martes, 25 de mayo de 2021

Una cordobesa en la Armada Española del siglo XVIII

      Hasta hace tan solo 33 años el acceso de las mujeres a las Fuerzas Armadas estaba totalmente vetado. Fue el Decreto Ley 1/1988, de 22 de febrero el que posibilitaría su acceso, aunque únicamente a 24 cuerpos y escalas, entre las que se encontraban los relacionados entre otros con la jurisprudencia, la ingeniería, la sanidad o la música. Aunque fuera un primer paso, tenía un tufillo bastante machista: las mujeres podían ser enfermeras del ejército o directoras de la banda de música, pero no podían entrar en cuerpos como el Paracaidista o la Legión, ni participar en acciones de desembarco, dotaciones de submarinos ni de buques menores. No sería hasta 11 años después, en mayo de 1999, cuando una nueva ley consiguiera la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, permitiendo el ingreso a todos los cuerpos y escalas de las Fuerzas Armadas sin distinción de sexo, estableciendo como límites únicamente la edad o las condiciones psicofísicas. Todo esto suena bastante bien sobre el papel, pero habría que preguntarles a ellas si esta igualdad se ajusta a la realidad o no.

     Pero estamos ya en pleno siglo XXI y, como dije al principio, solo han pasado 33 años de ese tímido primer paso. En los siglos pasados, para que una mujer pudiese ingresar en cualquier ejército tenía que hacerlo disfrazada de hombre, con los consiguientes riesgos en caso de que fuera descubierta. Y en el caso de la Armada la cosa se complicaba: había que tener mucha valentía y fuerza de voluntad para pasar meses en un barco rodeada de decenas de hombres, comiendo, durmiendo y haciendo sus necesidades junto a ellos, rodeada únicamente de agua y sin ningún lugar al que escapar en caso de necesidad.

IMAGEN 1. Retrato de Ana María.
     Entre estas mujeres que antepusieron su voluntad a sus miedos, se encontraba la cordobesa Ana María de Soto. Había nacido el 16 de agosto de 1775 en Aguilar de la Frontera, de padre montillano y madre aguilarense, y fue bautizada en la parroquia de Santa María de Soterraño bajo el nombre de Ana María Antonia de Soto y Alhama. Con tan solo 18 años se alistó en la Sexta Compañía del 11º Batallón de Infantería de Marina, usando para ello el nombre de Antonio María y declarando tener 16 años para que la ausencia de vello facial no la delatase. A bordo de la fragata Mercedes participó en 1794 y 1795 en las defensas de Bañuls y Rosas, en el marco de la guerra contra la Convención francesa. Dos años más tarde participaría en la batalla naval del Cabo San Vicente, desastrosa para la Armada española, que terminó refugiándose en Cádiz. Una vez allí, tuvo que participar en la defensa de la ciudad y su bahía ante el asedio de las fuerzas inglesas que los habían derrotado en San Vicente, al mando del vicealmirante John Jervis y el contralmirante Nelson. En esta ocasión fueron los ingleses quienes no tuvieron más remedio que retirarse.

     Pasadas las hostilidades Ana María volvió a embarcarse, esta vez en la fragata Matilde. Allí pasó algo más de un año, pero una enfermedad que le provocaba unas fiebres terribles hizo que se descubriese su condición de mujer tras el reconocimiento médico. Una vez recibida esta noticia por el general Mazarredo el 7 de julio de 1798, este ordenó que Ana María fuese desembarcada inmediatamente, recibiendo la licencia absoluta el 1 de agosto siguiente. Por Real Orden le fueron concedidos dos reales de vellón diarios en pago a sus servicios, además de poder usar sobre sus ropas femeninas los colores propios del uniforme de Marina. A finales de ese mismo año, el 4 de diciembre, le fue concedido el grado de sargento de los Batallones de Marina, con el consiguiente sueldo.

IMAGEN 2. Vista antigua de la calle La Corredera,
 en Montilla.
     Aunque regresó inicialmente a Aguilar de la Frontera, tiempo después se trasladó a Montilla, pueblo del que era originario su padre, donde desde 1799 regentaría un estanco ubicado en una plaza que podría tratarse de la actual de la Inmaculada o la del Sotollón. El sueldo que acompañaba al cargo de sargento recibido tras su licencia de la Marina no siempre era recibido, y su pago tuvo que ser reclamado al menos en dos ocasiones, en los años 1809 y 1813.

     Tras una juventud aventurera y una madurez de tranquilidad ganada a pulso, Ana María Antonia de Soto y Alhama murió el 4 de diciembre de 1833, cuando contaba con 58 años, en su domicilio de la calle La Corredera. Hacía tan solo dos semanas que había hecho testamento en el que, además de las consabidas instrucciones sobre su enterramiento y misas que se le debían de dar, nombraba como única heredera a Antonia Pérez de Luque, a la que al parecer había acogido y criado en su casa desde 1804. Se desconoce el lugar exacto donde reposan los restos de una mujer de cuyo aspecto solo sabemos que era de pelo castaño y ojos pardos, y cuya historia permanecía escondida entre miles de legajos, quizás junto a las de otras muchas pioneras que se atrevieron a desarrollar trabajos a los que tan solo los hombres tenían acceso.



Rafael Expósito Ruiz.





