sábado, 27 de julio de 2024

LA CASA DE RECOGIMIENTO DE LA CALLE CÁÑAMO N.º 23

     «Figùrese el lector unas masmorras hediondas, obscuras, de paredes ennegrecidas por la mugre, donde había que entrar con fósforos encendidos para mal vislumbrar una especie de seres humanos que se movían por aquellos rincones como asustadas sabandijas que se extrañaran de nuestra presencia, reconociendo en ella como un verdadero acto de temeridad. Y así era en efecto, porque se necesita valor para presenciar sin sufrir náuseas lo que se descubría á nuestros ojos.
     En el suelo, cubierto por una espesa capa de suciedad, veíanse algunos que otros montoncillos de picón encendido, alrededor del cual se congregaban mujeres escuálidas y mal envueltas en andrajos, niños anémicos, medio desnudos, demostrando en su semblante las huellas de la imbecilidad ó de la picardía, y ancianos inútiles o enfermos...».

     De esta manera tan cruda, y con una gran falta de sensibilidad dicho sea de paso, describía el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos el estado de las "casas de recogimiento" de las calles Egido y Ventorrillo, en el Campo de la Verdad, tras una visita realizada el 28 de enero de 1911 por el concejal del barrio José Fernández Vergara, el secretario de la Junta de Protección a la Infancia Cristeto Rodríguez Aparicio y representantes de varios periódicos locales. El artículo añadía, además, que «igual aspecto ofrecía y en idénticas condiciones se encontró otra casa análoga enclavada en la calleja del Cáñamo (Campo de San Antón) que también se visitó después». En esta casa de recogimiento, situada en el número 23 de la citada calle, se centrará esta entrada.


IMAGEN 1. La calle Cáñamo en 1884.



     Reconozco que hasta ahora no había oído hablar de este tipo de establecimientos, pero hace algunas semanas el Licenciado en Historia Lucas Jurado Marín me puso sobre la pista, facilitándome además un trabajo suyo sobre este tema, no publicado, para que pudiera documentarme. Las casas de recogimiento eran, básicamente albergues nocturnos, en los que indigentes, mendigos y vagabundos podían pasar la noche después de haber pasado todo el día pidiendo limosna. Aunque los había que eran naturales de Córdoba, y que no encontraban sitio en el Asilo Madre de Dios, la mayoría eran forasteros, en gran medida porque la prohibición de mendigar establecida en poblaciones cercanas los hacía venir a nuestra ciudad.

     Al contrario de lo que pudiera parecer por su nombre, las casas de recogimiento, situadas en las afueras de la población para intentar ocultar la realidad que escondían, no eran instituciones caritativas ni mucho menos. La estancia había que pagarla, diez céntimos diarios en 1911 y un mínimo de 30 en 1922, y para sus propietarios era un auténtico negocio, como lo demuestran estas palabras en el diario La Voz de ese último año acerca de la de la calle Egido:

     "Nos espantábamos hace días de que a un doctor en medicina le cobrasen doscientas pesetas de alquiler por un local en sitio céntrico de Córdoba. ¿No hay sanción para esa propietaria que obtiene de una casucha de los suburbios cerca de mil pesetas mensuales? ¡Y son los mendigos quienes pagan!"

     Lo mismo ocurría con la de la calle Ventorrillo y, por supuesto, con la situada en el número 23 de la calle Cáñamo. La primera referencia en prensa que aparece sobre esta última es de marzo de 1886, y en ella se habla de cómo un sujeto que se hospedaba en la misma había sido herido en el vientre, aunque no de gravedad, por otro individuo del que no quiso revelar su identidad a las autoridades, teniendo que ser curado en la Casa de Socorro de la plazuela de la Almagra para posteriormente ser conducido al Hospital de Agudos. No se trataba de un hecho aislado, y a lo largo de la existencia de esta casa de recogimiento se suceden todo tipo de agresiones, reyertas, robos e, incluso, asesinatos e intentos de violación entre sus ocupantes.


IMAGEN 3. La calle Cáñamo en 1927.



     Las miserables condiciones que los inquilinos tenían que soportar en la calle Cáñamo provocaban que muchos de ellos acabaran teniendo que ser trasladados al hospital gravemente enfermos, y hay una buena cantidad de noticias en prensa que nos hablan de cómo ancianos y niños eran sacados en camilla de la casa de recogimiento del número 23. En algunos casos, salían con dirección al cementerio. Todo esto pasaba mientras que tanto el Ayuntamiento como la Junta de Sanidad y la de Protección a la Infancia y represión de la Mendicidad miraban hacia otro lado pero, eso sí, obligaban a sus propietarios a pasar los partes diarios a la Inspección de Vigilancia, al igual que hoteles, posadas y fondas, y que podían comprar por dos pesetas el paquete de cien.

     Los propietarios del número 23 de la calle Cáñamo, al menos hasta su cierre definitivo, eran Nicolás Marín Garrido y Benita García Fenoy. Según el Padrón Municipal, en 1899 ambos se encuentran viviendo en el número 7 de Campo Madre de Dios y, aunque no estaban casados, eran pareja. Nicolás, soltero de 36 años, era natural de Salobre, en la provincia de Albacete, mientras que Benita, viuda de 48 años, procedía de la localidad cordobesa de Baena. Tenían a su cargo tres hijos, Juan Expósito García, de 24 y fruto probablemente del matrimonio anterior de Benita, y José y Andrés Marín García, hijos de ambos y de 11 y 9 años respectivamente.


IMAGEN 3. Sección de las hojas del Padrón de 1899.



