pintorescos. El uno por ciento de esta historia es que realmente, en la casa donde supuestamente habrían vivido la curiosa o la maltratadora, hubo colocada una pierna de piedra hasta hace relativamente poco tiempo. Se trataba de parte de una estatua hallada mientras se trabajaba en los cimientos de una casa de la calle Ángel de Saavedra y que el dueño de la número cuatro de la calle de la que trata esta entrada decidió colocar en la fachada de su vivienda. Desde entonces en adelante sería conocida como "de la Pierna", hasta que a finales de 1896 el Ayuntamiento de Córdoba decidió dedicársela a ex alcalde de Córdoba Rafael Barroso y Lora, que acababa de fallecer y que había nacido en una de las casas de dicha calle.


IMAGEN 3. Azulejo en la calle Barroso.



     Una descripción algo más detallada de esta pieza arqueológica que la que hace Ramírez de Arellano, que se limita a decir que es un resto de estatua de «piedra calisa colocada en un nicho», la encontramos de la mano de su hijo Rafael en su "Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba", de 1904:

     «Una pierna de mármol blanco con ropa que cae por detrás: fragmento de estatua de tamaño natural. Está empotrada en una esquina de la calle de Barroso, que hasta hace poco se llamó de la Pierna por este trozo escultural. Aunque está cubierta de cal de Morón y por lo tanto muy perdidas las líneas, parece de buena época y de buena mano».

     Años más tarde la pieza fue regalada al Museo Arqueológico Provincial de Córdoba por José Marín Cadenas, que es de suponer que sería el propietario de la casa número cuatro de la calle Barroso en esa fecha, entiendo que en 1944 que es el año en que Samuel de los Santos Gener, director del Museo, la inscribió en el Catálogo. Gracias a esto obtenemos una descripción minuciosa de la pieza y algunos antecedentes conocidos de la misma:


IMAGEN 4. Fotografías que acompañan a la ficha.
     «N.º 1036. CATÁLOGO SISTEMÁTICO.- Objeto.- Estatua de Apolo. (fragmento). Materia.- Mármol blanco. Dimensiones.-  0,96 m. de alto y 1,33 m. de perímetro del grueso mayor. Escuela o taller.- Hispano-romano. Asunto.- Apolo Citaredo. Procedencia.- Estuvo colocada en la casa n.º 4 de la Calle de la Pierna (hoy Barroso) a 4 m. de altura sobre el nivel de la calle. Dio origen al nombre de la calle y a la leyenda de "la mujer curiosa" (Ramírez de Arellano. PASEOS POR CÓRDOBA t. p. Observaciones.- Fue regalada al Museo por Don José Marín Cadenas. Descripción.- Es la pierna derecha, desde la ingle hasta el empeine del pie, de una estatua anatómicamente esbelta y varonil aunque poco musculosa, como corresponde a esta divinidad. Su talla revela la mano hábil de un buen escultor romano aunque su deficiente estado de conservación no lo demuestre con evidencia. Junto a la pierna y sobre un pedestal cubierto con los bordes del manto finamente plegados del dios, está la caja sonora de una lira, símbolo de Apolo Citaredo, a la que faltan los dos brazos que sostenían tensos los cordajes. Al pie derecho le faltan el metatarso y los dedos. Es posible que su actitud figurase en pie, apoyado sobre la pierna derecha, algo inclinado el busto también a la derecha dispuesto a pulsar la lira, cubierto solo con el manto, pues el cuerpo estaría desnudo por completo a diferencia del Apolo Citaredo del Vaticano, que como el Musegeta están desnudos o como el de Belvedere desnudo también pero sin lira.»

     Esta descripción está extraída de un expediente de 1951, generado a partir de la solicitud de varios vecinos de la calleja Pan y Conejo para que dicho nombre fuera eliminado, al ser el mismo que otra calleja de la calle Caldereros ostentaba, y sustituido por el de "La Pierna" que «calle y calleja tuvieron tradicionalmente» (también compartían hasta entonces la numeración de sus casas). Además, se sugería la idea de que el fragmento de estatua volviese a «la esquina de esta barreduela donde estuvo». Con respecto al sitio en el que había estado tantos años podemos leer también en este expediente que era la fachada de la casa que hacía ángulo con dicha calleja; Rafael Ramírez de Arellano hablaba de una esquina en la calle Barroso, así es que habrá que fijarse en la alineación que ambas calles tuvieron antes de ser modificadas.


