sábado, 26 de junio de 2021

Calles de Córdoba: el horno del Camello, el de la Pólvora y algunos hornos que se quedaron atrás

      Hace varios meses que vimos en una entrada anterior doce ejemplos de calles cuyos nombres hacían referencia a la existencia en ellas o en sus cercanías de un horno. Vamos a ver ahora aquellas que se quedaron en el tintero.


13. HORNO DEL AGUA
     Dice Francisco Román Morales en la obra que le dedicó a las calles de nuestra ciudad, que este topónimo seguramente hace alusión a la existencia de un horno de pan o tahona en esta calle, que en el plano de 1881 aparece bajo el nombre de calle del Agua, lo que podría deberse a las lagunas que se formaban en ella a causa del agua de lluvia que corría desde la plaza de los Padres de Gracia. En esta plaza comienza la calle de que hablo, finalizando en la calle Queso. Con esta última y con la calle Ciegos forma una cruz, hecho por el que a esta zona se la conoció antiguamente como Cruz de San Lorenzo.





14. HORNO DEL CAMELLO
     Esta es la antigua denominación de la actual calle Diego Méndez. Parte desde el cruce con las calles Santa Inés, Encarnación Agustina y Duque de la Victoria para terminar en la de Muñices. Dice Ramírez de Arellano que su nombre proviene de la existencia de un horno en la casa por bajo de la que corta la esquina de Muñices con Diego Méndez, probablemente en el actual número 10 de esta última, y que el autor identifica con la casa solariega de los Góngoras. Añade además que en este horno había un camello destinado al transporte de enseres. No parece que Córdoba fuera el sitio adecuado para tener un camello como animal de carga, por mucho calor que haga en nuestra tierra, por lo que quizás el nombre de esta calle podría hacer referencia al Arroyo del Camello. Según José López Amo, en su obra de 1876 Fuentes y Cañerías, los religiosos del convento de Santa María de Gracia tenían la obligación, a cambio de otras concesiones, de ceder a la ciudad una paja de agua procedente de las que poseían, entre las que se encontraban las de los arroyos de la Hormiguilla y del Camello, y transportarla a través de la cañería de la Puerta de Plasencia hasta la plaza de San Lorenzo. Bien por la cercanía al mismo o porque se hubiera surtido con sus aguas, el horno habría terminado adoptando su nombre.





15. HORNO DE CASTRIL
     Así se conocía anteriormente a la actual calle Consolación, que transcurre entre el Paseo de la Ribera y el tramo inicial de la calle Mucho Trigo. La referencia al horno debe de venir de muy antiguo, según palabras de Ramírez de Arellano, y ni siquiera aparece en los primeros planos de Córdoba, en los que la denominación de la calle es ya Consolación o Nueva de Consolación, esta última para distinguirla de la calle del Tornillo que también ostentaba este nombre. El apellido Castril tiene un origen judeoconverso, apareciendo varios individuos así llamados en documentos inquisitoriales del siglo XV. Es probable que alguno de los miembros de esta familia de mercaderes y traperos fuese en algún momento propietario de un horno o de una vivienda en esta calle, dándole el nombre a la misma. El nombre actual hace referencia a una imagen de Nuestra Señora de la Consolación que estuvo colocada allí.





16. HORNO DE LA CRUZ VERDE
     Bajo este nombre encontramos la actual calle Travesía de Barrionuevo en el plano de 1884 de Dionisio Casañal. Une el encuentro de las calles Cruz Verde y Ravé, que son la una continuación de la otra, con la calle Barrionuevo. Asegura Ramírez de Arellano que en ella había una cruz de gran tamaño en la esquina, con un brazo apuntando a cada calle, lo que sería señal de pertenecer a la casa del Tribunal de la Inquisición. Aunque este autor no dice nada al respecto, doy por hecho que también tuvo que haber un horno en esta calle que, junto con la cruz, acabaría por darle nombre a la misma.





