sábado, 27 de abril de 2024

CÓRDOBA DESAPARECIDA: LA OTRA CALLEJA DEL CURADERO DE LA SEDA

     Si observamos el plano de Córdoba de 1811, elaborado por el barón Karvinski y Joaquín Rillo, podemos ver una larga calle que conectaba la plazuela de la Puerta del Rincón con la de la Lagunilla, denominada "Curadero de la Seda", parte de cuyo trazado aún pervive en la actual calle Adarve. Teodomiro Ramírez de Arellano la menciona en su obra Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia, y un azulejo en la misma da fe de su antiguo nombre, pero también hace referencia a otra con la misma denominación, una calleja sin salida que, al menos para mí, es bastante menos conocida que la anterior. Veamos cuál es.

IMAGEN 1. Salida de la calle Ronquillo Briceño al río.



     Desde la calle Agustín Moreno, en pleno barrio de Santiago, parte otra en dirección al río Guadalquivir que es la de Ronquillo Briceño, nombrada así en recuerdo del corregidor de la ciudad que fue responsable de la actual morfología de la plaza de la Corredera, y conocida anteriormente como la calle del Viento. Sobre esta calle dice Ramírez de Arellano lo siguiente:

     «Contigua a la parroquia hay otra calle estrecha, pendiente y alcantarillada, que le dicen del Viento por el mucho que se siente en ella, sin duda por su dirección al rio: á su mediación está la del Claustro, sucia y fea, conocida por aquel título desde poco después de la conquista, á causa de que, como ya indicamos, daba á aquel lado el del convento de los caballeros del Temple: mas abajo había una barrera ó calleja sin salida a la que decían del Curadero de la seda, por un corral ó huerto destinado á esta operación».


IMAGEN 2. La calleja en el plano de 1811.



     La citada calleja sin salida, que es la que nos interesa, aparece reflejada en el plano de 1811, el conocido como "plano de los franceses". En éste no se especifica qué nombre tenía la calleja pero, además de la afirmación de Ramírez de Arellano de que se llamaba "Curadero de la Seda", existe un artículo publicado en el diario La Voz el 18 de marzo de 1924, dedicado a la industria de la seda en Córdoba, en el se da cuenta de varios documentos de los siglos XVI y XVII consultados en los archivos municipal y provincial, y en el que se afirma lo siguiente:

     «...así como reconocimientos de las fábricas sederas establecidas por entonces en Córdoba y de las que aún se conservan algunos locales. La calleja llamada de Curadero de la Seda, situada entre las calles Claustro y Viento (hoy Ronquillo Briceño), era una de las más nombradas en aquella época por estar enclavados en ella varios huertos destinados a la operación del secado».

     La calleja continúa apareciendo en planos posteriores, concretamente en los dos que realizó José María de Montis en 1851 y 1868, aunque ya no hay rastro de ella para cuando Dionisio Casañal compone el suyo en 1884, y ya no podremos verla en ninguno de los que se han realizado hasta la actualidad. La razón no es otra que la de que el Ayuntamiento la cedió a un particular.


IMAGEN 3. La calleja en 1868.



     A finales de 1866, Rafael Luque Fuentes dirigió un escrito al Ayuntamiento solicitando que se le permitiera cerrar la calleja. Era propietario de la casa-huerto número 7 de la calle del Viento (Ronquillo Briceño), que hacía esquina con la calleja por el lado de la izquierda, si uno la mira desde la entrada, y recientemente había adquirido en subasta pública el número 9, un solar inhabitable que se encontraba al fondo de la misma. La calleja, que era la única entrada a esta nueva propiedad y a la que no daban más puertas ni ventanas, hacía tiempo que se había convertido en un depósito de inmundicias y en lugar idóneo para «otros usos ofensivos á la moral». Se apoyaba, además, en su solicitud, en el hecho de que Francisca Tarazaga, la propietaria de la casa número 11, que hacía esquina por el lado de la derecha, no ponía ninguna objeción al cerramiento.

     El 15 de noviembre de 1866 la Comisión de Fomento, habiendo estudiado la solicitud de Rafael Luque y a la vista del informe del Arquitecto Municipal, no vio inconvenientes para el cerramiento de la calleja, «si bien dejando á salvo los derechos del dueño de la casa á que corresponde la otra pared de dicha calleja». Tres días después el Ayuntamiento, bajo el mandato del alcalde Miguel Lovera, dio el visto bueno.


IMAGEN 4. La calleja ya no aparece en 1884.



     Es probable que el cerramiento de la calle no se hiciera inmediatamente, ya que aún aparece en el plano de 1868, pero el caso es que para 1884 las casas números 7 y 9 comparten la misma línea de fachada y no se ve la calleja por ningún lado. El hecho de que aún se reflejen en el plano las dos numeraciones indica que Rafael Luque, el propietario de ambas casas, no tenía intención de unirlas sino solamente cerrar la calleja de acceso a una de ellas, manteniéndolas independientes entre sí y, curiosamente, las casas aún siguen estando separadas y el trazado de la calleja continúa estando en el mismo sitio que entonces, aunque ya no sea accesible.