IMAGEN 5. Proyecto de alineación de las calles Barroso y Pan y Conejo, con las líneas
 de color resaltadas por el autor.



     En la Imagen n.º 4 podemos ver un proyecto de alineación de 1903 (tinta roja) y modificado en 1906 (tinta azul) sobre la alineación de las calles que aparecía en el plano de Casañal de 1884 (tinta negra). Es muy probable que el ángulo o esquina del que se habla debía de ser el quiebro en la fachada de la casa número cuatro que he marcado con un círculo y desde el que comenzaría el lateral derecho de la calleja, pudiendo así haber estado la pierna tanto en La Pierna-Barroso como en Pan y Conejo-La Pierna. Pero independientemente del sitio exacto en el que estuvo el fragmento de estatua, que probablemente y debido al drástico cambio en la alineación de ambas calles hoy no exista, lo interesante es saber en qué lugar se encuentra en la actualidad.


IMAGEN 6. La pierna en el Museo.



     Obviamente la idea de los vecinos de que la pierna de Apolo fuera devuelta a su lugar en la fachada no tuvo demasiado éxito puesto que nunca regresó allí y aún continúa en el Museo, expuesta en un discreto y coqueto rincón donde todos los cordobeses podemos contemplarla. La placa explicativa que hay debajo de ella es bastante escueta y no estaría de más que hiciera mención al papel que desempeñó, aunque fuera indirectamente, para nombrar una calle de nuestra ciudad, pero eso es sólo una impresión mía.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- BAENA ALCÁNTARA, Mª. La escultura romana en el Museo Arqueológico de Córdoba. 2000. Actas de la III reunión sobre
escultura romana en Hispania.
- Expedientes de alineación de la Pierna, Calle (Comprende Calleja Pan y Conejo) 1884. SF/C 03910. Archivo Municipal de Córdoba.
- Expediente relativo a la reforma de la alineación de la calle Barroso. 1903. SF/C 06421-198. Archivo Municipal de Córdoba.
- Expediente de rotulación de calle con el nombre de "La Pierna" a la calleja que era conocida con el nombre de "Pan y Conejo" Acuerdo de la Comisión Municipal Permanente de 30 de marzo. 1951. SF/C 03914-020. Archivo Municipal de Córdoba.
- RAMÍREZ DE ARELLANO, R.. Inventario monumental y artístico de la provincia de Córdoba. 1904.
- RAMÍREZ DE ARELLANO, T.. Paseos por Córdoba. 1873.

IMÁGENES
- 1, 3 y 6: Fotografías tomadas por el autor.
- 2: Dos mujeres en la ventana. Bartolomé Esteban Murillo c. 1655-1660. National Gallery of Art, Washington D.C.
- 4: Fotografías de Silvia Muñoz Jiménez, pertenecientes a la ficha de la pierna de Apolo. 
- 5: Fotografía tomada por el autor sobre un plano perteneciente al expediente SF/C 06421-198 del Archivo Municipal de Córdoba.

martes, 11 de octubre de 2022

LA CRUZ DEL RASTRO AL OTRO LADO DEL RÍO

     Doy por hecho que, si no todos, la inmensa mayoría de los cordobeses sabe dónde se encuentra la Cruz del Rastro. Quizás no todos conozcan la historia que encierra tras de sí, así es que explicaré a grandes rasgos el origen de dicha cruz y de su nombre. En 1473 se produjo en Córdoba una cruel matanza de judíos y conversos por parte de la masa cristiana, enfurecida porque un miembro del pueblo hebreo había arrojado sus "aguas menores" por la ventana al paso de una procesión por el tramo final de la actual calle Cardenal González. La Hermandad de la Caridad decidió colocar una cruz para perpetuar la memoria de este suceso, aunque no es la misma que podemos ver en la actualidad a la salida de la calle San Fernando, y la imaginación popular añadió que lo de "del Rastro" obedecía al reguero que habría dejado la sangre en el lugar de la matanza, creando un rastro hasta el borde del río. Nada más lejos de la realidad ya que dicha denominación obedece a que esta era la zona donde se situaba el mercado, es decir, el rastro. Sin embargo, y como dice el título de esta entrada, parece ser que hubo otra cruz en la margen contraria del río Guadalquivir, que también se la conoció como "del Rastro" y por la misma razón que la que ya conocemos. Pero vayamos por partes.