     Las edades y el lugar de procedencia de los dos no están demasiado claros y van cambiando a lo largo de los sucesivos Padrones Municipales. Benita, por ejemplo, pasa de tener 48 años en 1899 a sólo 50 ocho años después. Nicolás, por su parte, estuvo sin cumplir años desde 1911 a 1916, quedándose en 50 en dicho período. El lugar de procedencia de Nicolás también es confuso, ya que va alternando entre las localidades de Salobre, Bienservida (también en Albacete), y Baena finalmente, mientras que Benita cambia Baena por Zuheros en un par de ocasiones. En cualquier caso, en 1904 ya figuran como casados y, tras haber pasado por el número 4 de la calle Francisco Borja Pavón (1904) y el 13 de la calle Ravé (1907), en 1908 ya aparecen empadronados en el número 23 de la calle Cáñamo, momento quizás en que se hicieron cargo de la casa de recogimiento.

     Posteriormente se les puede seguir la pista también a través de las noticias en prensa. En 1920 aparece mencionado Nicolás como dueño de la casa de recogimiento, a raíz del asesinato de una de sus inquilinas a manos de su cuñado. Dos años más tarde, en julio de 1922, aparece mencionada Benita, al ser detenida por haber comprado dos pavos, cuatro gallinas y dos gallos a un par de individuos que previamente los habían robado. Nicolás tuvo que ser atendido en varias ocasiones en la Casa de Socorro, según la prensa, por lo que se deduce que en más de una ocasión se vio envuelto en las innumerables reyertas que se sucedían en el número 23 de la calle Cáñamo. Esta inseguridad, unida a la ya conocida total falta de higiene y de unos servicios mínimos hacía que, prácticamente desde que existían, la prensa reclamase la desaparición de ésta y las otras dos casas de recogimiento, y su sustitución por un establecimiento digno.


IMAGEN 4. La calle Cáñamo en la segunda mitad del siglo XX.



     La solución a este problema tardaría aún en llegar pero finalmente, el 19 de febrero de 1931, se inauguró el Refugio nocturno para mendigos, ubicado en el local del antiguo reformatorio de menores del Campo Santo de los Mártires y construido por iniciativa del Gobernador Civil con los fondos de Beneficencia. Se suponía que venía para erradicar por completo las casas de recogimiento, tras muchas décadas en que la prensa se llenaba de denuncias sobre sus lamentables condiciones o sobre las innumerables inspecciones a que eran sometidas, aunque a la vista está que no servían absolutamente para nada. Y sin embargo seis años después, en octubre de 1937, otra noticia da cuenta de que la casa de recogimiento del número 23 de la calle Cáñamo seguía en funcionamiento. Puede que no durase mucho más pues según Lucas Jurado Marín, tataranieto por más señas de los propietarios y gracias al cual he podido escribir esta entrada, afirma que Nicolás falleció en 1940.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Padrones domiciliarios, 1509-1920 / Córdoba (Córdoba). Ayuntamiento. familysearch.org.
- Sobre las Casas de Recogimiento en Córdoba, calle Cáñamo nº23. Lucas Jurado Marín – Licenciado en Historia.

IMÁGENES
- Imagen 1: Sección del plano de Córdoba de Dionisio Casañal, de 1884.
- Imagen 2: Sección del plano de Córdoba de 1927.
- Imagen 3: Sección de las hojas del Padrón de 1899.
- Imagen 4: Fotografía de Ladis Hijo.

martes, 23 de julio de 2024

A FUEGO EN LA MEZQUITA-CATEDRAL

      "Marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso". Así lo afirma el refranero, y sin embargo el mes de mayo de 1910 en Córdoba no se ajustó a lo que se hubiese esperado de él. Sobre todo las dos últimas semanas en las que las lluvias, acompañadas de granizadas y de fuertes descargas eléctricas, hicieron estragos tanto en la capital como en el resto de la provincia. 

     Aunque en la mayoría de los casos los daños tan sólo afectaron a algunos árboles y edificios, como los que sufrió el día 19 la casa del director de la Banda Municipal de Pozoblanco, Antonio Moreno González, también hubo que lamentar la pérdida de algunos animales de carga y, desgraciadamente, la muerte de varias personas. El día 26, fue encontrado el cadáver de Isabel Gutiérrez Paz en el sitio conocido como "Casilla de Morana", en el término de Aguilar de la Frontera, a consecuencia de un rayo. La joven Dolores Vacas Afán fue alcanzada el día 27 por otro cuando se encontraba a escasos cien metros de la casa de máquinas de "La Alameda", en Bujalance, a la que corría para refugiarse junto a otras dos mujeres que resultaron heridas. El día 28 en la aldea del Hoyo, en el término municipal de Belmez, un rayo entró por la chimenea de una de las casas más bajas de la población, matando a su propietaria y a los dos perros que se encontraban junto a ella, y causando graves quemaduras a su hijo.


IMAGEN 1. Interior de la Mezquita de Córdoba.



     No hay constancia en la prensa de la época, o al menos yo no la he encontrado, de desgracias personales en la capital provocadas por las descargas eléctricas, atribuidas éstas al paso del famoso cometa Halley por el imaginario popular. Los pararrayos instalados en la ciudad recogían las descargas, como el instalado en el Hospital Militar, donde uno de ellos causó alarma entre las personas que regresaban del Concurso de Aviación, en el aeródromo habilitado en Turruñuelos, y se habían refugiado allí. Sin embargo, el monumento por excelencia de Córdoba, su Mezquita-Catedral, no estaba protegido por ningún pararrayos, y sufrió las consecuencias cuando uno de ellos provocó el que, hasta donde yo sé, es el primer incendio del que se tiene constancia en nuestro monumento.