IMAGEN 5. Las dos casas y la calleja.



IMAGEN 6. Fachada de las dos casas en la actualidad.



     El estado actual de la antigua casa número 7, en la actualidad número 9, es bastante lamentable. En realidad no queda de ella nada más que una ruinosa fachada tras la que se puede ver, a través de una de las ventanas entreabiertas, un solar en el que en algún momento han iniciado la cimentación y levantado algunos pilares de hormigón para una nueva construcción, aunque ésta parece que se encuentra en "stand-by". La estrecha fachada que oculta la entrada a la calleja tiene mejor aspecto, aunque no da la impresión de que la casa esté habitada.


IMAGEN 7. Puerta tras la que se esconde la calleja.



     No es, ni mucho menos, el único caso de callejas que actuaban como servidumbre de una casa y que pasaron de públicas a privadas, o simplemente se cerró el acceso a ellas, como en el caso de la de San Francisco, la de los Arquillos o parte de la del Marqués del Villar, pero es bastante curioso porque, al menos yo, desconocía su existencia.


IMAGEN 8. Vista aérea de la calleja.




IMAGEN 9. Muro de la antigua casa número 7 tras el que se encuentra la calleja.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Expediente. Obras Municipales. Alineación de Calles. Donación a Rafael de Luque de una calleja en la calle del Viento para ejecutar nueva fachada acorde a la alineación de la calle. Archivo Municipal de Córdoba.
- Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia. Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 4, 6, 7 y 9: Fotografías del autor.
- Imágenes 2 y 3: Planos de Córdoba de 1811 y 1868 respectivamente.
- Imagen 5: Captura de una sección del plano catastral de Córdoba. Sede Electrónica del Catastro.
- Imagen 8: Captura de Google Earth.

jueves, 18 de abril de 2024

CALLES DE CÓRDOBA: LOS OFICIOS PERDIDOS. CONCLUSION

      Tercera y última parte de las entradas dedicadas a esas calles de Córdoba cuyos nombres provienen de los trabajadores o gremios que las ocuparon en su día. Si bien es cierto que hemos visto algunas calles que no responden a esta premisa y que son algo posteriores a las demás, las he incluido por encontrarse en el casco urbano propiamente dicho, aunque sí me dejo atrás algunas otras, como las que podemos ver en el Polígono Industrial Pedroches, que me parecen excesivamente actuales para esta entrada.






- PESCADORES

     Bajo esta denominación se conocía antiguamente la actual calle Fernández Ruano. Teodomiro Ramírez de Arellano escribió lo siguiente sobre ella: «En este lugar empieza la calle de Pescadores, que termina en la de la Puerta de Almodóvar, afluyendo á ella la de las Campanas], de que también nos ocuparemos, y casi frente una calleja sin salida, que le decían de Arriaza, y debe el título á haber vivido en una de sus casas un maestro albañil llamado Pedro de Arriaza, variando entonces su nombre, que era el de Pescadores, por unos individuos de este oficio, vecinos de ella, de la que lo tomó toda la calle que antes se llamó de la Puerta de Almodóvar, como la que le sigue, y á donde en este momento llegamos». Su nombre actual se debe al poeta cordobés del siglo XIX Manuel Fernández Ruano.






- PICONEROS

     La avenida de los Piconeros parte desde los Llanos del Pretorio hasta encontrarse con la avenida de los Almogávares, corriendo paralela a la de Al-Nasir y a la línea férrea. Su nombre se debe a uno de los oficios con más raigambre en Córdoba hasta mediados del siglo XX, el de aquellos que se dedicaban a la fabricación de este carbón menudo que se usaba para alimentar los braseros. Tradicionalmente vivían en los barrios de San Lorenzo y Santa Marina, barrio este último del que salieron en 1368 a defender la ciudad del ataque de las tropas de Pedro I "el Cruel". Once piconeros cordobeses formaron parte, en el siglo XV, de la expedición por el río Magdalena, en el reino de Nueva Granada (Colombia), uniendo sus nombres a los exploradores y colonizadores del Nuevo Continente.






- PLATEROS

     El arte de la platería es un oficio con el que se asocia a Córdoba desde tiempos inmemoriales, y que experimentó uno de sus momentos de máximo esplendor con el establecimiento en 1503 de la cofradía de san Eloy, patrón de los plateros, y la promulgación de las Ordenanzas del Arte de la Platería. La calle que lleva este nombre une las avenidas del Brillante con la de Los Almogávares.