IMAGEN 1. Mapa de un haza a orillas
del río Guadalquivir en el
campo de la verdad de Córdoba
     Existe un mapa de 1753 que ofrece una vista de las dos orillas del río, concretamente del área comprendida entre el Puente Romano y el Molino de Martos, y que se centra especialmente en la zona del Campo de la Verdad. El mapa en cuestión es obra de Pedro Retamal y Feliciano María del Río y podría haber formado parte del expediente de algún tipo de pleito por la posesión o los límites de unas tierras, pues en el centro del mismo se puede leer la leyenda "haza del litigio". Justo sobre esta parcela de tierra, aproximadamente en el centro de la imagen y ligeramente hacia arriba, podemos ver una cruz sobre un pedestal que aparece marcada por una letra R. En la esquina inferior derecha encontramos dibujado un pergamino con las equivalencias de todas las letras que aparecen en el mapa, según el cual dicha R correspondería a «cruz de enfrente el rastro». Si observamos ahora la salida de la calle San Fernando, llamada "de la Feria" en esa fecha y marcada con la letra I, veremos que allí no hay ninguna cruz dibujada.  Podría ser que los autores del dibujo pensaran que en su ubicación real no iba a tener tanta visibilidad y por eso la colocaron en ese sitio, lo cual sería absurdo pues la finalidad del dibujo es la de delimitar las tierras antes mencionadas y está realizado de una manera más esquemática que realista, o incluso que se tratara de un error, sobre todo si observamos que algo más abajo de esta cruz había dibujada otra que aparece emborronada, y que para no seguir borrando decidieran dejarla como estaba y colocarle lo de "enfrente", pero ni una cosa ni la otra.

IMAGEN 2. Ampliación de la cruz y la entrada
a la calle San Fernando, junto a sus
respectivas leyendas.
     Por un lado, el hecho de que no haya cruz alguna a la salida de la calle San Fernando podría deberse al hecho de que es probable que en esas fechas no estuviera allí. El socorrido Teodomiro Ramírez de Arellano comenta lo siguiente acerca de las idas y venidas de esta cruz: «...la primera desapareció há mucho tiempo, la segunda varió de tamaño y sitio, pues en 1814, con motivo de unas fiestas, se construyeron dos grandes arcos desde la esquina de la calle Lucano á la Carrera del Puente, y en lo alto se colocó aquella, hasta 1852 que, cuando la construcción del último tramo de murallón los derribaron, y desapareció la cruz...». Por otro lado, y aunque la hubiesen dibujado en la margen equivocada del río, tampoco podría haber estado en frente del ya citado Rastro porque en la fecha en que se realizó el dibujo éste tampoco estaba allí. De su nueva ubicación nos habla, como no, Ramírez de Arellano: «En todo el espacio que hay detrás de la Calahorra, se estableció el Rastro ó mercado de bestias y efectos, en el año 1568, por orden del Corregidor D. Francisco Zapata, del que tantas veces nos hemos ocupado, habiendo ido á menos, hasta que se estinguió, sin que se haya restablecido, á pesar de haberlo intentado en varias ocasiones». Además, existen varios expedientes en el Archivo Municipal de Córdoba que corroboran que en el año en que se realizó el mapa aún continuaba en el Campo de la Verdad, por lo que la cruz sí podía estar en frente de este Rastro.