IMAGEN 2. Cardenal Herrero. A la derecha, la farmacia.



     El 29 de mayo, sobre las dos de la tarde, se desencadenó una violenta tormenta sobre la capital. Como en días anteriores, venía acompañada de fuertes descargas eléctricas, y lo que tenía que ocurrir ocurrió. Junto al púlpito de la Epístola se encontraban un niño del Coro, un anciano arrodillado, una turista inglesa y varias monjas rezando cuando, sobre las tres de la tarde, un rayo impactó en la cruz que corona el cimborrio del crucero de la catedral, pasando al maderamen de la armadura y prendiéndolo. Tras el estruendo, varios cascotes de un escudo de escayola de los que adornan los arcos de la nave cayeron sobre el grupo, lesionando levemente en la mano a la turista. Entonces, desde la farmacia de Manuel Criado en la calle Cardenal Herrero, varias personas observaron como salía una columna de humo desde el cimborrio.


IMAGEN 3. El farmacéutico frente a la Mezquita.



     El primero en subir a la cúpula para intentar sofocar el incendio fue el obrero de la catedral Bernardo López Salguero aunque, una vez que entró en la bóveda, tuvo que salir inmediatamente a causa del humo. Tras él subieron el guardia municipal Rafael Jurado Peña, el brigada José López Puntas y Francisco Garrido. Al poco tiempo, había más personas en la cúpula que las que se habían quedado abajo: los concejales Jiménez Amigo y Aguilera, miembros de la Cruz Roja, Mateo Inurria, Enrique Romero de Torres, los periodistas Ramírez y Montis, los jefes de policía Molina, Herrera y Rico y los de la guardia municipal y urbana Yepes y Retamosa. Se sumaron los concejales Fernández Vergara, León, Muñoz, Sepúlveda, Pérez de Luque, Roca y Salinas, y los fotógrafos Montilla y Nogueras que tomaron algunas instantáneas, aunque desgraciadamente no he sido capaz de localizarlas.


IMAGEN 4. Vista del crucero y los tejados.



     El Cuerpo de Bomberos, avisado por el toque de las campanas, acudió rápidamente y enseguida comenzaron los trabajos de extinción. Se formó una cadena humana de voluntarios por la que se iban subiendo cubos llenos de agua mientras que los bomberos izaban las pipas de riego a mano desde la bomba instalada en el crucero y varios obreros subían a la cúpula y comenzaban a retirar las tejas para facilitar las labores. La manga se rompió en dos ocasiones debido a la presión del agua pero, una vez subsanado el problema, el incendio fue finalmente extinguido a las seis de la tarde. Las pérdidas, afortunadamente materiales, se redujeron a las maderas del armazón y a las tejas que hubo que romper. Ricardo Velázquez Bosco, el arquitecto que se encargaba de las obras de restauración de la Mezquita-Catedral, tasó días más tarde los desperfectos en 80 pesetas.


IMAGEN 5. La cruz que atrajo al rayo, sobre el cimborrio.



     Días más tarde se recompensó a «cuantos más directa, rápida y expontanemente cooperaron, -algunos con riesgo de su vida- á extinguir, con el cuerpo de bomberos, el incendio que se iniciara en la tarde del veinte y nueve del mismo més en la armadura de la cúpula del crucero de nuestra hermosa Basílica, prestando valioso servicio á los intereses de ésta Capital...». Los beneficiados, algunos con 15 pesetas y otros con 5, fueron los siguientes: Rafael Jurado Peña (guardia municipal), José Puntas (brigada de la Guardia Municipal), Francisco Trenas, Francisco Garrido y Juan Antonio Carmona (de los que más se distinguieron), Rafael Aguilar Delgado, Antonio Capote Cerrato, José Soriano (campanero), Manuel Soriano (hijo del campanero), Bernardo López Salguero, José Carmona Barbudo, José Pérez Luque, Juan Aranda, Pedro Escobar, Atanasio Cueva, Eduardo González, Manuel Torrero, Antonio Castejón, Ricardo Pedraza, Manuel Repullo, José Jiménez, José Llorente Dios, Antonio Barrilero, Manuel Salmoral, Antonio Crespo, Salvador Torres, Rafael Relaño, Juan Serrano, Pablo Gutiérrez, Antonio Jiménez, Rafael Mesa, Antonio Leiva, José Gutiérrez, Rafael Remigio, Pedro Cañete, Manuel Plato, Remigio Ariza y Francisco García Pérez.


IMAGEN 6. Vista actual de la calle Cardenal Herrero.



     Una vez pasado el susto inicial, la pregunta que corría entre los cordobeses era por qué el edificio más emblemático de la ciudad no contaba con la protección de los pararrayos, y en el Diario de Córdoba se responsabilizaba directamente a Velázquez Bosco por no haber tenido en cuenta ese extremo. La misma noche del día 29 el gobernador civil de Córdoba, Rufino Beltrán Escolar, y el obispo José Proceso Pozuelo Herrero, dirigieron sendos telegramas al Gobierno Central para poner en conocimiento lo sucedido y denunciar el hecho de que nuestro monumento no contase con tan elemental protección, mientras que en la sesión del Ayuntamiento se presentaba una moción con el mismo fin. Gobernador y Prelado recibieron contestación al día siguiente por parte del Ministro de Instrucción Pública con el mismo texto: «Me felicito muy sinceramente de la extinción del incendio. Doy órdenes para que con urgencia se formule proyecto de instalación de pararrayos». Los pararrayos fueron finalmente instalados, pero esa es otra historia que da para una entrada propia.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Expediente relativo a la compensacion economica de quienes ayudaron a la extincion del incendio, ocurrido el 29 de mayo amenazando a la Mezquita Catedral, 1910. SF/C 00837-037. Archivo Municipal de Córdoba.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía de Rafael Garzón, 1910. Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 2: Calle del Cardenal Herrero. Archivo HB. Fototeca del Patrimonio Histórico.
- Imagen 3: Fotografía de Charles Jacquin, 1910-1915. Biblioteca Nacional de Francia.
- Imagen 4: Vista del crucero y tejados desde la torre de la Mezquita Catedral. Colección Luque Escribano. Archivo Municipal de Córdoba.
- Imágenes 5 y 6: Fotografías del autor, 11 de junio de 2024.