- PLEITINEROS

     Esta estrecha calle une las de Santa María de Gracia con la de Buen Suceso. Debe su nombre a los fabricantes de pleitas que, según la R.A.E. son unas «fajas o tiras de esparto trenzado en varios ramales, o de pita, palma, etc., que cosidas con otras sirven para hacer esteras, sombreros, petacas y otras cosas». Anteriormente, esta calle era conocida como la de los Carretones.






- SASTRES

     La calle Camino de los Sastres une la avenida de la República Argentina con la glorieta a la que confluye junto con las calles Antonio Maura, Alcalde Sanz Noguer y Damasco, en el barrio de Ciudad Jardín. En los años 50 del pasado siglo recibió la denominación de Ministro Barroso y Castillo, por el político cordobés de dicho nombre, aunque poco después retomaría su antiguo nombre, que es el que lleva en la actualidad.






- TAHONEROS

     Esta calle, llamada en la actualidad Cedaceros, parte desde una placita que se encuentra entre las de Juramento y Toril y desemboca en la de Gutiérrez de los Ríos. Ambos nombres, Tahoneros y Cedaceros, guardan relación porque en esta zona es donde se vendían los cedazos para las tahonas y otros oficios. El cedazo o tamiz servía para cribar la harina, en este caso, usada para la fabricación del pan en las tahonas u hornos.






- TALABARTEROS

     De nuevo nos encontramos con una calle reciente cuyo nombre no proviene de tiempos pasados sino que homenajea a un oficio concreto. Va desde la calle Pintor Escalante hasta la avenida Al-Nasir, y hace referencia a los fabricantes de talabartes, unos cinturones de cuero con tirantas de las que colgaban las espadas o sables.






- TIPÓGRAFOS

     Como en el caso anterior, esta calle también desemboca en la avenida Al-Nasir, aunque esta vez lo hace desde la calle Plateros. Los tipógrafos eran los encargados de seleccionar y manejar los tipos, que eran las piezas usadas en las imprentas en las que había un realce con una letra, número u otros símbolos. La definición de tipo también se refiere a cada una de las clases de esas letras.






- TUNDIDORES

     La calle Tundidores une las calles de Fernando Colón y Pedro López. Hace referencia a aquellos que se dedicaban a recortar a tijera el pelo de los paños para igualarlos, antes de que esta operación fuese realizada por máquinas con «más prontitud, facilidad y economía», según Ramírez de Arellano.






- VINAGREROS

     Se trata de una calleja sin salida que se encuentra hacia la mitad de la calle Lineros. Debe su nombre, según Ramírez de Arellano como no, por haber vivido en ella unos cosecheros de vinagre.





Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Ramírez de Arellano, Teodomiro. Paseos por Córdoba, 1873-1877.
- Román Morales, Francisco. Las calles de Córdoba, 2005.

IMÁGENES
- Fotografías del autor y capturas de Google Earth.

domingo, 7 de abril de 2024

CALLES DE CÓRDOBA: LOS OFICIOS PERDIDOS. SEGUNDA PARTE

     Nunca es tarde si la dicha es buena, o eso dicen. Hace ya más de tres años que publiqué una entrada sobre esas calles cordobesas cuyos nombres hacen o hacían referencia a esos oficios, no todos desaparecidos hoy, pero que se practicaban con más asiduidad en siglos pasados. Con la idea de no hacer demasiado extensa dicha entrada, dejé algunas calles en el tintero, con la promesa de dedicarles la suya propia "próximamente". Bueno, no ha sido así y la espera se ha alargado más de lo que yo quisiera, pero más vale tarde que nunca.






ESPECIEROS

      Al final de la calle Pedro López, poco antes de salir a la de Gutiérrez de los Ríos, existe un ensanche conocido antiguamente como plaza del Esparto. Desde aquí parte una calleja sin salida que recibe el nombre de Especieros, por la cantidad de vendedores de especias que vivían allí. Dos de ellos, Gil Martin y su mujer María González, fundaron en 1590 la Cofradía de Nuestra Señora de la Estrella, con sede en la parroquia de Santiago.






GUADAMACILEROS

     Se trata de una pequeña calle, o más bien el paso entre dos edificios, que enlaza la avenida Al-Nasir con la calle de los Plateros. Los guadamacileros eran artesanos que trabajaban el cuero, elaborando piezas de este material adornado con pintura o labrado con relieves.  Estos guadamaciles o guadameciles cordobeses gozaban de una enorme fama en buena parte de Europa, y eran imitados en países como Francia y ciudades como Flandes y Venecia. Esta calle, al contrario que la mayoría que pudimos ver en la anterior entrada, no corresponde al grupo de las que adoptaban el nombre de los gremios que las habitaban en otros tiempos, y es simplemente un homenaje a uno de esos antiguos oficios.






HERRADOR

     Esta denominación, que seguramente hacía referencia al oficio de alguno de sus moradores, perteneció en su día a dos calles diferentes. La primera es una calleja sin salida que se encuentra hacia la mitad de la calle Abejar, calle esta última que separa los barrios de La Magdalena y San Lorenzo, entre los números 22 y 24. Según Teodomiro Ramírez de Arellano, anteriormente se llamó  "de Luis Muñoz Carrillo", ya que un postigo de la casa de este noble cordobés daba a ella.