DOCUMENTACION
- La historia secreta de la cordobesa que se hizo pasar por hombre para ingresar en la Armada en 1793. Carmen Reina. CORDÓPOLIS.
- La primera mujer española Infante de Marina: Ana María de Soto y Alhama (1775-1833). Dra. Alicia Vallina Vallina.
- Una mujer entre las tropas de Marina del siglo XVIII: Ana María de Soto y Alhama. Luis Solá Bartina.

IMÁGENES
- Imagen 1: Retrato de Ana María de Soto y Alhama realizado por Amparo Alupez. MUSEO NAVAL DE SAN FERNANDO.
- Imagen 2: Fotografía de la calle La Corredera. M. González.

miércoles, 19 de mayo de 2021

La fuente desaparecida de la Puerta de Gallegos

      Desde el principio de los tiempos el agua ha sido indispensable para el desarrollo de cualquier asentamiento humano y, la necesidad de llevarla desde el origen hasta las diversas poblaciones, hizo que el ingenio alumbrase estructuras y mecanismos que aún hoy en día nos sorprenden. Acueductos, norias y todo tipo de canalizaciones son buena prueba de ello. Una vez que el agua estaba ya en las ciudades había que distribuirla y ponerla al servicio de los habitantes, y ahí entran las fuentes. No voy a hablar de aquellas que hoy en día a duras penas sobreviven desde hace algunos siglos en Córdoba, ni de las de más reciente factura, sino de una "inquieta y viajera" que se encontraba en los alrededores de la Puerta de Gallegos, y que fue cambiando de sitio en numerosas ocasiones por toda esta zona.

IMAGEN 1. La Puerta de Gallegos con la fuente al fondo.



     La ciudad de Córdoba se surtía de diversos nacimientos de aguas potables localizados alrededor de la misma. La zona de la puerta de Gallegos se proveía del agua denominada "del Cabildo Eclesiástico". Según palabras de José López Amo en su obra de 1876 Fuentes y Cañerías, ésta procedía principalmente de dos veneros de la sierra, en las huertas del Hierro y de Santa María, llegando a través de conducciones y arcas hasta el Campo de la Merced. Desde aquí continuaba hasta un arca situada en el barrio de Trascastillo, de la que partía otra conducción hasta el arca de la plazuela del Ángel, llegando finalmente al arca de la puerta de Gallegos de la que la fuente tomaba media paja.

IMAGEN 2. Recreación virtual de la fuente.
     Cuenta Luis María Ramírez de las Casas-Deza en su obra Indicador Cordobés de 1856 que la fuente se construyó en 1604, en un punto indeterminado de la zona de la puerta de Gallegos. Dicha puerta hubo de ser reconstruida en 1755 tras los daños sufridos a causa del terremoto de Lisboa, y la fuente se colocó entonces junto al muro de la puerta por el lado del interior. Esta nueva ubicación estaría confirmada en la obra Historia General de Córdoba de Francisco Ruano, escrita en 1760, donde se puede leer lo siguiente:

     «En la Puerta de Gallegos persevera un fragmento de Columna Milliaria cerca de la fuente, con otras Columnas grandes, que sostienen el Arco de la Puerta.»

     En 1813 fue separada de la muralla y vuelta a colocar en la plazuela de la Puerta de Gallegos, aproximadamente en el cruce entre la calle Concepción y la actual plaza de Antonio Fernández Grilo. En la única fotografía que hasta ahora se conoce de la Puerta de Gallegos tal como estaba antes de ser derribada, y que está fechada en 1862, se puede apreciar la fuente colocada en este lugar, además de en un expediente de alineación de calles en el que se introducen modificaciones sobre un plano de 1861, y en el que podemos ver su ubicación.

IMAGEN 3: Plano de alineación con la ubicación de la fuente.
     En marzo de 1852, una de las losas que formaban el pilón se encontraba suelta y separada del resto al faltarle dos de las grapas de hierro que las unían, provocando filtraciones en la pared sobre la que estaba apoyada la fuente. José Gutiérrez Ravé, a quien en 1810 se le había concedido el uso del remanente de la misma a cambio de colocar otro pilón de uso público, fue requerido para que se hiciera cargo del arreglo. 

     El 6 de mayo de 1870 se acordó en sesión ordinaria del Ayuntamiento de Córdoba, a solicitud de varios Concejales, retirar la fuente del sitio en el que se hallaba por [...] no corresponder su antigüedad y malas formas á una via tan concurrida en todas épocas y especialmente en los días de la feria de la Salud [...]. Como en otras ocasiones, la citada feria vuelve a aparecer como escusa para deshacerse de todo aquel patrimonio que al Ayuntamiento le estorbara, pero sigamos. La retirada la llevó a cabo el maestro de obras Mariano Rodríguez y, como compensación, se colocaría una fuente de nueva construcción en la plazuela de Aladreros, hecho que también venía contemplado en el acuerdo de la sesión del Ayuntamiento, y que estaría confirmado por la siguiente noticia del Diario de Córdoba aparecida el 21 de junio del año siguiente:

IMAGEN 4. Diseño para la nueva fuente.
     «Se va a colocar en la plazuela de Aladreros una fuente de vecindad con el agua de la antigua de la puerta de Gallegos. Nos parece que con paja y media de agua que esta tenia se podian colocar dos fuentes, una en el espresado sitio y otra en la entrada de la calle de la Madera, con lo cual haria mas cómodo servicio.»