17. HORNO DE DOS PUERTAS
     Según Ramírez de Arellano esta era la denominación que antiguamente tuvo la actual calle Tornillo sin entrar en más detalles, aunque el nombre es bastante explícito y seguramente se referirá a la existencia de una casa-horno con dos entradas, o quizás el horno en sí era doble. La calle arranca desde el cruce con las calles Armas, Maese Luís y Sánchez Peña y finaliza en el que hace con las calles Candelaria y Padre Cosme Muñoz. El nombre que lleva hoy en día hace referencia a la existencia de un pequeño torno, o tornillo, en la Ermita de la Consolación, por el que eran introducidos los bebés abandonados para que quedaran al cuidado de los religiosos. Esta ermita había sido Casa de Expósitos en dos ocasiones, entre 1586 y 1599, y entre 1642 y 1816, año en que esta función pasó al Hospital de San Sebastián en la calle Torrijos.





18. HORNO DE MAQUEDA
     Nos encontramos ahora en la calle Doña Engracia, que parte desde la plaza de la Almagra y, rodeando una pequeña manzana de solo cuatro casas, vuelve a salir a la calle Escultor Juan de Mesa. Hacia la mitad de la calle aproximadamente existe una plazuela que es la que recibiría este nombre. En el plano de Karvinski de 1811 aparece como plaza del Horno de Moreda, y como plaza de Doña Engracia u Horno de Moceda en el de Montis de 1851. Según Ramírez de Arellano, la denominación Horno de Maqueda, que supongo será una deformación o malinterpretación de Moreda y Moceda, vendría dada por un horno que existía en un callejón sin salida que se encuentra en la plaza.






19. HORNO DE LA PÓLVORA
     En el barrio de Santa Marina encontramos la actual calle Jurado Aguilar, que va desde la calle Zamorano hasta la plaza de Don Gome. El primer tramo aparece denominado en los planos de Montis, de 1851 y 1868 como Horno de la Pólvora y, aunque Ramírez de Arellano la menciona, no da explicación alguna acerca de la procedencia de este nombre. No soy un entendido en la materia, pero intuyo que tener pólvora cerca de un horno no debe de ser muy buena idea.





20. HORNO DE SAN AGUSTÍN
     La actual calle Huerto de San Agustín arranca desde la plaza del mismo nombre y desemboca en la de Alonso Gómez de Sandoval. Según Francisco Román, que a su vez toma las palabras de Ramírez de Arellano, su nombre proviene de la existencia allí de la puerta de acceso al huerto del Convento de San Agustín y, por la misma razón, anteriormente se había denominado calle del Horno de San Agustín.





21. HORNO DE SORIA
     Entre los varios nombres que ha tenido la actual calle Diego de León, que une la plaza de las Tendillas con la calle Alfonso XIII, está el de Horno de Soria. Asegura Ramírez de Arellano que tal denominación proviene de un horno que existió en esta calle y que fue derribado para construir la plaza de Mármol de Bañuelos. Su nombre actual hace referencia a un militar cordobés que, tras unirse en 1841 al alzamiento de O'Donell contra Espartero, fue detenido y fusilado.





22. HORNO DEL VEINTICUATRO
     Esta calle, que mantiene el nombre con el que aparece ya señalada en el plano de Karvinski de 1811, une la plaza del Pintor Rafael Botí con la calle Moriscos. Aunque Ramírez de Arellano no menciona el origen de dicho nombre, según Cordobapedia haría alusión a un Caballero Veinticuatro. Francisco Román, además de esta opción, ofrece la de que el horno se encontrara en el número 24 de esta calle, algo así como el Chavo del Ocho, que no sabemos si tenía ocho años o vivía en el número 8.





23. PLAZUELA DEL HORNO
     Con esta denominación se conoció anteriormente a la plaza de Chirinos, que va desde la plaza de los Carrillos hasta la confluencia de las calles Caño y Manuel de Sandoval. Tantos en los planos de 1811 del barón Karvinski como en el de 1851 de José María de Montis, el tramo que va desde dicha confluencia hasta el ensanche central viene señalado igualmente como calle del Horno. Parece obvio que debió existir uno en esta plaza que fue el que le dio tal denominación.