     La segunda es otra calleja sin salida que se encuentra al principio de la calle San Ávaro, justo después del número 6 de la calle Cruz Conde. En la actualidad no mantiene el nombre, como en el caso anterior, y únicamente sirve de acceso al número 2 de la calle San Álvaro.







HERRADORES

     De nuevo otra calle relacionada con la profesión de los que se dedicaban a colocar las herraduras a las caballerías, y de nuevo otra calleja sin salida. Se encuentra entre la plaza de San Pedro y la del Vizconde Miranda, frente a la calle Palma, y acaba en un pequeño ensanche que da acceso a las viviendas números 2 y 4. En el plano de Córdoba de 1811, del Barón Karvinski o "de los franceses", ya aparece reflejada.







LETRADOS

     De esta manera, y gracias a que hubo un tiempo en que siempre había algún abogado viviendo allí, se llamó a la actual Conde de Cárdenas. En un principio este nombre tan sólo afectaba al tramo que va desde la plaza de la Compañía a la calle de Munda, mientras que desde esta última hasta Ambrosio de Morales se llamaba "de las Tiendas". Mucho antes, en el siglo XVI, se la conocía como la calle del Hospital de San Bartolomé, por uno que hubo allí bajo la advocación de este santo. Su nombre actual lo ostenta desde junio de 1900 en honor de Bartolomé Belmonte y Cárdenas, médico que combatió activamente las epidemias que asolaron Córdoba en la segunda mitad del siglo XIX y que había fallecido un mes antes.







LIBREROS

     La calle Diario de Córdoba tuvo anteriormente nombres como "Libreros" y "Librerías", por ser la zona donde se acumulaban los profesionales de estos oficios, además de varias imprentas entre las que destacan la del diario "La Verdad", o la que Fausto García Tena tuvo en el número 2 de esta calle, y de la que salió el periódico que le da nombre.





     Actualmente existe en Córdoba otra calle llamada de los Libreros que, al igual que en el caso de la calle Guadamacileros, también conecta la avenida Al-Nasir con la calle de los Plateros. Es otro caso de una calle moderna que rememora uno de esos oficios de antaño.







LINEROS

     Los fabricantes y vendedores de tejidos fabricados con lino también tuvieron, y aún tienen, su calle en Córdoba. Comienza en el cruce de las calles Enrique Romero de Torres, Lucano y plaza del Potro y finaliza en el cruce conocido como "las cinco calles", al que confluye junto a Carlos Rubio, Don Rodrigo, Mucho Trigo y Consolación. A lo largo de su historia ha tenido nombres como "Mayor", "del Potro", "Venceguerra", "Emilio Castelar" o "Coronel Cascajo".






MARFILEROS

     Se encuentra en el barrio Naranjo y une las calles Juan Latino y Madres Escolapias. Su nombre hace referencia a los artesanos que desarrollaban la artesanía del marfil en nuestra ciudad aunque, a diferencia de las calles que hasta ahora hemos visto, no está en el casco histórico y es más reciente que éstas.






ODREROS

     Con esta denominación se conocía antiguamente a la actual calle Sánchez Peña que sale desde la plaza de la Corredera hasta la calle Armas. Según Ramírez de Arellano, «este era el punto destinado a la venta de odres, ó sean los pellejos preparados para el trasporte de aceite, vinos y vinagre, vulgarmente llamados colambres». Su nombre actual hace referencia al industrial José Sánchez Peña, quien en 1855 adquirió el edificio de la cárcel para convertirlo en una fábrica de sombreros, edificio donde hoy se encuentra el Mercado de la Corredera, que también lleva su nombre.






     Aún quedan algunas calles con nombres de oficios por ver, pero vamos a dejarlas para otra próxima entrada. Espero que no se haga de rogar tanto como ésta.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Ramírez de Arellano, Teodomiro. Paseos por Córdoba, 1873-1877.
- Román Morales, Francisco. Las calles de Córdoba, 2005.

IMÁGENES
- Fotografías del autor y capturas de Google Earth.

jueves, 28 de marzo de 2024

TERESA MANCHA, LA AMANTE CORDOBESA DE ESPRONCEDA

     Sé que me repito más que el gazpacho pero, como ya he dicho otras veces, la mayoría de las historias que podéis leer en Qurtuba Fabulas las encuentro por casualidad, mientras busco información para algunas de ellas. Pero no siempre es así, y en esta ocasión la historia me la ha "chivado" mi amiga Cristina Camacho.