     Esta noticia, unida al expediente de 1871 custodiado en el Archivo Municipal bajo el título de "Fuentes y Cañerías. Aguas del Cabildo Eclesiástico. Expediente relativo a la colocación de la fuente establecida en la plazuela de los Aladreros en reemplazo de la que existía a la entrada de la Puerta de Gallegos", es una prueba de que la fuente original ya no se encontraba allí. Todas las idas y venidas de la fuente hasta este momento las relató  pocos años más tarde Teodomiro Ramírez de Arellano en Paseos por Córdoba de la siguiente manera:

     «Desemboca la calle de la Concepción en la plazuela de la puerta de Gallegos, llamada así por estar la que dá paso al campo; nada de particular ofrece al curioso, aparte de una decoración de piedra negra que ha quedado entre las casas números 2 y 4, y es el respaldo de una fuente que habia en aquel sitio: su construcción data de 1604, cercana á la puerta, donde estuvo hasta 1755 que la mudaron á la parte interior; en 1813 la trajeron á la esquina de la calle de la Concepción, y por último, en 1871 la han llevado á la plazuela de los Aladreros; de modo que esta fuente parece condenada á andar siempre de paseo.»

     Aunque Ramírez de Arellano incluye a la fuente en el último viaje a la plaza de Aladreros, tanto la prensa de la época como los expedientes del Archivo Municipal de Córdoba hablan de reemplazar a la que existía en la Puerta de Gallegos y de la construcción de una de nueva planta por lo que, como dije antes, entiendo que la fuente que hasta ahora había estado dando tantos tumbos por los alrededores ya había desaparecido.

     La nueva fuente fue colocada finalmente y, al igual que ocurrió con la primera, acabó cambiando de sitio una y otra vez entre la plaza de Aladreros y la Puerta de Gallegos hasta su desaparición. En la actualidad no queda rastro de ninguna de ellas, y en su lugar dos fuentes gemelas flanquean la salida de la calle Concepción desde 1999, al igual que los dos mausoleos que se encuentran en frente lo hacían con la Vía Augusta a su llegada a Córdoba, y en la plaza de Aladreros podemos ver la fuente-bebedero que se instaló tras la reciente remodelación de la plaza en 2019.


Rafael Expósito Ruiz.





DOCUMENTACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA
- Historia general de Córdoba, 1760. FRANCISCO RUANO.
- Indicador cordobés, 1837. LUIS MARÍA RAMÍREZ DE LAS CASAS-DEZA.
- Paseos por Córdoba, 1873-1877. TEODOMIRO RAMÍREZ DE ARELLANO.
- Fuentes y cañerías, 1876. JOSÉ LÓPEZ AMO.
- Noticias varias del Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos. BIBLIOTECA VIRTUAL DE PRENSA HISTÓRICA.
- Expedientes del ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.

IMÁGENES
- Imagen 1: Puerta de los Gallegos, 1862. FO/A 0191-029/F29. JOSÉ GARCÍA CÓRDOBA.
- Imagen 2: Captura del Blog entrete-nido.blogspot.com.
- Imagen 3: Expediente de alineación de la Plazuela de los Aladreros y Puerta de Gallegos, 1879. SF/C 00769-130. AMCO.
- Imagen 4: Expediente relativo a la colocación de la fuente establecida en la plazuela de los Aladreros en reemplazo de la que existía a la entrada de la Puerta de Gallegos, 1871. SF/C 00278-009. AMCO.

sábado, 15 de mayo de 2021

Los antiguos matuteros en Córdoba

      Dice la R.A.E. sobre el significado de las palabras matutero/matutera que se trata de la persona que se dedica a matutear, que a su vez significa introducir matute. Si vamos a la definición de esta última palabra encontraremos que se refiere a la introducción de géneros en una población sin pagar el correspondiente impuesto de consumos. Este impuesto se pagaba en unos establecimientos situados en las entradas de las ciudades llamados casetas de consumos o fielatos, donde se hallaba la balanza o fiel para pesar la mercancía, de ahí el nombre con el que se les conocía. Productos de primera necesidad como el aceite o la sal, así como otros menos necesarios como alcohol o tabaco, se veían gravados con este impuesto para poder entrar en una población, lo que hizo que surgieran personas de escasos recursos en algunos casos y auténticas mafias organizadas del contrabando en otros, que quisieron ahorrarse este desembolso, y que llegaron a convertirse en un serio problema en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.


IMAGEN 1. Fielato de la Puerta del Puente, abajo a la derecha.