jueves, 18 de julio de 2024

EL FARMACÉUTICO EN LA FOTOGRAFÍA

      Andaba yo buscando fotografías que mostrasen la calle Cardenal Herrero, la que corre paralela a la fachada norte de la Mezquita-Catedral, como apoyo visual para una entrada que estoy escribiendo, ya que de lo contrario ésta parecería el prospecto de un medicamento. Entre las miles de imágenes que he ido acumulando en los últimos diez años, buceando en archivos estatales y extranjeros, hay una que cumplía con esa exigencia además de que, por la fecha de su realización, se ajustaba bastante al tiempo en que sucedieron los acontecimientos que quería relatar.

     La fotografía en cuestión es la típica vista de la calle Cardenal Herrero tomada desde la salida de la calle Encarnación, con la Virgen de los Faroles en primer término y el campanario al fondo. La localicé hace ya cuatro años, entre los archivos de la Biblioteca Nacional de Francia, y forma parte de las imágenes que Charles Jacquin tomó de nuestra ciudad aproximadamente entre 1910 y 1915. Estas fotografías tienen la particularidad de que podrían ser las primeras imágenes en color de Córdoba que se conocen, aunque para este tema lo mejor es que leáis la entrada que Antonio Jesús González les dedicó en su blog elmarginador.blogspot.com.


IMAGEN 1. La fotografía de Charles Jacquin.



     El suceso sobre el que estoy escribiendo, y para eso necesitaba la fotografía, ocurrió en 1910, y entre los testigos del mismo se encontraban los clientes de la farmacia de Manuel Criado Benítez, situada en el número 4 de Cardenal Herrero, haciendo esquina con la calle Velázquez Bosco, en el mismo lugar que hoy ocupa uno de tantos establecimientos pensados única y exclusivamente para los turistas, una heladería para ser más exactos. Y ahora viene el por qué de esta entrada. Resulta que en la fotografía de Charles Jacquin aparece un sujeto mirando a la cámara, vestido con la típica bata blanca de los farmacéuticos, y como en ese año la única farmacia que existía en Cardenal Herrero era la de Manuel, cabe la posibilidad de que se trate de él.


IMAGEN 2. El farmacéutico ampliado.



     Hay sin embargo un problema. Al no conocer la fecha exacta de la fotografía, podría tratarse de dos farmacéuticos diferentes. Si ésta se tomó entre 1910 y 1912 se trataría de Manuel Criado, aunque éste falleció el 1 de abril de 1912, con 55 años de edad, víctima de una «cruel dolencia» y tras haber pasado por una delicada operación en noviembre del año anterior, y aunque en 1910 aún aparece en activo según la prensa, quizás esta enfermedad no le habría permitido hacerse cargo de la farmacia para 1911 o 1912. En caso de que la fotografía se tomase entre 1912 y 1915, la persona que aparece sería el Licenciado Luis Benítez Pérez de Aguilar, siete años más joven que Manuel y que se hizo cargo de la conocida como "Farmacia de la Virgen de los Faroles" tras la muerte del primero.


IMAGEN 3. La farmacia frente a la Virgen de los Faroles.



     La escasa diferencia de edad entre ambos, 55 para Manuel y 48 para Luis en 1912, y la poca nitidez de la fotografía, tampoco aclaran cual de los dos personajes es el que aparece retratado, siempre y cuando, claro está, que mi teoría de que se trata de un farmacéutico sea válida y que esto no haya sido más que una manera de teneros entretenidos un rato con la lectura.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Padrones domiciliarios, 1509-1920 / Córdoba (Córdoba). Ayuntamiento. familysearch.org.

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 2: Espagne. Cordoue. La mosquée. Charles Jacquin. Biblioteca Nacional de Francia.
- Imagen 3: Andalucía. Córdoba (Calle del Cardenal Herrero). Virgen de los Faroles. Archivo H.B. Entre 1913 y 1922. Fototeca del Patrimonio Histórico.

sábado, 6 de julio de 2024

ÍNDICE DE PUBLICACIONES DE QURTUBA FABULAS. AÑO IV (JULIO 2023 - JUNIO 2024)

     Otro año más, y ya van cuatro desde que esto empezó. Como desde la primera entrada, siempre me pregunto si habrá una siguiente o será la última, porque nunca estoy seguro de encontrar temas nuevos sobre los que escribir, o porque puede que la ilusión por este proyecto se desvanezca. Afortunadamente, Córdoba tiene aún muchas historias por descubrir y muchas otras por traer de nuevo a la memoria y en eso estoy, con mis limitaciones claro está porque ni soy investigador ni tampoco escritor, pero poniéndole mucha voluntad porque la ilusión sigue intacta. Veamos cuáles fueron las historias que me tuvieron entretenido estos últimos doce meses.