24. HORNILLO
     Situada en el barrio de San Lorenzo, esta calle une las de Costanillas y Humosa. Ni Ramírez de Arellano ni Francisco Román aclaran el origen de su nombre, aunque este último apunta la posibilidad de que en alguna de las casas de esta calle existiera un horno de pequeñas dimensiones.





25. HUMOSA
     Esta calle comienza desde el extremo de la calle Hornillo para finalizar en la de Obispo López Criado. Asegura Ramírez de Arellano que su nombre se debe a un horno mal construido que siempre la tenía llena de humo. En los planos de 1811 y 1851 aparece señalada como calle de la Humosa y de las Humosas respectivamente, para aparecer con el nombre que actualmente lleva en el plano de 1884 de Dionisio Casañal.




     Y con esta calle finaliza el repaso a todas aquellas que llevan en su nombre el recuerdo a la existencia de un horno entre sus casas. Es posible que se me haya quedado alguna atrás, así es que no dudéis en hacérmelo saber.


Rafael Expósito Ruiz.

     


DOCUMENTACIÓN
- Las calles de Córdoba, Francisco Román Morales.
- Paseos por Córdoba, Teodomiro Ramírez de Arellano.

FOTOGRAFÍAS
- Realizadas por el autor.

lunes, 21 de junio de 2021

Cuando el Gran Capitán vivió de alquiler

      Estaba buscando información en la red sobre una casa que perteneció a la familia de Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán, cuando encontré un artículo publicado el 29 de septiembre de 2019 por Manuel Ramos Gil en el Diario ABC que narraba cómo este personaje había vivido, al menos durante un tiempo, en otra del humilde barrio de San Lorenzo. El solar donde estuvo dicha casa lo ocupa actualmente la plaza del Poeta Juan Bernier, y en ella aún se puede contemplar la portada principal del edificio.

Imagen 1. Retrato de Gonzalo Fernández de Córdoba.
     Gonzalo Fernández de Córdoba nació en 1453, en el seno de una familia a la que Enrique II había otorgado en 1370 el Señorío de Aguilar, concretamente a un antepasado de igual nombre y apellidos que nuestro protagonista. Tenían su casa principal en el barrio de Trascastillo, conocida como  la Casa del Águila, la cual heredó posteriormente Alfonso Fernández de Córdoba, hermano del Gran Capitán y primogénito de la familia. Ambos, junto a una hermana pequeña, se habían quedado sin padre a muy temprana edad y, con tan solo siete años, Gonzalo fue enviado a la Corte al servicio del infante Alfonso, hermano de la futura Isabel I. Con él permaneció hasta que este murió en 1468, pasando después a servir como paje de la propia Isabel. 
     Tras cinco años, en 1473, Gonzalo regresó a su tierra natal. Tenía 20 años de edad y ningún derecho a los títulos y posesiones de la familia, que habían recaído en el primogénito. Seguramente vivió un tiempo en la casa familiar pero, según cuenta Ambrosio de Morales, un desencuentro entre los hermanos hizo que Gonzalo se marchase para no volver más. Imagino que esta pelea fraternal ocurriría después de haber sido hecho prisionero durante tres años por su primo, el conde de Cabra, hasta que en 1476 fue liberado gracias a la intercesión de los Reyes Católicos.

     Y llegamos al año 1477. Según Manuel Ramos, existe en el Archivo Histórico de Protocolos una escritura de arrendamiento fechada el 16 de octubre de ese año a favor de Gonzalo Fernández de Córdoba de una casa propiedad de Leonor Sánchez de Cárdenas, por la cantidad de 7.000 maravedíes y por una duración de dieciséis meses. Dicha casa lindaba por la parte delantera con la calle Mayor de San Lorenzo (actualmente Santa María de Gracia), por la trasera con la Arroyo de San Lorenzo (en realidad sería con la de Arroyo de San Rafael, aunque puede ser que en esas fechas las dos calles respondieran a la misma denominación) y por un lateral con la calleja del Baño, que en la actualidad es la calle Virgen de Villaviciosa. Infiere el autor que la denominación de calleja del Baño estaría relacionada con una casa de baños de origen musulmán propiedad de la familia conocidos como los "Baños de Cárdenas".