     Según publicaba La Crónica, diario de noticias y Anuncios refiriéndose a los matuteros madrileños, en el número del 18 de agosto de 1885, los había agremiados y sueltos. Los primeros obedecían a una organización iniciada en 1850, mientras que los segundos trabajaban por su cuenta y riesgo. Señalaba además distinciones en los nombres con que se les conocía dependiendo de su manera de actuar:

IMAGEN 2. Exigiendo el pago.
     [...] Los matuteros caballistas son los que salvan la mercancía con la agilidad de la cabalgadura; los andarines, chicos ó grandes, todo lo fian á la rapidez de la carrera; los carreros se valen de coches, ómnibus, carros mortuorios, de mudanzas, de basura, con ramaje, paja ó madra para domiciliar y ocultar la carne de cerdo y el petróleo; y los embaucadores, utilizan los halagos, convites, obsequios, promesas y la charlatanería para cegar ó acortar la vista á los dependientes del resguardo.
     Las matuteras empetadas son las que amoldan á la forma del cuerpo corazadas, vejigas, etc. y las rellenan con aceite, aguardiente ó alcohol; las amasecas, las que entran con muñecos imitando niños de pecho, que son otros tantos cabritos y corderos, ó se presentan en estado interesante; las barbianas son las damas elegantes que con trajes y sombreros unas y pañuelos de Manila otras, con coches alquilados -y acompañadas de lacayos bien vestidos- todas tienen la mision de hacer cuatro ó seis viajes redondos al dia...; las corredoras, en fin, se dedican á denunciar la existencia de género y el paso de otro por determinado sitio, para realizar el alijo por otra parte [...].

     En Córdoba, como en el resto de provincias de España, sucedía otro tanto, y existían básicamente dos maneras de introducir las mercancías en la ciudad: buscar un punto débil en el recinto amurallado para entrar sin ser visto o hacerlo por las puertas de la ciudad, ante las narices de los encargados de los fielatos. Para la primera de ellas los matuteros solían usar los cursos naturales de agua o casas adosadas a la muralla a las que no fuese excesivamente difícil acceder, y con cuyos propietarios estarían compinchados.
 
IMAGEN 3. Dependiente apoyado en la caseta en Campo
Madre de Dios.
     En 1890 aparecía en la prensa una noticia acerca de las sospechas que la guardia municipal tenía sobre una casa en la calle Barrionuevo, ya que tenía acceso más o menos directo a la muralla y su puerta permanecía abierta todas las noches. El desparpajo y la desvergüenza de la propietaria quedan patentes en la respuesta que le dio al guardia número 44 cuando este le dijo que la puerta abierta a todas horas le olía mal: «Pues cierre usted las narices». También había levantado sospechas un agujero de dimensiones regulares aparecido en el muro de las casas conocidas como Casillas del Cáñamo, en las inmediaciones del Campo de San Antón. 

     En lo que respecta a los cursos de agua como accesos para los matuteros, da fe de este sistema la siguiente noticia aparecida el 26 de noviembre de 1891 en el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos:

     [...] Hubo un tiempo en que los matuteros penetraban en la población por la salida del arroyo, en la parte inmediata á la puerta de Sevilla. Para evitar la continuación de este abuso, se acordó la colocación de una reja de hierro y así pudo conseguirse que acabara allí el matute [...]

     La solución a un problema generó otro nuevo, ya que cuando el Arroyo del Moro venía crecido arrastraba ramas y piedras que acababan amontonadas sobre la reja taponando el acceso al agua, lo que provocaba frecuentes inundaciones en la plazuela de la Puerta de Sevilla.

IMAGEN 4. Caseta junto a la Puerta de Sevilla.
     Los más osados entraban el contrabando por las puertas de la ciudad, usando una diferente en cada uno de sus viajes para no levantar demasiadas sospechas, y urdiendo las estratagemas más imaginativas para lograr su fin: dobles fondos en los carros, falsas jorobas o vientres de embarazadas, e incluso muñecos que simulaban ser bebes en brazos de sus madres. Tampoco tenían reparo algunos matuteros en usar a niños y niñas para sus actividades: el 7 de julio de 1891 fue detenida una niña de nueve años, en el fielato de San Sebastián, que llevaba media arroba de aguardiente escondida en una coraza oculta bajo la ropa, sobre su pecho.

     Esta forma tan directa de intentar pasar productos provocaba innumerables altercados entre matuteros y dependientes de consumos, saliendo a veces a relucir las armas de fuego por ambas partes, y ocasionando más de una desgracia. En una de estas ocasiones la suerte sonrió al trabajador que, tras haber recibido seis disparos por parte de un matutero conocido por el Reondillo sin que ninguno de ellos le acertara, salió en su persecución hasta que consiguió darle alcance en la calle Horno del Duende. La paliza debió ser de tal magnitud que el Reondillo acabó en el hospital. También era conocida la matutera Dolores Arroyo, que vivía en la calle Fernández de Córdoba del Campo de la Verdad, y que había sido condenada por altercados con los dependientes de los fielatos de la Puerta del Puente y la de Baeza.

IMAGEN 5. Matuteros pillados in fraganti.
  El excesivo celo de algunos dependientes ocasionaba más de un malentendido con personas del todo inocentes, incluso con algunas de probada reputación. El 24 de agosto de 1901 Manuel García Leiva, propietario del antiguo ventorrillo de la Salud, sufrió todo tipo de vejaciones al ser confundido con un matutero al que los dependientes venían acechando. Al conocer estos hechos, el administrador de la empresa arrendataria de los consumos se apresuró a pedir disculpas y solicitar el perdón por el comportamiento de los empleados, de quienes afirmó que no tenían «la inteligencia suficiente para no cometer atropellos de tal índole». Las disculpas fueron aceptadas, sin embargo, dos días más tarde, la familia de Manuel García que entraba a la ciudad en un carruaje con otra familia amiga, tuvo que sufrir de nuevo los abusos de los dependientes del fielato, llegando una de las mujeres a protestar al ser registrada por el «atentado al pudor que se estaba cometiendo».