     De Teresa Mancha Arroyal no existen demasiados datos biográficos. Se sabe que nació en Torrecilla, uno de los pagos en que se divide el término rural de Montoro, en Córdoba, alrededor de 1810. Era hija del coronel utrerano Epifanio Mancha y de Amparo Arroyal, natural de Torrecilla. En 1827, durante la última fase del reinado absolutista de Fernando VII, la familia tuvo que exiliarse a Lisboa por las ideas liberales del coronel. Se dice que en ese año Teresa y el poeta Espronceda se conocieron gracias a las visitas de ésta a su padre, que estaba confinado en el castillo de Sao Jorge y que había hecho amistad con el joven poeta, aunque éste estaba confinado en otro castillo, el de Sao Vicente. En cualquier caso, todas las fuentes aseguran que fue en Lisboa donde los futuros amantes se conocieron.


IMAGEN 1. Retrato de Teresa.



     A finales de ese mismo año ambos, el poeta y el coronel, fueron expulsados de Lisboa y marcharon a Londres, aunque no juntos, ya que el poeta llegó en septiembre y la familia de Teresa lo haría en diciembre. Probablemente en la capital inglesa iniciaron su relación. La situación económica de la familia Mancha había empeorado durante el exilio y, en 1829, Teresa fue casada por su padre con el industrial bilbaíno Gregorio Bayo. Espronceda se marchó entonces a Bruselas y después a París, quizás para olvidarla o, como aseguraban las autoridades diplomáticas españolas, en misión secreta por orden de los generales que intentaban derrocar a Fernando VII.

     En enero de 1832 Espronceda regresó a Londres, donde retomaría el contacto con Teresa, con quien planeó fugarse. En agosto se trasladó de nuevo a París, seguido poco después por Teresa, su marido Gregorio Bayo y los dos hijos que habían tenido. El matrimonio y el poeta se hospedaron en el mismo hotel, lo que aprovecharon ambos amantes para huir a la localidad francesa de Passy en octubre del mismo año, dejando atrás Teresa a su familia. En marzo de 1833, y gracias al Decreto de Amnistía del 15 de octubre de 1832, Espronceda regresó a Madrid, seguido varias semanas después por Teresa. Se instalaron en un piso cercano a la vivienda de la madre del poeta.


IMAGEN 2. Calle Santa Isabel en los años 30.



     En mayo de 1834, Teresa y Espronceda tuvieron una hija, Blanca. La relación entre ambos amantes era muy inestable, marcada por el hartazgo de Teresa a causa de las constantes idas y venidas de Espronceda por motivos políticos y, seguramente también, por asuntos de faldas. Teresa los abandonó a los dos para irse con un estudiante a Valladolid, a donde Espronceda la siguió para recuperarla. En 1836 los abandonó definitivamente. Murió en Madrid el 18 de septiembre de 1839, en el número 13 de la calle Santa Isabel. Aunque llevaban algunos años separados, Espronceda acudió a ver el cadáver de Teresa, a través de las rejas de una ventana, expuesto en un humilde cuarto. El poeta plasmaría su dolor en "Canto a Teresa", incluido en su poema "El diablo mundo", que comienza de la siguiente manera:


«¿Por qué volvéis a la memoria mía,
tristes recuerdos del placer perdido,
a aumentar la ansiedad y la agonía
de este desierto corazón herido?
¡Ay, que de aquellas horas de alegría,
Le quedó al corazón solo un gemido,
y el llanto que al dolor los ojos niegan
lágrimas son de hiel que el alma anegan!»



Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Diccionario Bibliográfico Español de la Real Academia de la Historia.

IMÁGENES
- Imagen 1: Imagen extraída de "libertaddigital.com".
- Imagen 2: Fotografía extraída de "secretosdemadrid.es".

viernes, 22 de marzo de 2024

LA PALMERA DE LA CALLE CLAUDIO MARCELO

     Cuando Almanzor quiso agrandar la Mezquita de Córdoba, allá por el año 987 de la presente era, se encargó personalmente de tratar con los propietarios de las viviendas que era necesario derribar para el ensanche. No sólo les pagaba el doble o el triple de lo que pedían por sus casas, sino que además mandaba que se les comprasen otras. La oferta era tal que ninguno la rechazaba, excepto la propietaria de una casa con jardín en el que había una palmera a la que le tenía un especial cariño.


IMAGEN 1. Vista desde la Fonda Rizzi.



     La propietaria en cuestión era doña Blanca, una dama vascongada y prima, además, de Aurora, la esclava favorita de Al-Hakem II y madre del califa Hisham II, conocida como Subh al-baskunsiyya (Subh "la vascona") Ni la posibilidad de enfadar a Almanzor, que era quien realmente gobernaba, ni las súplicas de su prima la hacían desistir de su empeño de no vender su propiedad. Finalmente accedió, a cambio de que le encontrasen otra casa mejor situada que la suya. Almanzor le regaló un suntuoso palacio en la Medina, cuyo jardín poseía un antepecho y mirador sobre la muralla desde donde se dominaba toda la parte baja de la ciudad hasta el río. En el centro del mirador se había plantado una imponente palmera, que se alimentaba del agua de un venero que además surtía al jardín e infinidad de fuentes y baños públicos y privados. La sombra de esta palmera fue el escenario de innumerables encuentros entre Almanzor y Aurora.