IMAGEN 3. Paso del río Guadalquivir con el puente
mayor a su paso por Córdoba
      Para confirmar que dicha cruz realmente estuvo allí hay que volver a leer a Ramírez de Arellano y ver lo que añade con respecto a esta zona del Campo de la Verdad: «En este punto había un gran pedestal con una cruz en lo alto, que le decían del Rastro, como la que hasta 1852, hubo al final de la calle de San Fernando, y mas allá, hacia la parroquia, otra que le decían la de la Pizarra; una y otra desaparecieron, y por último en 1780 quitaron los pedestales á el hacer la carretera, por disposición del Ingeniero D. Bernardo Otero». Esta cruz se puede ver además en otro mapa que pertenece al Archivo Histórico Nacional y, aunque no he dado con la fecha de realización, muestra la misma zona que el de 1753, esta vez para mostrar los daños que la corriente generada por la rotura del azud del Molino de Martos provocaba en la muralla. El pedestal sobre el que se asienta la cruz es diferente al del primer mapa, ya sea por una licencia del autor o porque hicieran uno nuevo.

     De modo que, según Teodomiro Ramírez de Arellano y otros testimonios tanto gráficos como escritos, existió una cruz frente al rastro del Campo de la Verdad y, al igual que la que ya conocíamos, también se la llamó "del Rastro". Sería interesante saber si alguna vez coexistieron ambas en el tiempo, y si cuando algún cordobés decía "nos vemos en la Cruz del Rastro" otro le respondía "¿en cuál de las dos?".


Rafael Expósito Ruiz.




IMÁGENES
1 y 2: Cartoteca Histórica del IECA
3: Archivo Histórico Nacional

sábado, 24 de septiembre de 2022

LA BASA DE ESTATUA DE LA CALLE REY HEREDIA

     Supongo que esta entrada también la podría haber titulado "La basa de estatua de la calle Encarnación", puesto que se encuentra en la esquina que forman las dos calles y, por lo tanto, a ambas pertenece. Pero como normalmente es desde Rey Heredia desde donde suelo divisarla he decidido decantarme por ella.

IMAGEN 1.
     Concretamente está situada en la esquina del convento de la Encarnación, cuyas fachadas recaen en ambas calles. Al contrario que otras basas de estatua de forma cúbica que podemos ver en nuestra ciudad, como la que está empotrada en la fachada principal de San Nicolás de la Villa, ésta es de forma cilíndrica y podría llevarnos a pensar que se trata de una simple columna, al igual que tantas otras que decoran las esquinas de decenas de casas en nuestro casco histórico pero, a diferencia de éstas, se trata de una pieza pensada para sostener sobre ella una estatua y no el techo o el arco de ninguna construcción, amén de que al contrario que muchas de ellas no se colocó en el lugar que se encuentra en los años 50 del siglo XX para crear rincones fotografiables por los turistas, y lleva allí viendo pasar a foráneos y autóctonos más de cuatro siglos. En la parte superior de la misma, y a pesar de los rigores del tiempo y de los vehículos que en ocasiones llegan a rozarla, aún se lee a la perfección la dedicatoria que colonos y habitantes de Córdoba hicieran al edil Tito Mercelon:

T. MERCELLONI. PERSINO
MARIO. AEDIL. II. VIR
COLONI. ET. INCOLAE


IMAGEN 2.
     Existen bastantes obras dedicadas a la historia de Córdoba que mencionan esta pieza arqueológica, aunque casi siempre muy de pasada y normalmente para enumerarla como una más de las huellas que los romanos dejaron tras su estancia en nuestra tierra. Una de estas obras es "Las Antigüedades de las Ciudades de España" del historiador y cronista Ambrosio de Morales, publicada en 1575 y en la que podemos leer lo siguiente: «Por las mismas razones de las letras Romanas muy perfectas, y de la brevedad, tengo por de la ciudad antigua otra basa de estatua muy hermosa de marmol azul, que se hallo con parte de la estatua en casa de don Fernando de la Cerda, y esta agora en casa del canonigo Mohedano. Y dize...» 

IMAGEN 3.
     También Pedro Díaz de Ribas la menciona en 1627 en su obra "De las Antigüedades y Excelencias de Córdoba": «En la esquina del convento de las monjas de la Encarnacion, en frente de las casas de Don Damian de Armenta». Díaz de Ribas la sitúa en la esquina del convento, lugar donde hoy sigue, y sin embargo Ambrosio de Morales habla de la casa del canónigo Mohedano. Éste no sería otro que el canónigo Juan Mohedano, cuya casa lindaba con el convento en esas fechas, aunque no he llegado a averiguar si la basa estuvo primero en un sitio y luego en el otro o sí el convento en sus sucesivas ampliaciones se anexó la casa, por lo que en ambos casos se estaría hablando del mismo lugar. Por lo que respecta a las casas de Damián de Armenta, se trata de la casa señorial que hay justo frente a la salida de la calle Encarnación a Rey Heredia, antiguo palacio del duque de Medina Sidonia que fue adquirido más tarde por la familia de los Armentas.