     Con el tiempo el impuesto de consumos y los fielatos acabaron desapareciendo, pero no así el matute. Algunos métodos no han cambiado en la actualidad, y todavía hay quienes intentar pasar por aeropuertos y aduanas mercancías sin declarar entre sus equipajes o bajo sus ropas. Como dice la canción, "la vida sigue igual".


Rafael Expósito Ruiz.





IMÁGENES
Imagen 1. Córdoba - Puerta de entrada sobre el Puente Romano, Anónima. Lantern Slide Collection. UNIVERSITY OF MICHIGAN LIBRARIES.
Imagen 2: Ilustración aparecida en la publicación El Museo universal, 9-5-1869. BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA.
Imagen 3: Campo Madre de Dios. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
Imagen 4: Puerta de Sevilla antes de la restauración, Ladis. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
Imagen 5: Ilustración aparecida en la publicación Nuevo Mundo, 24-10-1902. BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA.

sábado, 8 de mayo de 2021

Cuando la plaza de las Tendillas se iba a llamar plaza de Séneca

     Suelo usar con bastante asiduidad la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica para documentar mis entradas, porque además del simple dato o fecha que uno está intentando buscar, descubres maneras y costumbres de la época desconocidas y cómo la gente reaccionaba ante los acontecimientos que ocurrían a su alrededor y la interpretación que le daban los diarios según el perfil político del momento. Cuenta esta biblioteca con ejemplares de periódicos antiguos de toda la geografía española y, como no, de nuestra ciudad. Diario de Córdoba, La Voz, El Avisador Cordobés o La Verdad son algunos ejemplos de ello. Y buscando un simple dato siempre te encuentras con otro, que a su vez te lleva a un tercero, y descubres cosas muy interesantes. Una de ellas, de la que no tenía la menor idea, es la intención de sustituir los nombres de la plazas de las Tendillas y de Séneca después de que finalizase la ampliación de la primera de ellas.

IMAGEN 1. Montaje a partir de dos fotografías. Obras de ampliación de la plaza.


     La siguiente noticia apareció el 16 de abril de 1916 en el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, y decía así:

     «[...] Respecto a la plaza de Séneca, que es como se ha de llamar la de las Tendillas una vez reformada, dándose el de Cánovas a la que hay frente al actual edificio de Correos y Telégrafos, consideramos, según las manifestaciones que hemos oído al señor Muñoz Pérez, que la reforma se efectuará por completo, con la total desaparición del edificio del Suizo. ¿Y la Casa de Correos? se preguntará. He aquí la respuesta, que desde luego consideramos muy acertada: para la Casa de Correos se dispondrá de la base de los solares que dan a la actual calle de Sánchez Guerra, pero sin avanzar sobre esta vía pública, la que quedará en su totalidad incorporada a la plaza de Séneca. Se podrá seguir la línea de la expresada calle de Sánchez Guerra hasta limitarla de una parte en la de la Plata, avanzándola en la otra sobre la de Diego León, de la que se tomaría el espacio necesario para la Casa de Correos. Esta tendría, por tanto, tres fachadas: una a la plaza de Séneca, otra a la calle de la Plata y otra a la de Diego León. Se reduciría, como dejamos dicho, el espacio de esta última calle, al avanzar sobre ella la Casa de Correos. [...]»

IMAGEN 2. El desaparecido Hotel Suizo.


     Un mes más tarde se volvía a tratar este asunto en el periódico, haciendo notar la necesidad de eliminar lo que según sus palabras era una "barreduela", una plazoleta generalmente sin salida como indica la R.A.E., y transformarla en la espaciosa plaza de Séneca, incorporándole unos jardines centrales que disimulasen el desnivel con la calle Claudio Marcelo, y colocando en el centro de los mismos la estatua del filósofo cordobés.

     Como todos sabemos la ampliación de las Tendillas acabó realizándose, a costa del derribo del Hotel Suizo, aunque nunca llegó a llevar el nombre de Séneca, ni la plaza de este nombre se llamó finalmente de Cánovas. Los jardines nunca se construyeron ni se erigió el monumento al gran filósofo, colocando finalmente la estatua del Gran Capitán que supongo estorbaría en el cruce donde se hallaba. Y no es que tenga yo nada en contra de este ilustre montillano, pero hubiese preferido que en el centro de Córdoba, aunque no se le hubiera cambiado el nombre, luciese la estatua de quien habría sido, a mi parecer, un más que adecuado representante de nuestra ciudad y nuestra historia, y que dejó palabras como estas:

    «Recuerde amablemente que aquel a quien llama su esclavo nació de la misma estirpe, los mismos cielos le sonríen y, en igualdad de condiciones con usted, respira, vive y muere».