Imagen 2. Calle Arroyo de San Rafael. A la derecha la tapia del convento.
     Sea como fuere, el arrendamiento no era todo lo legal que pudiera parecer, como lo demuestra una pragmática de los Reyes Católicos en la que se ordena a Leonor Sánchez de Cárdenas comparecer ante ellos para dar explicaciones sobre el asunto. Resulta que la casa era propiedad de su hermano,  el alcalde mayor de Córdoba Pedro Ruiz de Cárdenas. Casado con María Fernández de Arenillas falleció sin descendencia, habiendo dejado dispuesto en 1475 en su testamento que en sus casas principales se fundara un beaterio para doce mujeres, germen del futuro convento de Santa María de Gracia, del que su viuda sería la hermana mayor, y cuyo patronato estaría a cargo de su sobrino Luis González de Cárdenas.
     La madre de este sobrino no era otra que su hermana Leonor, quien supongo que aprovechando la minoría de edad de su hijo actuó como auténtica heredera y no como la encargada de cumplir los deseos de su hermano, intentando sacar provecho al arrendar las posesiones. Para ello contó con la ayuda de cierto alcalde de Córdoba y de un escribano, que acabó siendo encarcelado. Ignora el autor del artículo si Gonzalo llegó a ser desahuciado por la justicia aunque afirma que llegó a habitar la casa durante algún tiempo. No sería demasiado, porque poco después se marchó de nuevo a la Corte para iniciar la carrera que le llevaría a alcanzar la fama.


Imagen 3. Portada hoy desaparecida y parte interior de la principal.

Imagen 4. Portada principal.
     Finalmente el beaterio fue fundado, pasando después a convertirse en el citado convento de Santa María de Gracia. Después de quinientos años de historia, al menos sirviendo como convento ya que ignoro qué antigüedad tendría cuando Pedro Ruiz de Cárdenas lo cedió en su testamento, el edificio fue finalmente demolido en 1974, en una operación no exenta de polémica, tras la que únicamente quedaron en pie la portada principal de la calle Santa María de Gracia y los restos de una segunda que daba salida a la de Virgen de Villaviciosa. Los restos de esta otra portada fueron retirados en la primera remodelación de la plaza, en 1989, aunque aún es posible observarlos en fotografías anteriores a la misma. La plaza volvió a ser remodelada de nuevo en 2009, fecha desde la que ofrece el aspecto que podemos ver en la actualidad, y la portada que tal vez Gonzalo Fernández de Córdoba atravesó un día por última vez continúa presidiéndola como mudo testimonio de una Córdoba ya desaparecida.



Rafael Expósito Ruiz.





DOCUMENTACION
- Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, vivió en el barrio de San Lorenzo, Manuel Ramos Gil (2019) ABC Córdoba.
- La casa del Gran Capitán, Rafael Castejón. B.R.A.C. n.º 23, 1928.

IMÁGENES
- Imagen 1: Retrato de Gonzalo Fernández de Córdoba. Isidoro Lozano, circa 1850. BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA.
- Imagen 2: Fotografía subida al grupo de Facebook CORDUBA.
- Imágenes 3 y 4: Plaza de Juan Bernier antes de su remodelación. Rafael Mellado. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.

martes, 15 de junio de 2021

Una aparición en la Córdoba del siglo XIX: la "Ternerilla descabezada"

     Nunca entendí la desagradable estrategia de algunos padres que amenazaban a sus hijos con personajes siniestros cuando no conseguían que estos les hicieran caso. Si querían que la niña o el niño terminasen sus tareas, se comieran la verdura o se fuesen a la cama temprano, solamente tenían que nombrar al Hombre del saco, al Coco o al Sacamantecas, por poner algunos ejemplos. Obviamente les importaba un pimiento las pesadillas que estos personajes provocaban en las infantiles mentes, y suplían su total carencia de conocimientos educativos básicos con "historias para no dormir".