IMAGEN 4.
     Otra mención a la basa la encontramos en 1760 en "Historia General de Córdoba", obra de Francisco Ruano, quien la describe así: «En las casas de los Marquéses de la Vega se halló en los tiempos de Morales una hermosa Columna de marmol cardeno con parte de la Estatua. Persevera hoi en la esquina del Monasterio de la Encarnacion, i tiene de alto siete quartas, i de gruesso mas de tres, dedicada à la memoria de TITO MARCELLON PERSINO MARIO, Edil, i Consul de Cordoba, puesta por los Colonos, i habitadores...» Aquí la disparidad se encuentra no en el sitio en el que se halla la basa sino en el lugar en que fue hallada, aunque no es tal ya que el Fernando de la Cerda que menciona Ambrosio de Morales en 1575 como dueño de la casa donde se encontró era el V Señor de la Vega de Armijo, cuyo señorío pasó a marquesado en 1679, y por lo tanto ambas casas son la misma.

     Luis Maraver y Alfaro habla sobre esta basa en su obra "Historia de Córdoba" en 1863 de la siguiente manera: «Sosteniendo la esquina de la pared oriental de la iglesia del monasterio de la Encarnacion, que es de religiosas cistercienses, hay un grueso mármol negro que fué hallado en los tiempos de Ambrosio de Morales en las casas de los Señores Marqueses de la Vega de Armijo, cuya basa tiene cerca de dos varas de alta por tres cuartas de gruesa...»

IMAGEN 5.
     Más autores han hablado sobre ella en obras posteriores, pero sería tedioso e innecesario mencionarlos a todos ya que básicamente la información que aportan es siempre la misma. Sin embargo, no quisiera terminar esta entrada sin releer de nuevo la socorrida "Paseos por Córdoba" de Teodomiro Ramírez de Arellano, y no por lo que escribiera en su día sobre la basa, que viene a ser lo mismo que otros habían escrito, sino porque nos da la situación de la casa donde ésta fue encontrada: «Pasada dicha calle nos encontramos con la plazuela del Vizconde de Miranda; aún existen allí cuatro casas principales: la de los Ríos, hoy del Barón de San Calixto; la del Marqués de la Vega de Armijo, en la actualidad de los Sres. Enríquez... Contigua á la casa del Vizconde, y formando rincón, está otra, un tiempo principal de los Marqueses de Vega Armijo, de quienes a principio del presente siglo la adquirieron los Sres. Enríquez; en algunos padrones antiguos vemos esta plazuela con el título del Marqués». 

     Ignoro en qué estado estaría la parte de la estatua de Tito Mercelon que se halló, porque ninguno de los autores antes mencionados nos habla sobre su suerte, y si se encontrará expuesta en el Museo Arqueológico o guardada en sus almacenes, o si por el contrario fue usada como relleno en cualquier edificación o construcción nueva como tantas otras veces se ha hecho por desgracia en nuestra ciudad. El caso es que ya no descansa sobre su basa y en su lugar lo hace un capitel que nunca fue creado para estar allí.


Rafael Expósito Ruiz.


DOCUMENTACIÓN
- Las obras mencionadas en esta entrada

IMÁGENES
- Fotografías 1 y 3: Archivo Municipal de Córdoba.
- Fotografías 2, 4 y 5: Tomadas por el autor.

viernes, 9 de septiembre de 2022

HUERTO DE SAN ANDRÉS: un asesinato en el prostíbulo


      Apenas eran las cinco de la mañana del 7 de octubre de 1889 cuando Josefa Martínez Luque escuchó cómo golpeaban repetidamente la puerta del prostíbulo que regentaba en la calle Huerto de San Andrés. Como los golpes se repetían con insistencia, esta vez en la ventana de la habitación en la que Josefa descansaba, decidió salir para ver quien la importunaba a esas horas. Al abrir la puerta descubrió que el causante del escándalo no era otro que José Lozano León. El hombre, de 27 años y fundidor de oficio, mantenía una relación desde hacía algún tiempo con la encargada de la casa "non sancta".