Rafael Expósito Ruiz





DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMÁGENES
- Archivo Municipal de Córdoba.

martes, 4 de mayo de 2021

Ambrosio de Morales, Plaza de Séneca y otras antiguas localizaciones de Correos

      Hay historias que pretendes contar de antemano y otras en las que ni siquiera habías pensado y con las que te encuentras por casualidad. Esta es una de las segundas. Se da el caso de que cuando Paco Muñoz, bloguero de cabecera de los cordobeses a los que nos interesa todo lo que tenga que ver con Córdoba, publicó una entrada en la que demostraba que la Administración de Correos había estado anteriormente en la Plaza de Séneca, yo estaba buscando información para otra que tenía que ver con un caso sucedido cuando esta se encontraba en la calle Ambrosio de Morales. Tras el siempre edificante cruce de comentarios a su entrada, entre los cuales aparecieron nuevas ubicaciones de esta Administración, decidí indagar más a fondo sobre el tema con el fin de intentar localizar todas las que me fuese posible y, ya de paso, acreditar la afirmación que finalmente hice en mi entrada  de que también estuvo en Ambrosio de Morales.

     Antes de empezar con los datos que he conseguido recopilar en la prensa escrita acerca de las diferentes oficinas de Correos en Córdoba, ya que es una forma bastante fiable de seguirles la pista, tengo que mencionar una posible ubicación que aparece en los planos de 1811 de Karvinski y de 1851 de José María de Montis. En ambos aparece denominado como calle del Correo el tramo que en la actualidad se correspondería aproximadamente con el extremo de la calle María Cristina que va desde Claudio Marcelo hasta la Cuesta de Luján. Al igual que más tarde sucederá con la plaza de Séneca, conocida como la del Correo Viejo por haber estado en ella esas oficinas, el nombre que aparece en los dos planos podría deberse a la misma causa.

     Buceando en la prensa histórica se encuentran referencias a una "Casa de Correo" en Córdoba  desde 1845 en adelante, aunque no especifica su ubicación. No es hasta finales de 1862, después de haber sido trasladada, cuando averiguamos el sitio en que se encontraba. En una noticia del  Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, del 16 de octubre, podemos leer lo siguiente:

IMAGEN 1. Casa nº 11 a finales del siglo XX.
     «Trasladamos las siguientes lineas que nos dirigen algunos vecinos de la cuesta de S. Benito y que nos parecen muy dignas de atenderse por la razon que asiste á los que las han escrito: Hace ya mucho tiempo, cuando en la puerta de la Administración de Correos, situada antes en la casa por cima del Teatro, se colocaron dos reverberos, se quitó el que había frente á la calle de Pompeyos como innecesario. Hasta aqui todo va bien, pero lo que sigue no se nos figura lo mismo. Desde S. Juan, que la Administracion de Correos se trasladó á otro sitio, desaparecieron, como es natural, los dos reverberos que habia en la puerta, quedando en su consecuencia en completa oscuridad aquella calle. Es decir, para que se entienda con más claridad lo que espuesto dejamos, que desde la esquina de la calle del Relox hasta la plazuela de Seneca no hay una luz siquiera».

     El edificio al que se hace referencia correspondería al actual número 11 de la calle Ambrosio de Morales (número 7 en esa fecha), donde hoy podemos ver un edificio de apartamentos y que anteriormente albergó al asilo de Jesús Abandonado. Se encontraba entre el Teatro Principal (hoy Teatro Cómico Principal) y la entonces Fonda Rizzi, asentada a su vez en el antiguo edificio del Ayuntamiento. Debido a que la estrechez de la calle y la velocidad de los coches-correo al atravesarla provocaban más de un disgusto, y tras algún que otro roce entre el alcalde Carlos Ramírez de Arellano y la Administración de Correos, esta fue trasladada en julio de 1862 al número 17 de la calle Cabezas, a una casa que se estaba obrando en el extremo de la misma. Esta decisión no fue de lo más acertada, ya que esta calle es tan estrecha e impracticable como la anterior, y supongo que sería una de las razones por las que el 3 de abril de 1864 se anunció la intención de trasladar las oficinas a la calle de la Librería. Sin embargo, a mediados del año siguiente, estas fueron ubicadas en la casa que poseía el marqués de Valdeflores en la calle Góngora.

IMAGEN 2. Calle Alfonso XIII en 1907.
     Tampoco aquí estuvo Correos mucho tiempo. En la sesión de las Cortes Generales del 8 de Marzo de 1869 se anunció que las Direcciones de Telégrafos y Correos se fundirían en una sola, hecho que se hizo efectivo con el decreto publicado el 25 del mismo mes, añadiendo que a partir de ese momento pasaría a denominarse Dirección General de Comunicaciones. Según el artículo 14, gabinetes telegráficos y despachos de correos habrían de reunirse en un mismo edificio, propiedad del Gobierno en la medida de lo posible. Los dos ramos de la nueva Dirección se trasladaron entonces a la planta baja del Gobierno Civil, que estaba situado en el Palacio de los Marqueses de la Puebla, en la esquina de las actuales calles Alfonso XIII y Carbonell y Morand. Allí estuvo establecida hasta septiembre de 1871, fecha en la que resolvió que la Dirección General de Comunicaciones pasara a llamarse de Correos y Telégrafos, volviendo estos a separarse y quedándose estos últimos con las dependencias que había estado ocupando los primeros. Mientras Telégrafos permanecía en el Palacio, Correos volvió a su antigua sede de la calle Góngora. Tan solo diez años después, el edificio se encontraba en estado ruinoso y a finales de 1881 se anunciaba un nuevo traslado, esta vez al número 6 de la calle Santa Victoria. Una vez que este se hizo efectivo, la sede anterior fue derribada para poder efectuar la alineación y ensanche de la calle Huerto de los Limones y parte de la calle Góngora. Aunque en esa época se trataba de dos calles distintas, una a continuación de la otra, en la actualidad responden al último de los dos nombres.