     Almanzor murió en el año 1002 lejos de Córdoba. Una noche de luna llena, su hijo Abd al-Málik  se presentó en casa de Blanca donde, seguido de ésta y de cuatro fieles eunucos, se dirigió al jardín. Los sirvientes cavaron a los pies de la palmera hasta llegar a sus raíces, donde Abd al-Málik colocó una cajita de acero batido cerrada por tres llaves. En su interior se encontraba el corazón de Almanzor.


IMAGEN 2. La palmera en 1567.



     Algunos años después el califa Hisham II, rodeado de su séquito, se presentó en casa de Blanca. Ordenó a los eunucos que lo acompañaban que cavaran a los pies de la palmera hasta que llegaron a dónde la cajita de acero estaba enterrada, ennegrecida y oxidada ya. Hizo llamar a Abd al-Málik y a Blanca, que acudieron cada uno con su llave. La tercera la llevaba el propio califa. Una vez abierta la caja, el monarca colocó en su interior un cristal de roca tallado que contenía el corazón de Aurora, cumpliendo así el último deseo de su madre. La caja volvió a ser enterrada, se cubrió con argamasa y cantos de piedra, y después se engrosó la muralla con un segundo paramento interior de sillería labrada.


IMAGEN 3. La palmera en 1853.



     Lo que hasta ahora habéis leído forma parte del cuento "La palma de los corazones", de Ángel María Castiñeira. Se publicó en  siete entregas durante los días 15 al 21 de agosto de 1878, en el Diario de Córdoba de Comercio, Industria, Administración, Noticias y Avisos, por lo que para no alargar demasiado esta entrada he decidido resumirlo de la mejor manera posible. La publicación estaba motivada por las obras de derribo necesarias para abrir el primer tramo de la futura calle Claudio Marcelo, entre Capitulares y María Cristina. Los trabajos habían llegado ya a la altura de una gran palmera junto a la que habían aparecido gran cantidad de cantos rodados y argamasa, además de un doble muro de sillería labrada.

     La casa que se estaba demoliendo para la apertura de la nueva calle era conocida desde muy antiguo como "la casa de la Palma", a la que se accedía desde lo que sería hoy el cruce de Claudio Marcelo con María Cristina, a través de una plazoleta ya desaparecida llamada también "de la Palma". Era la casa principal de uno de los mayorazgos de los Venegas y propiedad del duque de Hornachuelos en esas fechas, por la gran palmera ubicada sobre la muralla, en lo que fue la huerta de la misma, y que era visible desde casi toda la parte baja de la población. Ángel María Castiñeira se preguntaba si sería aquella la misma bajo la que Almanzor y Aurora tenían sus encuentros u otra posterior, plantada en el lugar de la primitiva por casualidad o en recuerdo de la tradición, y si se salvaría de la destrucción.


IMAGEN 4. La plaza de la Palma y el huerto de la casa de los Venegas.



     Casi 900 años después de haber sido plantada no es muy probable que se tratase de la misma palmera y sí otra posterior, pero el caso es que acabó siendo indultada y, en enero de 1879, se anunciaba su próximo traslado a los Jardines de la Victoria, aunque su destino final serían los de la Agricultura. El traslado se efectuaría en febrero, mes más propicio para ser trasplantada. El día 26 a última hora de la tarde la palmera, que ya había sido sacada de su sitio, quedó preparada para su transporte al día siguiente. Sus dimensiones, 17 metros y medio de altura y unos 3.800 kilos de peso, hicieron necesario que fuera montada sobre tres carretas, de las que tirarían doce bueyes.

     Al día siguiente por la mañana, 27 de febrero, las carretas partieron desde la calle del Ayuntamiento hacia la nueva ubicación del "coloso". El gentío que acudió a contemplar el traslado era tan numeroso y desordenado que no hacía otra cosa que estorbar, consiguiendo finalmente espantar a los bueyes a la entrada a la ronda de los Tejares. Una de las carretas clavó las ruedas en una cuneta retrasando así una operación que de por sí ya debía de ser lenta. El traslado consiguió reanudarse el día 30, pero de nuevo la muchedumbre estorbó más que ayudó y las carretas volvieron a quedarse atascadas. Finalmente, a las tres de la tarde del día 3 de marzo, la palmera quedó colocada en los Jardines de la Agricultura.


IMAGEN 5. Los Jardines de la Agricultura.




