lunes, 5 de mayo de 2025

UN DISPARO "A BOCA DE JARRO"

     El 8 de enero de 1903, Manuel Porras Reyes paseaba por la calle Pedro López. De su mano iba la pequeña Laura (1) y algo más atrás Gracia Torres Reyes, pareja de este. De repente sonó un disparo y Manuel, de tan solo 28 años, cayó al suelo sin vida. La gente que pasaba por allí comenzó a concentrarse en torno al grupo formado por Gracia, Laura y el fallecido, comprobando que el disparo le había alcanzado en la cabeza.

     Minutos después se personaban en el lugar el jefe de la guardia municipal, Eloy Yepes, los inspectores del cuerpo de vigilancia y fuerzas de ambos cuerpos, además del juez y el actuario Pedro Fernández Pintado. Mientras tanto el autor del disparo, que había salido corriendo calle arriba, se presentó ante el guardia que prestaba servicio en el Ayuntamiento para confesar su crimen. Se trataba de Rafael Martínez Reyes, pariente de Manuel.


IMAGEN 1. Calle Pedro López en 1870.



     Rafael Martínez Reyes llevaba tiempo enemistado con los hermanos Porras Reyes, y a pesar de esto no tuvo inconveniente en tomar algunas copas con Manuel esa misma mañana bien temprano. Quizás trataba de limar asperezas, o tal vez intentaba emborrachar más si cabe al Porras, que ya venía algo mareado de antemano, para lo que habría de llegar después. Sobre las diez de la mañana, después de que ya se hubieran separado, Manuel, Gracia y la pequeña Laura se toparon con Rafael, que ahora iba acompañado de su hermano, llamado también Manuel. Lo que sucedió entonces, según relataría más tarde el fiscal en el juicio, es que «en tal situación, hallándose Porras desprevenido por completo de la brutal agresión de que iba á ser víctima, Manuel Martínez preguntó á Rafael si llevaba armas, y como le contestase negativamente, le entregó, por bajo de la capa en que iba envuelto Manuel, una pistola, diciéndole á la vez "asegúralo", y entonces Rafael, de improviso y á boca de jarro, hizo á Porras un disparo, causándole una herida encima del pabellón de la oreja, que le originó la muerte instantánea».

     El juicio contra los hermanos Martínez Reyes se programó para los días 9 y 10 de diciembre de 1904. La defensa de Rafael Martínez, a cargo del abogado José Fernández Jiménez, aún admitiendo el hecho de que éste había disparado contra Manuel Porras, arguyó que no lo había hecho con alevosía sino intentando defenderse, ya que el fallecido había intentado agredirle con un estoque sin mediar provocación alguna. Solicitaba, por tanto, que se apreciaran la eximente de legítima defensa o, en su defecto, las atenuantes de embriaguez, vindicación de ofensas y agresión ilegítima.


IMAGEN 2. La calle Pedro López en la segunda mitad del siglo XX.



     Por otra parte, la defensa de Manuel Martínez, que en un principio corría también a cargo de Fernández Jiménez, fue cedida al joven abogado Santos Serrano López. Éste, en su primera intervención en un estrado, sostuvo que la intervención de su defendido en los hechos era «una infame patraña inventada por la familia de Porras, al amparo del odio propio de la raza de los gitanos y con ayuda de varios testigos falsos buscados de propósito para cometer el delito de falso testimonio y los cuales, á fin de poder reconocer á su pobre víctima, tuvieron el infame atrevimiento de ir con anterioridad á la cárcel».

     El representante del Ministerio Fiscal, José Muñoz Bocanegra, sostuvo desde un principio que ambos hermanos eran culpables del asesinato aunque, una vez vistas las pruebas, retiró la acusación contra Manuel manteniéndola contra Rafael, calificando el hecho de homicidio aunque apreciando circunstancias modificativas. La acusación particular sin embargo, a cargo de Agustín Aguilar-Tablada, los inculpaba a ambos sin apreciar ningún eximente ni atenuante.


IMAGEN 3. La calle Pedro López en la actualidad.



     El lunes 13 de diciembre, una vez reanudado el juicio tras el fin de semana y tras la lectura del resumen de los debates anteriores a cargo del Presidente del Tribunal, el jurado declaró no culpable a Manuel Martínez, que fue inmediatamente absuelto, mientras que Rafael fue declarado culpable, siendo condenado a 12 años y un día de reclusión, al pago de la mitad de las costas del juicio y a una indemnización de dos mil pesetas a la familia de Manuel Porras.


Rafael Expósito Ruiz.




(1) Aunque en la prensa de la época no se especifica el nombre de la niña que iba de la mano de Manuel Porras, entiendo que se trata de su hija Laura, que en el momento de los hechos tenía cuatro años y medio de edad.


DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- España, Provincia de Córdoba, registros municipales, 1509-1947, FamilySearch.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía estereoscópica, compartida por Antonio Jesús González en el grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES.
- Imagen 2: Fotografía compartida por Antonio Moreno Bello en el grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES.
- Imagen 3: Fotografía tomada por el autor.