     Entre las historias que componen el folklore cordobés, hay una que recientemente he descubierto y que asustaba tanto a niños como a mayores. Se trata de la "Ternerilla descabezada".
     En siglos pasados corría la historia de una ternerilla sin cabeza que, saliendo de la calle Caño, recorría los alrededores de la Puerta de Osario bramando de una manera tan espantosa que incluso había provocado la muerte de varias personas a causa del susto. Se decía que el origen de esta abominación estaba en una joven tan mala y deshonesta que insultaba e incluso llegaba a agredir a su madre. La pobre mujer, cansada de tantos abusos, le espetó un día que ojalá hubiese dado a luz a cualquier bestia y no a ella, acompañando su afirmación con toda clase de blasfemias y maldiciones.

Imagen 1. Vista antigua de la calle Caño.


     La Providencia tomó cartas en el asunto y para castigarlas a las dos, a la hija por mala y a la madre por blasfema, convirtió a la muchacha en ternera. La madre no supo qué hacer entonces y esperó a que se quedase dormida, tras lo cual le cortó la cabeza y la arrojó al caño que da nombre a la calle. Desde entonces, el espectro de la desdichada salía todas las noches para purgar todas las infamias cometidas contra su madre en vida.
     Tanto había calado esta historia entre la población que una noche, cuando el sereno cantaba la hora en la calle Caño, escuchó un aullido que le heló la sangre. Dos veces se dio la vuelta por el miedo pero armándose de valor decidió seguir su camino mientras seguía repitiendo la hora y escuchando el aullido cada vez que lo hacía. Al llegar a la altura del caño encontró un perro que era quien aullaba en respuesta a la voz del sereno y, en una mezcla de miedo, rabia y vergüenza, lo atravesó con su chuzo (1).

     Pero no era esta la única ternerilla descabezada que andaba asustando a los cordobeses por las noches. Los vecinos del barrio de San Lorenzo contaban con la suya propia. Al igual que la anterior se decía que se trataba de una mala hija que había caído bajo la maldición de su madre, pero esta no surgía todas las noches de la calle Caño sino de la que hay sin salida hacia la mitad de la de Arroyo San Lorenzo y que sirve de acceso a la plaza del Manzano, aunque antiguamente era conocida como la Rejuela por la reja que existía en su entrada.

Imagen 2. Entrada a la Plaza del Manzano desde la calle Arroyo de San Lorenzo.



     No faltaban quienes intentaban sacar provecho del miedo que este ser sobrenatural provocaba en la población. Sobre los años cuarenta del siglo XIX, un individuo se envolvía la cabeza con la piel de un animal a la que colocaba candiles encendidos en cada una de las puntas y se dedicaba a recorrer los alrededores del Campo de la Merced y la Puerta de Osario para sembrar el pánico entre los vecinos, y conseguir así que una banda de matuteros (2) consiguieran introducir sin problemas grandes cantidades de alcohol y aceite de contrabando en una taberna que existía en la calle Caño.

     Este tipo de historias hace tiempo que dejaron de hacer mella en el ánimo de los adultos cordobeses, y desde hace ya tiempo es el recibo de la luz en verano el que no nos deja dormir por las noches, pero son historias que merecen ser recordadas.


Rafael Expósito.


(1) chuzo: Palo con una púa de hierro en un extremo usado a modo de lanza para atacar o defenderse, en especial el usado por los serenos y vigilantes nocturnos.
(2) matutero, a: Persona que se dedica al matute, es decir, la introducción fraudulenta de mercancías en una población.





DOCUMENTACIÓN
- Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia, 1873-1877. TEODOMIRO RAMÍREZ DE ARELLANO.
- Notas cordobesas, recuerdos de otros tiempos, 1910-1924. RICARDO DE MONTIS ROMERO.