     Descartado el hecho de que se tratase de la palmera de doña Blanca, quizás otra posterior podía haber aguantado lo suficiente como para que pudiésemos contemplarla en la actualidad, pero mientras un operario desataba las cuerdas que habían servido para izarla, ésta se tronchó a unos dos metros y medio de la base, cayendo el resto al suelo y el operario con ella. El trabajador se recuperaría en pocos días de una fuerte contusión en la espalda, la palmera cerró el último capítulo de su historia.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Archivo Municipal de Córdoba.
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Paseos por Córdoba, de Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía de Luis León Massón, detalle esterescópica albúmina, circa 1858. Subida por Antonio Jesús González al grupo de Facebook HISTORIA DE CÖRDOBA EN IMÁGENES.
- Imagen 2: Vista de Córdoba (1567). Anton van den Wyngaerde.
- Imagen 3: Vista de Córdoba (1853). Alfred Guesdon.
- Imagen 4: Sección de un plano del proyecto de apertura de la calle Claudio Marcelo. Fotografía del autor.
- Imagen 5: Jardines de la Agricultura (entre 1906 y 1918). Fototipia Castiñeira y Álvarez.

lunes, 11 de marzo de 2024

EL BUSTO DE LUCANO

     Desde el fondo de la plaza de Elie J. Nahmias, aquel empresario petrolífero que se empeñó en tener un casoplón en Córdoba, y que ahora se conoce como "la casa del judío", un busto de bronce observa el trasiego de autóctonos y foráneos por la plaza de Jerónimo Páez, subido a un sencillo pedestal blanco.


IMAGEN 1. Plaza de Elie J. Nahmias.



     Se trata de Marco Anneo Lucano, el poeta cordobés autor de "La Farsalia", sobrino amado de Lucio Anneo Séneca, nuestro Séneca, y que acabó teniendo que suicidarse como su tío. Está prácticamente sólo, a la vista pero casi invisible, a menos que pases por delante de él, destacando tan sólo el bronce ennegrecido sobre el blanco de la pared, apenas acompañado de los tres mascarones que hay sobre la antigua fuente, desde hace tiempo vertedero, instalada a su derecha.


IMAGEN 2. Busto de Lucano.



     Pero no siempre estuvo ahí. Inicialmente Lucano fue colocado en los Jardines de la Agricultura, junto a otra fuente, una revestida de azulejos salidos de la fábrica sevillana de Manuel Ramos Rejano, y cerca, además, del busto de su tío, que presidía el centro de la Biblioteca Séneca. Fue inaugurado en la tarde del 31 de julio de 1922, sin anuncio previo ni pompa oficial, únicamente con la presencia del alcalde Sebastián Barros Rejano, los concejales Manuel Lama Pérez y José Luque Casares, el secretario Alfonso de Torres Márquez y el jardinero que retiró la tela que lo cubría.


IMAGEN 3. El busto junto a la fuente.



     Fue modelado de manera totalmente gratuita por el joven escultor José Manuel Rodríguez, para después ser fundido en bronce en los talleres de "La Cordobesa", a cargo de Rafael Serrano Palma, de forma gratita igualmente. El hecho de que ahora las efigies de Séneca y Lucano estuviesen tan cerca la una de la otra provocaba que alguno llamase al lugar "el jardín de los estoicos".



IMAGEN 4. Séneca y Lucano.



     Tío y sobrino estuvieron juntos bastante tiempo, aunque finalmente fueron separados. A Lucano lo trasladaron en los años 60 del siglo pasado a su actual ubicación en la plaza de Elie J. Nahmias, tal vez en 1965, no lo sé con certeza, en el año en que se cumplía el 19º centenario de su muerte. Séneca y su biblioteca desaparecerían pocos años después.


IMAGEN 5. En los Jardines de la Agricultura.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 2: Fotografías del Autor.
- Imágenes 3 y 4: Colección Luque Escribano, Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 5: Dibujo de Alcaide, publicado en el Diario Córdoba el 9 de marzo de 1960.

lunes, 4 de marzo de 2024

DE CASETA DE GUARDA A BIBLIOTECA POPULAR: LA BIBLIOTECA SÉNECA

     El 14 de junio de 1882 se hacía pública la apertura de la licitación para construir una caseta o kiosco en el centro de los jardines bajos de la Agricultura, los que la gente de mi edad hemos conocido siempre por "Los Patos". Su finalidad era la de «dar albergue al guarda de dicho recinto y para depósito de herramientas y útiles».  El kiosco, de forma hexagonal, se construyó según proyecto del arquitecto municipal Amadeo Rodríguez.


IMAGEN 1. La Biblioteca Séneca.



     No he encontrado noticias acerca de cuánto tiempo estuvo realmente funcionando pero en 1920 ya se encontraba vacío y sin utilidad alguna, lo que motivó que el cronista oficial de Córdoba José María Rey Díaz, el académico José Priego López y el historiador Rafael Castejón y Martínez de Arizala lo creyeran idóneo para instalar allí una biblioteca popular. El 30 de mayo del mismo año presentaron su propuesta al Ayuntamiento, y en ella se desarrollaba la idea de hacer algo parecido a la Biblioteca del Quijote, del sevillano Parque de María Luisa, o la del Parque del Retiro madrileño, aunque de manera más modesta y económica y dedicada en este caso al inmortal filósofo cordobés.


