martes, 4 de febrero de 2025

LA MUERTE DE MANUEL CAMACHO ROMERO, ALIAS "PERNALES"

     Cualquiera que conozca la historia del célebre bandolero andaluz Pernales se habrá dado cuenta de que su nombre no coincide con el que aparece en el título de esta entrada. Éste se llamaba Francisco Ríos González, era natural de la localidad sevillana de Estepa, y cayó abatido por los disparos de la Guardia Civil en 1907 cerca de Villaverde de Guadalimar, en Albacete. Sin embargo, tres años antes otro Pernales había perdido la vida en Córdoba, también por causa de un arma de fuego.

     Manuel Camacho Romero, alias Pernales no era un bandido como lo fue el sevillano, no se había "echado al campo" ni comandaba una cuadrilla. Era más bien un ladrón de poca monta, quizás ni siquiera lo hiciera de forma profesional sino tal vez movido por la precariedad que soportaba la clase trabajadora en Andalucía a finales del siglo XIX y principios del XX. Sus robos no pasaban de alguna que otra pieza de ganado, ya fuera para venderlas o para llevar comida a su casa.


IMAGEN 1. Vista de Zuheros.



     Según la prensa de la época, en febrero de 1897 fue detenido por la Guardia Civil de Doña Mencía en Zuheros, localidad en la que residía y de la que quizás era originario, por haber sustraído un par de ovejas en el cortijo del Rey, en el pueblo vecino de Luque. Junto a él, también fueron apresados su amigo José Campillos Ruiz y la esposa de Pernales, Rafaela Arrebola Cantero, el primero como coautor del robo y ella por cómplice. El siguiente suceso relacionado con Manuel digno de aparecer en un periódico sería el último.


IMAGEN 2. La plaza mayor de Luque.



     La noche del 7 de marzo de 1904, como a las diez y media, Pernales y su amigo Adolfo Camacho Leiva se presentaron en casa del matrimonio formado por Camilo Camacho Serrano, alias Tonterías, y Guadalupe Fernández Vico, que a esa hora ya estaban acostados. Ésta, costurera de profesión, había arreglado una camisa a la hija de Adolfo y, como aún no le habían pagado por ello, se negaba a entregarla. Adolfo comenzó a aporrear fuertemente la puerta y Guadalupe, tras preguntar por el motivo de su visita, se excusó diciendo que no podía abrir la puerta al no estar su marido en casa. Esto no convenció a Adolfo, que empezó a insultar a Guadalupe y a amenazarla con echar la puerta abajo. Ante la insistencia de los golpes, Camilo les dijo que se marcharan, pero como éstos no cesaban en su empeño, se levantó de la cama y, pistola en mano, abrió la puerta. Entonces, los dos alborotadores entraron en la casa y agarraron a Camilo por un brazo, momento en el que éste realizó un disparo que alcanzó a Pernales. El proyectil entró por la mandíbula y salió por la parte posterior del cuello, lo que le provocó la muerte casi al instante.


IMAGEN 3. La noticia en la prensa.



     Adolfo salió entonces corriendo despavorido y Camilo y Guadalupe, casi en ropas menores, acudieron a contar lo sucedido a las autoridades. Aunque en un principio Guadalupe quiso hacerse pasar por la autora del disparo, finalmente detuvieron únicamente a su marido, además de a Adolfo, que tras su huida había corrido a acostarse en su cama.

     La causa contra Camilo Camacho Serrano y Adolfo Camacho Leiva fue instruida por el juzgado de Cabra, y la vista se celebró en la sección segunda de la Audiencia de Córdoba, que en esa fecha aún se encontraba en la calle María Cristina, el 15 de noviembre. El fiscal, José Muñoz Bocanegra, retiró la acusación contra Adolfo por allanamiento frustrado y mantuvo la de Camilo por homicidio, aunque apuntó que a su favor se debía apreciar el atenuante de arrebato y obcecación. La defensa, a cargo del señor Fernández Jiménez, hizo hincapié en los eximentes de legítima defensa y defensa de su esposa y que, en caso contrario, se trataría de un homicidio por imprudencia. El jurado dio un veredicto de inculpabilidad y el Tribunal de Derecho acordó la revisión de la causa por un nuevo jurado.