IMAGEN 1.
     Estando ambos junto a la cancela, y sin mediar palabra, José se abalanzó sobre la mujer y le asestó cuatro puñaladas que acabaron con sendas heridas en el vientre, el costado izquierdo, un muslo y un brazo. Acto seguido, el agresor huyó tan rápidamente como había cometido el asalto, mientras Josefa gritaba pidiendo auxilio. El resto de las mujeres que habitaban en el lupanar acudieron al escuchar los gritos y encontraron a la desdichada madame en el suelo y casi sin vida, por lo que decidieron salir a la calle para encontrar a quien pudiera socorrerlas. Acudieron varios agentes de la autoridad, así como los médicos Juan Dávila y Manuel Monroy que le practicaron los primeros auxilios a Josefa. También acudió al lugar de los hechos el coadjutor de la parroquia de San Andrés para administrarle la extremaunción. Una hora más tarde se constituyó el juzgado, con el médico forense Manuel Merino, y dieron comienzo las diligencias del sumario.

     Ese mismo día, sobre las ocho de la noche, un inspector y dos agentes del Cuerpo de Vigilancia se presentaron en una choza situada en un terreno cercano al molino de Lope García. Las primeras investigaciones les habían llevado a pensar que allí podría estar escondido José y efectivamente, tras inspeccionar la choza, lo encontraron agazapado bajo una cama. Tras obligarlo a salir de su escondite le incautaron la navaja con la que había cometido la agresión y éste accedió a entregarse pacíficamente siempre y cuando le permitieran comer algo antes.


IMAGEN  2.
     En un momento dado, y aprovechando que la situación era más relajada, José consiguió alcanzar la puerta de la choza y comenzó a huir campo a través, disparando tres veces contra los agentes que le perseguían con una pistola que, al parecer, había escapado al registro en el que apareció la navaja. Desgraciadamente, y aunque peinaron todo el terreno circundante, no consiguieron dar con el fugitivo que se perdió en la noche. Cuando el hecho llegó a oídos del gobernador, éste dio orden de telegrafiar a los gobernadores de las provincias limítrofes por si el fugado conseguía traspasar los límites de Córdoba, además de mandar a algunas fuerzas de la Guardia Civil en su persecución. A las dos de la madrugada, ya del día siguiente, Josefa falleció debido a la gravedad de las heridas, tres de las cuales habían resultado mortales.

     Poco más de una semana después, y mientras José seguía sin aparecer, el inspector del Cuerpo de Vigilancia que había permitido la fuga, y que tan sólo llevaba dos meses en el cargo, fue suspendido de empleo y sueldo durante ocho días. Ninguna noticia en la prensa de la época da idea de cual fue el final de José Lozano ni los motivos que lo llevaron a cometer el horrible crimen, ni siquiera si acabó desapareciendo para siempre o terminó pagando por sus actos.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica
- B.O.P. Históricos, Diputación de Córdoba

IMÁGENES
- Imagen 1: Imagen extraída de Internet.
- Imagen 2: B.O.P. del 2 de Noviembre de 1899.

domingo, 28 de agosto de 2022

UN CORDOBÉS EN WURZBURGO: visitando a Erika Groth-Schmachtenberger

     El pasado 13 de marzo se cumplió el 30 aniversario del fallecimiento de Erika Schmachtenber, Groth-Schmachtenberg tras su matrimonio con el ingeniero Hans Groth. La mayoría de los cordobeses desconocerán quién era esta mujer, pero gracias a ella y a sus fotografías conocemos qué aspecto tenían algunos rincones de nuestra ciudad en 1941, así como el día a día de sus gentes en esos primeros años de la posguerra.


IMAGEN 1. Chiquillos junto al Puente Romano fotografiados por Erika en 1941.