IMAGEN 2. La casera del guarda en 1856.




     El kiosco contaría con un pedestal central con casilleros para los libros, y sobre el que se colocaría un busto de Séneca, además de algunas modestas librerías adosadas a las paredes del mismo, en los espacios entre ventanas. Se designaría a una persona para que se encargase del orden dentro de la biblioteca, que no fuese bibliotecario ni vigilante, y los usuarios no tendrían más que coger los libros de los casilleros y devolverlos a su sitio una vez leídos.


IMAGEN 3. Situación de la Biblioteca en un plano de 1927.



     La propuesta fue bien recibida pero, como las cosas de palacio van despacio, hasta octubre de 1921 no se empezó a acondicionar el kiosco para instalar la Biblioteca Séneca. Inicialmente sería blanqueado y se comenzarían a construir las estanterías, hechas por el carpintero del Ayuntamiento y con maderas del mismo. Más tarde sería adornado con cenefas de azulejos. Mientras tanto, el alcalde Sebastián Barrios Rejano se encargaba de enviar cartas a los escritores cordobeses, solicitando la donación de ejemplares de sus obras para la biblioteca. No sería hasta el 21 de febrero de 1922 en que se abriría definitivamente al público, casi dos años después de lanzada la propuesta.


IMAGEN 4. Postal coloreada.



     La Biblioteca Séneca se unía así a la otra biblioteca de corte popular existente en Córdoba, instalada en un local anexo al Ayuntamiento. La afluencia del público que acudía a los jardines de la Agricultura comenzó de manera más bien tibia, con una media diaria de 9 o diez lectores, aunque pronto se convertiría en la más visitada de la ciudad. Como muestra, durante el mes de mayo de 1924 acudieron 1.022 lectores, mientras que a la Popular y a la Municipal tan sólo lo hicieron 93 y 15 respectivamente. Es cierto que, mientras la Séneca abría todos los días de 09:30 a 13:00 y de 16:30 a 20:30, las otras dos tan sólo lo hacían en días hábiles y con horarios más reducidos, de 18:00 a 21:30 la Popular y de 11:00 a 13:00 la Municipal, aunque la diferencia de lectores era proporcionalmente considerable.

     En los siguientes años se le irían realizando algunas mejoras como la colocación, el 21 de febrero de 1925, de un letrero hecho con azulejos labrados en un acreditado taller de Sevilla en el que se podía leer "Biblioteca Séneca". Nuevas estanterías con mayor capacidad para libros irían llegando, vidrieras de colores en las que se representaban a los cordobeses más ilustres, así como una serie de bancos que la rodeaban, cubiertos de azulejos con frases o máximas del filósofo. Se habilitó, además, una sección en la que los niños mayores de siete años de edad podrían disfrutar con las lecturas de "El tesoro de la juventud", las fábulas ilustradas de Samaniego o revistas como "Pinocho" o "Titirimundi".


IMÁGENES 5 Y 6. Dos vistas más de la Biblioteca.



     La tarea de velar por el buen funcionamiento de la biblioteca recayó en el guardia municipal Antonio Pérez Ruiz, personaje expresivo y locuaz que acudía diariamente a su trabajo ataviado con un sable que colgaba del lado izquierdo de su cinturón. Sólo le duró este atuendo dos años, ya que el Ayuntamiento lo dotó con un uniforme más sobrio que el que hasta ahora llevaba y le suprimió el sable. Cumplió con su cometido durante 20 años, jubilándose en los primeros días de enero de 1942.


IMAGEN 7. Antonio Pérez Ruiz ante "su" Biblioteca.




     En la década de 1950 la biblioteca estuvo cerrada durante varios años y, aunque volvería a abrirse al público, a finales de los años 60 el kiosco estaba abandonado y en estado de ruina. Finalmente acabó demolido. Ni un sólo vestigio queda hoy en día de su existencia, a excepción de los famosos bancos de azulejos que lo rodeaban, aunque el vandalismo, la naturaleza y, como no, la desidia de las instituciones, terminarán por hacerlos desaparecer también.


IMAGEN 8. Lugar en el que se hallaba el kiosco hexagonal. Al fondo, la recién
 inaugurada Biblioteca Grupo Cántico.



IMAGEN 9. Las máximas de Séneca.



IMAGEN 10. Estado actual de los bancos.



IMAGEN 11. Naturaleza, vandalismo y desidia.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Red Municipal de Bibliotecas.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 4, 5, 6 y 7: Fotografías subidas por Lolo Córdoba al grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES.
- Imagen 2: Fotografía de Rafael Garzón, 1856. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Imagen 3: Sección de un plano de Córdoba de 1927.
- Imágenes 8 a 11: Fotografías del autor.