IMAGEN 1. Vista de Córdoba desde el Guadalquivir, 1851-1852.
Pierre Émile Joseph Pécarrère.





AÑO 2023 (Julio a Diciembre)






























AÑO 2024 (Enero a Junio)


























Rafael Expósito Ruiz.


IMÁGENES
- Imagen 1: La nueva fotografía más antigua de Córdoba, extraída del blog  elmarginador.blogspot.com




ÍNDICES ANTERIORES

miércoles, 26 de junio de 2024

UNA VISITA A LA CALLEJA DE SAN FRANCISCO

     Cuando le dediqué una entrada a la calleja de San Francisco, la cual había permanecido oculta tras una celosía, junto a la entrada de la iglesia del mismo nombre, hasta que fue descubierta en los años 50 por el arquitecto Víctor Escribano Ucelay, terminé diciendo que siempre habría tiempo de solicitar el permiso para visitarla. No es que me haya dado demasiada prisa en hacerlo, ya hace más de dos años que escribí esa entrada, pero finalmente me decidí y envié un e-mail a la dirección correspondiente a la iglesia de San Francisco y San Eulogio.

     Y ha sido más fácil de lo que esperaba. Procuro ser lo más positivo posible, pero en este tipo de cuestiones siempre acabo pensando que nadie leerá mi correo, o que lo leerán y no contestarán, o que recibiré un "lo lamento pero no puede ser" por respuesta. Pero no, tan sólo dos días después de enviarlo ya tenía la confirmación de que la visita a la calleja era posible, gracias a Joaquín Alberto Nieva García, párroco de San Francisco y San Eulogio.


IMAGEN 1. De izquierda a derecha: Caco Ruiz, Cristina Camacho, Antonio Pavón,
Rafael Expósito, Mari Ángeles Ortiz, Antonio Moreno y Alfonso Gómez,
fotografiados por una amable turista.



     Solicité el acceso para mí y algunas personas más. La idea de ir acompañado me la dio, sin saberlo, Mari Ángeles Ortiz, creadora del blog BAJO LA MIRADA DE CÓRDOBA e investigadora concienzuda como pocas, quien se ofreció en su día a acompañarme en una futura visita. Eso me hizo pensar en algunas personas con las que he hecho contacto desde que entré en este mundillo de blogueros y grupos de fotografías antiguas de Córdoba, personas que me han facilitado fotografías, vídeos, documentos y mucha información para poder escribir mis historias y que me han alentado a seguir contándolas, y que pensé que esta sería una bonita manera de agradecérselo. Por otro lado, la ocasión era inmejorable para conocerlas personalmente.


IMAGEN 2. La calleja vista desde la entrada.



     Así es que ayer por la tarde, a las 20:15, tuvo lugar la visita. Antonio Pavón Navarro, colaborador de la parroquia, fue quien nos franqueó la entrada. Minutos después llegaría el padre Joaquín. Con muchos nervios, ya que soy bastante más tímido de lo que pudiera parecer, recorrí, escudriñé y fotografié la calleja junto a Antonio Moreno Bello, administrador del grupo HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES y un experto en lo que a cine rodado en nuestra ciudad se refiere; Cristina Camacho, gran arqueóloga, escritora y mejor persona, y que fue quien me introdujo en el citado grupo hace ya casi diez años, acompañada de su marido Caco Ruiz; Alfonso Gómez Romero, prolífico buscador de fotografías y administrador del grupo CORDUBA; y por supuesto Mari Ángeles Ortiz.


IMAGEN 3. Ventanal y contrafuerte.



     La lista es corta, lo sé, y también que me dejo atrás a muchas otras personas que espero me perdonen y a algunos que, aunque invitados, no pudieron venir, pero no quería responder a la amabilidad del párroco haciendo que aquello pareciese la cola para ver un patio cordobés en mayo, cosa que además tampoco tendría mucha lógica por las reducidas dimensiones de la calleja. He de decir que en ningún momento Joaquín Alberto me pregunto por el número exacto de acompañantes, lo cual se agradece, pero creo que lo correcto es que el grupo fuera lo más reducido posible.


IMAGEN 4. La calleja se estrecha en la zona de los contrafuertes.



     La visita fue increíble, no sólo por el hecho de poder atravesar y tocar las paredes de una calleja que, normalmente, no es transitable, sino por las explicaciones que el párroco amablemente nos ofreció sobre como se creó la calleja tras la Desamortización de 1855 o sobre el intento, aún no conseguido, de dejar exenta (sin construcciones adosadas) la iglesia de San Francisco, al igual que otras como San Miguel, San Nicolás de la Villa o Santa Marina, por citar algunas. Además, nos obsequió amablemente con una "visita guiada" a la propia iglesia mientras nos describía una gran parte de las obras de arte que contiene. Como remate, además de haber podido conocer personalmente a mis acompañantes, aunque no a todos los que hubiese querido como dije antes, y tras despedirnos del padre Joaquín que tenía que atender a sus fieles, se montó una "pequeña tertulia" a la puerta de la iglesia en la que se habló de los que no pudieron venir, del desaparecido foro LA CALLEJA DE LAS FLORES, de la existencia o no del famoso "lago de las Tendillas" o de esas casonas antiguas que todos queremos visitar. Una gran tarde sin duda.


IMAGEN 5. Salida desde la calleja al patio posterior.



IMAGEN 6. La Inmaculada presidiendo el patio.



IMAGEN 7. Más estrecha que la calleja del Pañuelo.



IMAGEN 8. El Compás visto desde la calleja.