IMAGEN 3. Correos en la calle Santa Victoria.
     Correos comenzó a funcionar en la calle Santa Victoria el 1 de enero de 1882. Esta nueva ubicación aparece reflejada en el plano de 1884 de Dionisio Casañal, aunque todo lo que viene va, y tras solo cuatro años allí las oficinas volvieron a ser cambiadas de sitio. El traslado se hizo efectivo el 10 de enero de 1886 y el lugar escogido fue esta vez la plazuela de Benavente, la actual plaza de la Agrupación de Cofradías. Al encontrarse ahora algo más alejada del centro comercial de la ciudad, se sugirió desde la prensa que para mayor comodidad de la población se habilitase en el Ayuntamiento un buzón en el que poder depositar la correspondencia hasta última hora, al igual que se había hecho con anterioridad en el Palacio de los Marqueses de la Puebla cuando Correos se trasladó a la calle Góngora. Siguiendo la tónica que hasta ahora hemos visto, seis años más tarde, en diciembre de 1892 se anunció un nuevo cambio de sede. En en número del día 10 del Diario de Córdoba de este mismo mes se podía leer lo que sigue:

     «CENTRO TELEGRÁFICO.- El recientemente establecido en la hermosa casa de nuestro distinguido amigo señor Marqués de las Escalonias, que nada ha omitido por su parte, en la plazuela de Séneca, puede sin exajeración asegurarse que es el mejor de España [...] Tambien son notabilísimas las dependencias de correos que nada dejan que desear en hermosura, buen orden y demás [...]»

IMAGEN 4. Plaza de Séneca.
     De nuevo encontramos a los ramos de Correos y Telégrafos bajo el mismo techo, esta vez en la casa solariega que correspondía al número 28 de la plaza de Séneca (en la actualidad número 3), propiedad en esa época del citado marqués y anteriormente, según nos cuenta Teodomiro Ramírez de Arellano, del Marqués del Villar y de los Condes de Zamora de Riofrío. Cuatro días más tarde aparece otra noticia en la se habla de un curioso buzón que podremos ver más adelante en otra de las posteriores ubicaciones de Correos y que los cordobeses de más edad recordarán:

     «CORREOS Y TELÉGRAFOS. Brevemente quedarán instaladas en la planta baja del edificio que en la plaza de Séneca ocupa la estación telegráfica las oficinas de la Administración principal de correos. Actualmente se están preparando las habitaciones que han de destinarse á dicha dependencia, habiéndose colocado ya el nuevo buzón de hierro que, figurando la cabeza de un león, sustituirá al que se viene usando desde tiempo inmemorial. Sobre la puerta de entrada al edificio, creemos se colocará una muestra que diga Correos y Telégrafos. Al menos los forasteros sabrán en donde se encuentran ambas oficinas».

     El 30 de septiembre de 1900 el administrador provincial, Pelayo Correa, hacía pública la decisión del Director General de que los ramos de Correos y Telégrafos separasen sus oficinas en Córdoba, por lo que se abrió un plazo de un mes para que pudiera presentar sus proposiciones cualquier interesado en ceder sus casas o locales para instalar una nueva sede para los primeros, en calidad de arrendamiento y por una duración de cuatro años. 

IMAGEN 5. Situación de Correos en los planos.
     El cambio se produjo, como se deduce de una noticia aparecida en el Diario de Córdoba que habla de la aceptación de un contrato de arrendamiento en 1905, aunque sin moverse de la plaza. Como se puede ver en planos posteriores, de 1906 y 1910, Correos ahora se había mudado al lado contrario de la misma, frente a la casa del Marqués de las Escalonias. La nueva ubicación aparece algunos años más tarde en el Almanaque de "El Comercio" de 1921 , en el que sitúan las nuevas oficinas en el número 13 de la plaza de Séneca, ocupando Correos la parte baja del mismo mientras que Telégrafos hacia lo propio en la superior. Ignoro si la Dirección General reconsideró su deseo de separar ambos ramos, el caso es que, aunque en plantas distintas, aún permanecían juntos.

IMAGEN 6. Alineación de Ambrosio de Morales y Plaza de Séneca.