     Esta entrada, sin embargo, no trata sobre la fotógrafa alemana ni sobre las imágenes que capturó con su cámara en Córdoba, sino sobre una de esas casualidades que de vez en cuando se dan. Leí en un artículo de Cordópolis del 8 de mayo la noticia del citado aniversario, así como que Erika había pasado los últimos años de su vida en la ciudad de Wurzburgo, en el estado alemán de Baviera, ciudad en la que finalmente falleció y fue enterrada. Pues bien, resulta que algunos meses antes de conocer estos datos, y aquí es donde entrarían el azar cósmico o la divina providencia, ya tenía programadas mis vacaciones con destino a dicha ciudad.


IMAGEN 2. El mercado central de la Corredera.



     La elección de Wurzburgo como destino vacacional no tenía nada de casualidad y respondía al hecho que mi hija finalizaba su etapa de Erasmus tras un año allí y quería aprovechar la ocasión para recogerla y visitar después en familia algunas ciudades europeas mientras regresaba a Córdoba. Obviamente, no podía dejar pasar la oportunidad de visitar, además, el lugar donde descansan los restos de la fotógrafa.


IMAGEN 3. Entrada al cementerio de Randersacker.



     Antes de salir desde Córdoba hacia Wurzburgo, encargué a mi hija la misión de localizar la tumba de Erika, y gracias a la ayuda de su compañera y amiga Isabel, a la que aprovecho para reiterar mi agradecimiento por sus gestiones, dieron con su ubicación en el modesto cementerio de Randersacker, un municipio a apenas diez minutos en coche desde Wurzburgo y perteneciente a su distrito.


IMAGEN 4. El autor junto a la tumba de Erika Groth-Schmachtenberg.


IMAGEN 5. Primer plano de la placa que recoge los nombres de Erika y de su marido.



     Algunos pensarán que han sido muchas molestias (aunque realmente no ha sido así) únicamente para fotografiar la tumba de una desconocida, pero tal vez este viaje haya servido para devolver la visita que en su día nos hizo y de paso capturar con la cámara de mi móvil algunos de los escenarios que Erika Groth-Schmachtenberg pudo frecuentar en su juventud, mientras realizaba sus prácticas de fotografía, y en algún que otro paseo durante sus últimos años.


IMAGEN 6. El río Meno y la Fortaleza de Marienberg al fondo.


IMAGEN 7. El Puente Viejo sobre el río Meno.


IMAGEN 8. Los jardines de la Residencia del Obispo.


IMAGEN 9. La Capilla de María, en la Plaza del Mercado.


IMAGEN 10. Un balcón, es la esquina de las calles Anna y Rottendorfer.


IMAGEN 11. Wurzburgo vista desde la Fortaleza.




Rafael Expósito Ruiz.






IMÁGENES
- Imágenes 1 y 2: Fotografías de Erika Groth-Schmachtenberg. Biblioteca de Augsburgo.
- Imágenes 3 y 5 al 11: Fotografías realizadas por el autor.
- Imagen 4: Fotografía realizada por Eva Expósito Correa.

viernes, 15 de julio de 2022

UNA ESCUELA PARA NIÑAS EN LA TORRE DE LA CALAHORRA

      Corría el año 1863 y la desamortización de Madoz se encontraba en su segunda fase, tras haber sido reanudada dos años después de haberse suspendido su aplicación. Propiedades de los ayuntamientos, del Estado, del clero, de las órdenes militares y un largo etcétera eran puestas a la venta para subsanar el déficit de las arcas públicas. 
     Una de estas propiedades, una casa que la Tercera Orden de San Francisco de Asís poseía en el barrio del Espíritu Santo, lo que conocemos por el Campo de la Verdad, fue excluida de dicha desamortización y cedida para establecer en ella las dos clases de primera enseñanza que ya existían en el barrio. El arrendamiento de la casa que hasta entonces albergaba la clase de las niñas llegaba a su fin y las obras para adecuar y rehabilitar la conocida como "la de los Terceros" presentaban una serie de dificultades debido al estado de ruina y abandono que presentaba, por lo que el alcalde, el conde de Hornachuelos, encargó al arquitecto Rafael Luque Lubian la búsqueda de un local alternativo en el barrio a fin de que la enseñanza de las menores no quedase interrumpida.