     Quisiera terminar esta entrada señalando mi agradecimiento a Joaquín Alberto Nieva García y Antonio Pavón Navarro, párroco y colaborador de la parroquia respectivamente, no sólo por el hecho de haber podido visitar la calleja sino por el trato que nos dispensaron, y por supuesto a Cristina Camacho, Caco Ruiz, Mari Ángeles Ortiz, Antonio Moreno y Alfonso Gómez por acompañarme.


Rafael Expósito Ruiz.




IMÁGENES
- Fotografías del autor, de Alfonso Gómez Romero y de una turista que pasaba por allí.

domingo, 23 de junio de 2024

UN DESAFORTUNADO ACCIDENTE EN LA POSADA DEL SOL

      A las siete de la mañana del 4 de noviembre de 1926, el niño de 12 años Manuel P. L. se levantó para trabajar. Sus padres, enfermos, llevaban tiempo ingresados en el Hospital de Agudos, y Manuel se pagaba la estancia en la Posada del Sol, en el número 17 de la calle Magistral González Francés, con el jornal que el dueño le daba por unos trabajos de albañilería, en unas reformas que se estaban realizando en la misma. Sobre las nueve de la mañana, Manuel se dirigió a la fuente que había en un patio interior de la posada para llenar un cubo de agua. Junto a ésta, se encontraban varios niños jugando, entre ellos el pequeño de 6 años José M. M.


IMAGEN 1. La Posada del Sol.



     En un rincón del patio había una escopeta, de esas que llaman "de salón", y Manuel la cogió para gastar una broma a los pequeños. Apuntó hacia ellos y, pensando que el arma estaría descargada, apretó el gatillo. En el mismo instante sonó un disparo. Los chiquillos corrieron despavoridos, todos excepto el pequeño José, que cayó con la cara y el costado derecho ensangrentados. Manuel corrió hacia él y comenzó a preguntarle que si estaba bien mientras intentaba levantarlo del suelo, pero como José no dejaba de gritar de dolor se asustó y salió corriendo de la posada. Varias mujeres que habían presenciado lo ocurrido comenzaron a gritar pidiendo auxilio, lo que alertó a la madre de José que trabajaba allí de moza y que acudió de inmediato. Cuando vio a su hijo malherido sufrió una crisis nerviosa.


IMAGEN 2. Patio de la posada.



     El pequeño fue recogido por varios hombres que se encontraban en la posada y llevado a prisa y corriendo al Hospital de Agudos, en la plaza del Cardenal Salazar. Faltaban algunos minutos para que dieran las diez cuando llegaron. Los facultativos que lo atendieron no pudieron hacer nada más que certificar su defunción, ya que murió instantes después de llegar al hospital. Su cadáver fue posteriormente trasladado al cementerio de Nuestra Señora de la Salud para que se le practicase la autopsia.


IMAGEN 3. Hospital de Agudos.



     Mientras tanto, Manuel había estado deambulando por las calles del barrio de la Judería, llorando y sin saber qué hacer. El guardia municipal de dicho distrito dio con él sobre las doce y media y lo condujo hasta la Comisaría de Vigilancia, en la calle Alfonso XIII. Allí, los periodistas pudieron hablar con él y, mientras no dejaba de llorar, les contó lo sucedido y añadió «a ese niño lo quería yo tanto como a mi hermano». Al poco tiempo un guardia entró para conducirlo a la Casa de Socorro Hospicio, donde el Juzgado había determinado que fuese recluido. El rostro de Manuel se iluminó y, de repente, preguntó: «¿Y allí me enseñarán a leer...? Porque yo quiero aprender pronto».

     El juicio, oral y público, tuvo lugar el 6 de abril de 1927, en la Sección Primera de la Audiencia, por el delito de imprudencia, del que espero resultara absuelto o con una pena lo más benévola posible, teniendo en cuenta su edad, sus circunstancias, y el hecho de que lo que sucedió en la posada lo iba a dejar marcado de por vida.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACION
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMAGENES
- Imagen 1: Boletín de la Real Academia de Córdoba (B.R.A.C.) n.º 42, 1934.
- Imagen 2: B.R.A.C. n.º 49, 1944.
- Imagen 3: B.R.A.C. n.º 43, 1934.

sábado, 15 de junio de 2024

LA ANTIGUA FUENTE DE LA PLAZA DE CAPUCHINAS

     Comenzaba el año 1857 y los vecinos de la plaza de Capuchinas y calles aledañas recibían ilusionados la noticia  de que, a lo largo del mismo, el Ayuntamiento les construiría una fuente pública. Lo que hoy en día parece una banalidad no lo era tanto en esos tiempos, cuando se podían contar con los dedos de una mano las casas que contaban con agua propia, mientras que una gran parte de la población tenía que hacer uso del agua de las fuentes para cubrir sus necesidades.

     Según el Indicador Cordobés, de Luis María Ramírez de las Casas-Deza, había tan sólo 32 fuentes públicas en Córdoba en 1856, repartidas entre algunos de los barrios o parroquias de la ciudad, y la más cercana a los vecinos de la plaza de Capuchinas era la que había próxima a la iglesia de San Miguel. La distancia no era excesiva, pero cuando tienes que volver a casa cargado con los cántaros llenos varias veces al día la cosa cambia. Sin embargo, la llegada de la fuente a la plaza de Capuchinas aún se haría esperar.


IMAGEN 1. Plaza de Capuchinas.