FOTOGRAFÍAS
- Imagen 1: Fotografía de LADIS. Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 2: Google Street View.

martes, 8 de junio de 2021

Las columnas salomónicas de la calleja del Marqués del Villar

     Hace algunas mañanas me encontraba asomado al balcón de mi casa y no pude evitar escuchar la conversación de un grupo de cuatro hombres que venía desde la calleja de San Eulogio hacia arriba. Daba la impresión de que eran cordobeses, aunque se ve que llevaban mucho tiempo sin pasar por esta zona, pues a la altura de la taberna Sociedad de Plateros uno de ellos iba diciendo: "sí, yo creo que recuerdo haber estado aquí", refiriéndose a la misma. Hasta aquí todo normal, unos cuarentones recorriendo el casco antiguo y rememorando sus andanzas juveniles. El problema llega cuando, justo a la entrada de la calle Marqués del Villar, uno de ellos se gira y dice: "cucha el palacio que tiene el marqués ahí al fondo", señalando a la portada barroca que se puede observar desde la entrada de la calle en Ambrosio de Morales.

Imagen 1. Vista actual de la portada.
     Realmente no sé si se refería al edificio en conjunto o únicamente a la portada, pero con respecto a esta escucho a diario innumerables transeúntes de esta ciudad que dan las más variopintas explicaciones a sus acompañantes sobre lo que existe tras las puertas; la mayoría afirma que se trata de una iglesia, aunque no sepan a qué advocación pudiera pertenecer, mientras otros más imaginativos aseguran que en su día fue la capilla privada de los propietarios de la casa de los Páez de Castillejo. En lo único que suelen acertar, tanto autóctonos como foráneos, es que las columnas que se encuentran a ambos lados de la puerta son salomónicas. Estas son un tipo de columnas muy usadas en el Barroco cuyo fuste, la parte que se encuentra entre la base y el capitel, se encuentra retorcido sobre sí mismo. Como mis nociones de arquitectura son tan básicas como un ladrillo no voy a ahondar más para no "meter la pata", así es que volvamos a la portada.
     El problema está en que pocos cordobeses, y aún menos los que vienen de fuera, conocen la procedencia o la historia de esa portada, lo que tendría fácil arreglo si la autoridad competente en estos temas tuviera a bien colocar una simple placa con una mínima explicación que resuelva tales interrogantes. Lo de la falta de señalización es una enfermedad que no solo afecta a este caso concreto, sino a más de un edificio histórico de nuestra ciudad, con ejemplos como la casa del Conde de Torres Cabrera en la calle del mismo nombre, la de los Condes de Zamora de Riofrío en la calle Cabezas o incluso la casa en la que una vez estuvo el museo de Pedro Leonardo Villa Zevallos, junto a la que pasamos cada vez que atravesamos la calleja de la Luna.

Imagen 2. Iglesia de Santa Ana en Lucena, 1910.
     A falta de placa explicativa, la historia de la portada barroca con sus columnas salomónicas es la que sigue. Según se puede leer en los "Anales de M. F. y M. L. Ciudad de Lucena", «En el presente siglo, siendo Priora la Ve. Sra. Dña. Mariana Llano de Alvear y Aranda, se hizo la iglesia Nueba de este convento con tres nabes, y una Capilla maior ochabada, de excelente hermosura y altitud, bellamente pintada. Tiene dos coros bajos a los lados, que el uno en su magnitud extensiva, claridad y buena disposición excede a todos los de esta ciudad. Júntase a correspondencia de su magnificencia la que se mira en la bella portada de la Iglesia, de jaspes de barios colores, con salomónicas hermosas columnas de el negro..».
     
     Dicho convento, de monjas dominicas y dedicado a Santa Ana, se encontraba aproximadamente en el lugar que ocupan en la actualidad los números 21 y 23 de la calle Antonio Eulate. La nueva iglesia se construyó bajo el diseño de 1692 de Leonardo Antonio de Castro, encargándose los canteros Juan Navas y Toribio de Bada de la portada que nos ocupa. Esta la formaban dos cuerpos, el primero de mármol rojizo y compuesto de un vano de medio punto flanqueado por columnas salomónicas de caliza blanca con capiteles corintios, y una hornacina con la imagen de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen rematada con un frontón triangular en el segundo. Dicho frontón, completo al principio, fue posteriormente partido con un escudo central en el que luce un jarrón de azucenas, que haría alusión tanto a la virgen María como al misterio de la Encarnación.