IMAGEN 1. Puente Romano, Calahorra y Campo de la verdad 
a finales del siglo XIX.


     La tarea de encontrar una nueva ubicación en el Campo de la Verdad no fue fácil, ya que no existían demasiados locales que cumpliesen con las necesidades para instalar la "amiga" (1), y los que así lo hacían ya estaban arrendados con anterioridad. Finalmente se optó por una opción que en principio iba a ser provisional y fue la de usar la Torre de la Calahorra, que venía siendo utilizada como acuartelamiento para tropas. En la planta baja, con unas mínimas reparaciones, se podrían ubicar la clase de las niñas y la vivienda de la maestra mientras se le daba una solución al arreglo de la casa de los Terceros.


IMAGEN 2. Modificaciones para adaptar la Calahorra como escuela.



     La obra fue adjudicada a primeros de julio a Antonio López Carrillo por la cantidad de 5.999 reales y para mediados septiembre estaba finalizada. La entrada a la Calahorra se haría por un patio lateral ya existente y desde ahí a la propia torre a través de la puerta practicada en el muro y que en la actualidad está cegada, al igual que una ventana que se encontraba a su lado. Desde ahí se accedería al aula propiamente dicha y a las demás dependencias, como un aula para las «niñas mugeres», el dormitorio de la maestra, cuarto de aseo y guardarropa para las niñas, cocina y excusado entre otras. Cuatro años después, el 30 de mayo de 1867, la escuela continuaba instalada en la Torre de la Calahorra, y podemos leer en la prensa de la época que ese mismo día iban a tener lugar los exámenes para las niñas a las once y media de la mañana. Dos horas y media antes, a las nueve, se realizarían los de la clase de los niños en su ubicación de la calle Arrecife.


IMAGEN 3. Vista de la Calahorra en 1896. 



     Llegamos a 1886 y la que iba a ser una solución provisional duraba ya 23 años. Ese año la escuela recibía en un acto celebrado en la planta baja del Ayuntamiento dos segundos premios por su «aprovechamiento durante el curso anterior», para las alumnas María Francisca Melquizo Méndez y Francisca Cañete Suberzo. Estos premios consistían en la entrega de menciones honoríficas, mientras que los de primera categoría constaban de medalla de plata y diploma y los de tercera de un lote de libros. La encargada de dirigir la escuela era la profesora Rafaela González Piedrola quien, además de estar comprometida con la educación de las niñas, también lo estaba con el barrio en que se encontraba: a finales de ese mismo año los vecinos del Campo de la Verdad, por iniciativa de la profesora, llevaron a cabo una suscripción con el fin de recaudar las 37 pesetas necesarias para colocar dos faroles que iluminaran a la estatua de San Rafael colocada en el Puente Romano; únicamente se pudieron reunir 21 pesetas y 4 céntimos, por lo que ella misma aportó la cantidad que faltaba. Rafaela González fallecería apenas dos años después, el 27 de marzo de 1888.


IMAGEN 4. La Calahorra en 1907.



     En la segunda mitad de 1890 la escuela tuvo que abandonar temporalmente la Calahorra mientras que ésta se usaba como hospital provisional para atender a los enfermos de cólera, así como a aquellos que presentaran síntomas sospechosos. Mientras tanto, la escuela fue trasladada a una habitación alquilada en la casa número 5 de la calle Bajada del Puente. Esta vez el traslado sí fue por poco tiempo, y en los dos años siguientes siguen apareciendo noticias en la prensa que aún sitúan la escuela en la Calahorra. Años más tarde, en 1898, se establece en la Torre un puesto de la Guardia Civil y la escuela regresará al número 5 de la Bajada del Puente, finalizando así una aventura "provisional" que había durado 35 años.


IMAGEN 5. El autor ante la puerta de entrada a la escuela, hoy cegada.



IMAGEN 6. Siluetas de la puerta y la ventana de la fachada de la escuela.




(1) Amiga o miga: en Andalucía y México, escuela de párvulos.



Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Archivo Municipal de Córdoba.
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 4: Fotografías extraídas del grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN 
- Imágenes 2 y 3: Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 5: Fotografía tomada por Eva Correa Rosingana.
- Imagen 6: Fotografía tomada por el autor.