     Teodomiro Ramírez de Arellano, en sus Paseos por Córdoba, afirma que en 1860 se destinó el agua de la fuente de los Jardines de la Agricultura para surtir las de Tendillas, Capuchinas y Santa Victoria, pasando la primera a abastecerse de los veneros de Santa Clara. Se equivoca en la fecha, ya que una noticia en la prensa de septiembre de 1861da fe de que esto aún no había ocurrido:

     «Dicen los vecinos de la parroquia del Salvador que no hay en toda ella fuente alguna pública, y añaden que sería muy conveniente que de las aguas de Santa Clara, próximas á llegar á la ciudad, se surtiera una fuente de vecindad que se colocara en la plazuela de la Compañía ó en la de Capuchinas».

     Año arriba o año abajo tampoco es excesivamente relevante para el caso, y en 1862 ya se habla en la prensa de la fuente de la plaza de Capuchinas, aunque sólo sea para denunciar que unos chavales la habían inutilizado con una piedra. Lamentablemente no he conseguido localizar ninguna fotografía de la plaza en la que aparezca la fuente, aunque se sabe que estaba apoyada contra la fachada de la casa número 48 y que, según se aprecia en el plano de Casañal de 1884, su pilón era de forma semicircular, como en el caso de la fuente de la calle San Fernando.


IMAGEN 2. La fuente en un plano de 1884.



     Apenas dos décadas después, la fuente ya había generado los suficientes problemas como para que se pensara en trasladarla. Los continuos actos vandálicos contra la misma, como los robos del grifo o de su llave se unían a roturas en las tuberías, lo que hacía que el agua se derramase tanto de la fuente como de la alcubilla próxima, convirtiendo la zona en un lodazal y afectando a las fachadas de las propiedades colindantes, especialmente las casas números 46 y 48. En una sesión ordinaria del Ayuntamiento, celebrada el 9 de julio de 1881 y a petición de Manuel González Guevara, se acordó el traslado a otro punto dentro de la misma plaza que, según la prensa, sería el rincón de la misma, aunque esta vez separada dos metros de la pared.


IMAGEN 3. Entrada de cochera en el lugar que ocupaba la fuente.



     En 1884 la fuente aún no se había movido de su sitio y seguía estorbando el paso de los transeúntes, como señalaba el Diario de Córdoba, y tampoco lo hizo para agosto de 1894, momento en el que  se le añadió un nuevo caño al que ya tenía, bajo el mandato del alcalde interino Manuel Eguilior y surtido con una dotación de una paja de las aguas del venero de la Torrecilla, que venía a sumarse a la media que ya disfrutaba. Un año después Diego Roldán Lozano, propietario de la casa sobre la que estaba adosada la fuente, solicitó licencia para reformar la fachada de la misma, que daba tanto a la calle Liceo como a la plaza de Capuchinas, y probablemente ese hubiese sido el momento idóneo para trasladar la fuente, pero tampoco fue así.


IMAGEN 4. Proyecto de reforma de la casa número 48 por el lado de la calle Alfonso XIII.



     Pasarían algunos años más hasta que, en marzo de 1902, Diego Roldán se ofreció a cambiarla de sitio aunque tuviera que pagar la obra de su propio bolsillo y el Ayuntamiento, que no es tonto, aceptó, aunque con la condición de que la Comisión de Fomento decidiera el lugar idóneo. Como ya se sabe, "las cosas de Palacio van despacio", y el traslado no se aprobó definitivamente hasta mayo de 1904. El lugar escogido fue el centro de la plaza.

     Si la fuente había estorbado en su ubicación original, no lo haría menos en la nueva, al menos para unos caballos que se la llevaron por delante en septiembre de 1909. Una vez reparada, continuó en su sitio hasta que, en noviembre de 1925, comenzaron las obras de remodelación de la plaza para colocar allí el monumento al obispo Osio con motivo del 16º centenario del Concilio de Nicea. 


IMAGEN 5. Primer plano de la nueva fuente.



     La fuente fue retirada, con el consiguiente enfado de los vecinos que se surtían de su agua. Increíblemente, este malestar vecinal molestó mucho a un tal Andrés B., quien en las páginas del diario La Voz, arremetió contra aquellos «para los cuales es, sin duda, más importante el abasto de agua cómodo y fácil, que el cumplimiento de un deber histórico que tiene la raigambre de diez y seis siglos». En fin, leer para creer. Desde entonces la plaza de Capuchinas estuvo sin su fuente, hasta que fue nuevamente remodelada en 2010 y, además de limpiarla y restaurarla, se le añadió una pequeña, esta vez de tipo ornamental, en recuerdo quizás de la antigua fuente de vecindad.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Fuentes públicas. Expediente, a petición del Sr. González Guevara, relativo al traslado de la fuente pública, existente en la plazuela de las Capuchinas, a otro lugar de la misma, por causar molestias a los vecinos. 1884. SF/C 00284-042.
- Diego Roldán (Rafael Jurado González) ALFONSO XIII, 48 (ANTES LICEO). 1895. SF/C 00324-072.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 3 y 5: Fotografías del autor.
- Imagen 2: Sección del plano de Casañal de 1884, perteneciente al Archivo Municipal de Córdoba y fotografiada por el autor.
- Imagen 4: Plano perteneciente al proyecto de reforma de la casa número 48. Archivo Municipal de Córdoba.

sábado, 8 de junio de 2024

CÓRDOBA DESAPARECIDA: LA CALLEJA ALTA DE JESÚS CRUCIFICADO

     Entre las muchas callejas desaparecidas en Córdoba, cosa normal en una ciudad con la antigüedad de la nuestra y que, por lo tanto, ha sufrido muchas modificaciones en su trazado urbano a lo largo de la historia, hubo una que tiene la curiosa particularidad de haber "desaparecido" en dos ocasiones. Teodomiro Ramírez de Arellano nos habla de ella al describir la calle de Jesús Crucificado (actualmente Leiva Aguilar):

     «Estamos en la citada calle de Jesús Crucificado, á la que afluyen las de San Roque, del barrio de la Catedral, y la de Valladares, que pertenece al que vamos paseando; además tiene una calleja sin salida, que debió comunicarse con la de los Barberos en la calle de Pedregosa, y es conocida por calleja Alta de Jesús Crucificado; en ella han abierto una puerta á un departamento del convento de esta advocación, después de suprimido, y han establecido el cuartel del Cuerpo de Orden Público, vulgo Policía; aquellas monjas daban nombre a esta calle...».