Imagen 3. Primer cuerpo ya montado.
     A principios de los años 40 del siglo XX, el desastroso estado económico del convento hizo que la única salida viable fuese la demolición. Mientras el retablo de la iglesia acabó formando parte de la de San Felipe Neri, la portada barroca fue adquirida por el arquitecto Félix Hernández para las obras de restauración y adaptación del Palacio de los Páez de Castillejo como nueva sede del Museo Arqueológico, obras que se llevaron a cabo entre 1945 y 1959. Según recoge Samuel de los Santos Gener, antiguo director del mismo, en la ficha de Inventario General, una de las columnas se quebró cuando la descargaban del camión que la transportaba, aunque debió ser reparada con tal esmero que aún no he logrado ver la fractura. Finalmente la portada fue colocada en el muro posterior del Palacio, a modo de entrada o salida de uno de los cuatro patios con los que este cuenta. Puede parecer que el sitio no sea el más adecuado, escondida en el recodo de una calleja, y que debiera estar dentro del edificio o en un lugar más visible, pero el hecho de haber sido librada de la destrucción junto con el convento de Santa Ana ya es algo positivo. Además, puedo asegurar sin temor a equivocarme que la ven muchas más personas donde está que en un hipotético emplazamiento dentro del Museo. Las puertas de madera originales tuvieron que ser reemplazadas en 2004 debido al deterioro que presentaban. El aspecto que presenta la portada hoy día es el resultado de una restauración que se llevó a cabo en 2019, tras la que dejaron una red cubriendo el cuerpo superior que supongo que será muy efectiva para evitar que las palomas lo tomen como residencia, pero que da una desagradable sensación de obra a medio terminar.

Imagen 4. Santa Ana y la Virgen "pescadas".
     El caso es que, como ya dije antes, si alguna persona atravesara esa portada no encontraría templo alguno, ni ninguna capilla privada, únicamente un simple patio. Es cierto que este pertenece a una casa-palacio, la de los Páez de Castillejo, por lo que el caminante que provocó esta entrada con su comentario llevaba en parte razón, aunque quizás mezcló el palacio por un lado y el marqués que da nombre a la calle por otro. Pero volvemos a la realidad de que en nuestra ciudad existe una urgente necesidad de señalización de numerosos inmuebles, tanto para los cordobeses como para los que nos visitan y que, en el caso de esta portada, sería muy triste tener que escuchar a un natural de Lucena paseando por la calleja y preguntándose: ¿Qué iglesia será esta?



RAFAEL EXPÓSITO.





DOCUMENTACIÓN
- Aproximación a la obra del retablista Francisco José Guerrero. FRANCISCO LÓPEZ DE SALAMANCA.
- Real Academia de la Historia.
- Red Digital de Colecciones de Museos de España.

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 4: Realizadas por el autor.
- Imagen 2: Fotografía extraída de senublaronmisojos.com.
- Imagen 3: Fotografía extraída del grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES.

miércoles, 2 de junio de 2021

De esquinas y columnas. Séptima parte

      Hace ya varios meses que no realizamos ningún paseo y no tengo ninguna excusa, ni la pandemia ni el mal tiempo han sido los causantes, simplemente lo he ido dejando pasar, así es que vamos a iniciar hoy uno que es corto tanto en recorrido como en número de columnas,  y aunque la zona visitada en su búsqueda ha sido bastante más amplia, de donde no hay no se puede sacar. Comenzamos pues.


Plano con la ubicación de las columnas.





1, 2, 3 y 4. CONCEPCIÓN

     El recorrido de hoy arranca desde la plaza de las Tendillas. Entramos por la calle Gondomar hasta llegar a la calle Concepción, concretamente hasta el número 1 de esta calle. Se trata de la iglesia de San Nicolás de la villa y, en su fachada principal y haciendo esquina con la calle San Felipe, veremos la primera columna del día (Fotografías 1 y 2). A pocos metros a su derecha podemos ver empotrada en la misma fachada una basa de estatua dedicada al emperador Constancio.