IMAGEN 7. Almanaque de El Comercio de 1921.
     En estas fechas la numeración de las casas en la Plaza de Séneca continuaba la progresión de las de la calle Ambrosio de Morales, de ahí la extrañeza de que en dicha plaza pudieran existir números tan altos como el 13 o el 28, cuando en realidad únicamente existen cuatro casas en la misma. De esa manera, el antiguo número 28 es el actual número 3, y el desaparecido número 13 se correspondería con los actuales 1 y 2 de la plaza de Séneca y parte del número 19 de Ambrosio de Morales.
     En febrero de 1909 tocaba cambiar de nuevo y se remitió un informe al Ministerio de Gobernación para que resolviera cuál de las tres proposiciones presentadas sería escogida para albergar la nueva sede de Correos y Telégrafos. Las opciones que se habían presentado eran tres: la que ocupaba en ese momento, el palacio que había pertenecido a Ana de Hoces en la calle Pedregosa y en tercer lugar un solar en el paseo del Gran Capitán que en su día fue el jardín del palacio del Marqués de Dávalos. Esta última, según rumores de los que se hacía eco la prensa, era la que parecía tener más opciones para ser designada. Sin embargo en 1916 Correos aún continuaba en el edificio de la plaza de Séneca, aunque se había comenzado a barajar la posibilidad de construir para estos un nuevo edificio en la plaza de Cánovas del Castillo (la actual Tendillas) que se había comenzado a ensanchar años atrás. Una vez que se derribara el Hotel Suizo, dicho edificio se ubicaría entre las calles Diego León, Sánchez Guerra y La Plata, en la manzana que hoy ocupan la Unión y el Fénix y la Central de Telefónica. Este proyecto no pudo ver la luz ya que el Ayuntamiento no dispondría del solar del Hotel Suizo al menos hasta 1923 y finalmente sería desechado.

IMAGEN 8. Correos en Jesús María.
     Las instalaciones de la plaza de Séneca hacía ya tiempo que se encontraban en un estado lamentable, habiéndose producido algún que otro desprendimiento, sin embargo no fue hasta finales de 1929 que se llevó a cabo el tan esperado traslado. El sitio escogido esta vez se encontraba en el número 5 de la calle Jesús y María, junto al palacio de los Marqueses de Valdeflores. El 20 de noviembre, en el periódico La Voz: diario gráfico de información, se podía leer la siguiente noticia:

     «Próximamente comenzarán a funcionar algunos servicios en la nueva Casa de Correos, situada en la calle Jesús María. Los servicios que primeramente serán llevados al nuevo edificio de Correos son los de Giros y Caja Postal de Ahorros».

     Como dije más arriba, muchos cordobeses aún recuerdan el buzón con forma de cabeza de león que tanto asustaba a algunos chiquillos, mientras que otros pedían a sus padres que los alzasen para poder meter la mano por su boca, y que había estado inicialmente instalado en la primera sede de la plaza de Séneca. La estancia de las oficinas en esta calle duró dieciséis años, bastante tiempo si tenemos en cuenta la escasa duración de otras sedes, exceptuando la última, y dejó su huella en los nombre de algunos comercios como la "Farmacia del Correo" o el "Bar Correo", al igual que anteriormente lo había hecho en la denominación de calles y plazas.

IMAGEN 9. Sede de la calle Cruz Conde.
     Como no hay dos sin tres, en realidad ocho sin nueve si tenemos en cuenta todos los cambios hasta ahora, Correos volvió a ser trasladada, esta vez al que de momento es su último destino. La apertura de la calle Cruz Conde en 1924 había dado como resultado una serie de solares libres, y el Ayuntamiento adquirió la parcela en la que iba a ser construido el nuevo edificio para albergar la sede de Correos y Telégrafos, en el número 15 de la citada calle. El proyecto venía de mucho tiempo atrás pero no fue hasta 1934 que se realizó la compra. La Guerra Civil paralizó cualquier avance en la iniciativa y las obras no comenzaron finalmente hasta 1940, bajo la alcaldía de Manuel Sarazá. Dichas obras se retrasaron aún bastantes años y la nueva sede no fue inaugurada definitivamente hasta 1950. El edificio contaba con la amplitud necesaria para dar cabida a las nuevas instalaciones, repartidas en tres plantas, además de dos viviendas para los jefes de Correos y Telégrafos, situadas en la terraza superior.
     Obviamente las comunicaciones han avanzado muchísimo en los últimos años, y los servicios postales no tienen ya la relevancia que tuvieron en siglos anteriores, aunque también es verdad que Correos se ha ido modernizando con el paso del tiempo y ofrece servicios que serían impensables cuando este servicio nació. Es muy probable que el edificio de la calle Cruz Conde ni siquiera esté siendo usado en su totalidad y, aunque hasta la fecha es la sede más longeva que ha tenido el servicio de Correos y Telégrafos en nuestra ciudad, tras 71 años de existencia creo que será la última. ¿O no?


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACION
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía extraída del grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES
- Imagen 2: Fotografía de Lucien Roy, 1907. PLATAFORMA ABIERTA DEL PATRIMONIO. REPÚBLICA FRANCESA
- Imagen 3: Sección del plano de 1884 de Dionisio Casañal. RED MUNICIPAL DE BIBLIOTECAS DE CÓRDOBA
- Imagen 4: Plaza de Séneca. FO/A 0148-028/F29, ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA
- Imagen 5: Sección de planos de Córdoba de 1906 y 1910. PLATAFORMA "A DESALAMBRAR"
- Imagen 6: Plano y perfiles de la calle Ambrosio de Morales y Plaza de Séneca. AH080404-SF-C-03909, ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA
- Imagen 7: Almanaque de "El Comercio". RED MUNICIPAL DE BIBLIOTECAS DE CÓRDOBA
- Imagen 8: Calle Jesús María. LADIS, 1951. FO010101-A00050-0005-0010, ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA
- Imagen 9: Fotografía extraída del grupo de Facebook FOTOS ANTIGUAS E HISTORIAS DE CÓRDOBA (ESPAÑA)