IMÁGENES 1 Y 2. Calle Leiva Aguilar antes y después de ser pavimentada.
A la izquierda, la entrada a la calleja.



     El convento que menciona Ramírez de Arellano no es otro que el antiguo convento dominico de Jesús Crucificado, fundado en 1508 bajo el patrocinio de los marqueses del Carpio e instalado en un edificio construido en 1497 para servir como hospital, que se encuentra en la esquina de las calles Leiva Aguilar y Buen Pastor, y es precisamente una antigua priora del mismo quien nos ofrece una descripción más detallada de la situación de la citada calleja, en una carta que el 16 de diciembre de 1765 envía al ayuntamiento de Córdoba,  y en la que se lee «una calleja barrera, y sin salida que había en la calle alta de este convento por cima de la puerta de su Iglesia, y frente de los jardines de las Casas de los Saravias».

     Entiendo que la "calle alta de este convento" hace referencia a la de Leiva Aguilar, por encontrarse más al norte, en contraposición a la de Buen Pastor que sería la "baja", ya que el convento tenía fachada a ambas calles. Las Casas de los Saravias estaban situadas, según Ramírez de Arellano, en el número 1 de la actual calle Saravia, paralela a la de Leiva Aguilar y que, al igual que en la actualidad, atravesaría la manzana, haciendo frente así sus jardines al convento.


IMAGEN 3. La calleja en 1884.



     El objeto de la carta de la priora no era otro que "devolver" la calleja al ayuntamiento. Resulta que años atrás habían adquirido dos casas que daban a la misma para ampliar la clausura del convento, por lo que solicitaron la cesión de la calleja para incorporarla a éste, «por evitar algunos inconvenientes que por su vecindad experimentaba este Convento», vamos, que la gente se meaba, se cagaba y daba rienda a su lascivia allí, como lamentablemente continúa ocurriendo actualmente en otras calles y callejas del casco antiguo. El ayuntamiento accedió y la calleja fue cerrada, aunque no se construyó sobre ella e imagino que tan sólo se tapió su acceso, algo similar a lo ocurrido con la calleja del Curadero de la Sedala calleja del Curadero de la Seda, en la actual Ronquillo Briceño, cuyo trazado aún permanece intacto.

     Pero ahora, años después, las monjas querían deshacerse de las dos casas anexionadas al convento, que ya no eran útiles para ellas, y que supongo que la falta de liquidez las obligaba a venderlas, y obviamente era necesario volver a abrir la calleja para dar acceso a los posibles compradores. El ayuntamiento accedió, el 7 de febrero de 1756, pero con la condición de que se colocara una puerta de entrada a la misma, que debería quedar cerrada todas las noches «para evitar los perjuicios y daños que pueden resultar de estar abierta la dicha calleja, y más en calle escusada, y de poco tráfico». Dejaban abierta, además, la posibilidad de que el convento pudiera volver a cerrar la calleja siempre y cuando comunicaran su intención.


IMÁGENES 4 Y 5. La entrada a la calleja vista a mayor distancia.



     La calleja permaneció abierta dos siglos más, razón por la que, a partir de 1811, aparece reflejada en todos los planos de Córdoba de los siglos XIX y la mayor parte del siglo XX. Sin embargo en 1970 el antiguo convento, que en la actualidad alberga un asilo para ancianos, se anexiona el espacio que ocupaban la calleja y las casas que daban a ella para construir encima una ampliación del mismo, por lo que la calleja acaba desapareciendo definitivamente.


IMAGEN 6. La calle Leiva Aguilar en la actualidad, ya sin la calleja.



     Lamentablemente, y aunque ya pasé el medio siglo de vida, no tengo la edad suficiente para haberla conocido, ya que nací dos años después de su desaparición, pero tengo la suerte de pertenecer al grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES en el que, gracias a personas como Isabel Burón, Paco Muñoz o Rafael Granados Alba, aprendes anécdotas tan curiosas como que las vacas del corral del convento las sacaban a pastar un anciano albino y otro al que apodaban "chato", o que si podías hacer el giro de 90 grados de la calle Leiva Aguilar con un Seat 850, incluso marcha atrás, podías conducir por cualquier sitio.


Rafael Expósito Ruiz.



DOCUMENTACIÓN
- Obras Municipales. Alineación de Calles. Expediente pretendiendo el Convento de Jesús Crucificado abrir una calleja que antes tenía en su clausura, 1766.  SF/C 00766-043. Archivo Municipal de Córdoba.
- Paseos por Córdoba, o sean apuntes para su historia, 1873-1877. Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 2, 4 y 5: Fotografías de Ladis, Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 3: Sección del plano de 1884 de Casañal, perteneciente al Archivo Municipal de Córdoba y fotografiada por el autor.
- Imagen 6: Fotografía del autor.