     Si rodeamos la iglesia entrando por la calle San Felipe vamos a encontrar otras dos columnas más, incrustadas en la fachada lateral de la misma que da a esta calle (Fotografías 3, 4 y 5).






     Todavía podemos ver una cuarta columna en los muros de la iglesia. Esta se encuentra en la misma fachada que acabamos de ver, justo en la esquina que da a la plaza de San Nicolás (Fotografías 6 y 7).






5. PLAZA DE SAN JUAN
     Desde este punto continuamos por la calle San Felipe hasta la plaza Ramón y Cajal y giramos a la izquierda para entrar por la calle General Argote. Al final de la misma, en la esquina que forma con el número 3 de la plaza de San Juan, vemos la siguiente columna (Fotografías 8 y 9). El edificio en que se encuentra corresponde a la casa de los Condes de Gramedo, antigua propiedad de la familia Cabrera, como lo indican las armas de sus apellidos en la portada, y fue sede durante un tiempo del Museo Arqueológico de Córdoba. Esta columna no se encontraba originariamente allí, siendo colocada en los años 50-60 del siglo pasado.






6 y 7. SÁNCHEZ DE FERIA
     Dejamos atrás la plaza de San Juan y continuamos hasta la de Pineda. Tras atravesarla cruzamos la calle Valladares hacia la del Horno de la Trinidad. Saldremos a la plaza del mismo nombre y giraremos entonces a la izquierda para tomar la calle Sánchez de Feria. Hacia la mitad de la calle se encuentra la plaza Profesor López Neyra y, frente a ella, la siguiente columna que vamos a ver (Fotografía 10). Está empotrada en la esquina de un saliente que tiene la fachada de la antigua casa de los Hoces, sede del Archivo Municipal de Córdoba que en la actualidad se encuentra en proceso de restauración.






      Unos metros más abajo y en la acera de la izquierda, observamos en una esquina junto a la entrada de la casa número 13 una piedra en forma de T, bastante desgastada, que podría tratarse de un capitel de columna, o de una basa colocada de forma invertida (Fotografías 11 y 12).





     Si continuamos bajando por la calle Sánchez de Feria veremos, justo a la salida y a ambos lados, dos esquinas rebajadas bastante curiosas (Fotografía 13). Están protegidas por losas de piedra y tienen en la parte superior una forma esculpida que no voy a decir aquí a qué me recuerdan, supongo que cada uno tendrá su propia teoría. Los dos conjuntos pertenecen a edificios diferentes y uno de ellos se ve bastante más reciente que el otro, por lo que imagino que se haría a imitación del más antiguo para darle cierta simetría a la entada de la calle.



 


8. FERNÁNDEZ RUANO
     Hemos salido ya a la calle Fernández Ruano y vamos a girar ahora a la derecha. La siguiente columna podemos verla en la casa número 14, haciendo esquina con la calle Tejón y Marín (Fotografías 14 y 15), aunque en esta ocasión no está empotrada en la fachada sino apoyada contra ella.






9. TEJÓN Y MARÍN
     Justo en la esquina contigua, que pertenece a la casa número 26 de la calle Tejón y Marín, podemos ver la última columna de hoy (Fotografías 16 y 17). Cuenta con una argolla de hierro en la parte superior, imagino que colocada al mismo tiempo que la columna para darle mayor sujeción, y aún se pueden ver los restos de óxido de otra que hubo en la inferior.





     Como ya advertí al principio el paseo ha sido corto, y no será el único me temo, pues a medida que nos vamos alejando del centro de Córdoba las columnas van escaseando. Desde aquí, da igual hacia dónde nos dirijamos para tomarnos la cerveza o el refresco de hoy, en cualquier sitio de los alrededores disfrutaremos de un buen ambiente rodeados de historia. Hasta el próximo paseo.


Rafael Expósito Ruiz.





Fotografías realizadas por el autor.