IMAGEN 4. La calle María Cristina.



     La nueva vista se celebró el 10 de febrero de 1905, de nuevo en la sala segunda de la Audiencia. Es probable que de nuevo resultara absuelto, aunque no puedo asegurarlo ya que ninguna noticia más aparece en la prensa sobre este caso. En cualquier caso Manuel Camacho Romero, alias Pernales, que ni era bandolero ni famoso, perdió la vida por encontrarse en el lugar y el momento equivocados.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía de Francisco Solano Márquez Cruz. Archivo de la Diputación Provincial de Córdoba.
- Imagen 2: Fotografía compartida por Alfonso Gómez Romero en el grupo de Facebook CORDUBA.
- Imagen 3: Recorte de la página n.º 2 del Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año LV Número 16138 - 1904 marzo 12. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Imagen 4: Fotografía de Ladis. Archivo Municipal de Córdoba.

viernes, 24 de enero de 2025

UN CUENTO DE FERIA

     Escribir una historia que resulte medianamente interesante lleva su tiempo, y a veces siete días no son suficientes si pretendes publicar al menos una a la semana, máxime si el mucho o poco tiempo de que dispones debes dedicarlo a otros menesteres. Por esa razón, lo que os traigo hoy no ha salido de mi pluma sino de la de Gregorio Perea Crespo, colaborador de Diario de Córdoba y El Defensor de Córdoba, periódico éste último en el que publicó esta pequeña historieta el 28 de septiembre de 1903:

     «Hace unos años llegaron á Córdoba una familia compuesta de una madre y dos hijas, viuda la primera de un capitán del Ejército; habían vivido en un pueblo de la provincia largo tiempo, después de la muerte del padre, y temiendo la buena señora que sus niñas quedasen postergadas ó para vestir imágenes, se decidió pasar á la ciudad de los Rafaeles, creyendo fácil que allí podrían atrapar un Rafaelito.
     Doña Ruperta, que así se llamaba la madre, era gordinflona, entrada en los cincuenta, y presumida como la mujer que no ha perdido las esperanzas...
     Miraba á sus retoños con orgullosa satisfacción, admirando sus cuerpos flacos, de subida estatura y sus caras aflautadas. En sus tiempos había leído una novela en la que aparecían los protagonistas bajo los nombres de Filomena y Rita, bastando esto para que sus niñas fueran tocayas de los novelescos personajes.


IMAGEN 1. Una viuda y sus dos hijas.


     - Mis hijas son dos sílfides espirituales, tienen educación esmerada, singular disposición, visten con admirable gusto y en todas partes se han distinguido por su elegancia; no quiero para ellas militares: los de caballería van muy de prisa y los de infantería ¡maldita la falta!
     Esta era la cancamusa que doña Ruperta entonaba á todas horas; y en parte acertaba y en parte no. Las chicas, como la mamá, se caracterizaban por su amabilidad y discreción; pero el vestir con gusto se les frustraba en no pocas ocasiones; de elegantes descendían á cursis. ¡Oh dolor! la viudedad no alcanzaba para el arrendamiento de un piso, las atenciones cotidianas y la variación de modas.
     Un Acisclo Rafael requirió de amores á Filomena, que ésta aceptó después del cónclave celebrado en familia.
     Vemos que el pretendiente llevaba el nombre del glorioso arcángel en segundo lugar.
     ¿Qué feliz era doña Ruperta! Sus planes comenzaban á realizarse á las mil maravillas.
     Una noche de feria, la viuda y sus hijas se disponían á salir de paseo, cuando se presentó Acisclo Rafael, que como es natural, las acompañó, haciendo pareja con su Filomena.
     Pronto se hallaban en el real del mercado.


IMAGEN 2. Feria en el Paseo de la Victoria.


     El galán se afanaba en que sus acompañantes lo vieran todo detenidamente. Inspeccionaron primero las joyerías, hablando de los objetos de más mérito que contenían las tiendas; ellas esperaban confiadísimas en que el regalo para Filomena sería comprado en las platerías, mas todo se redujo á examinarlas una por una.
     - ¡Qué diantre! -pensaban las señoras- el novio no resulta tan generoso como suponíamos, pero indudablemente nos obsequiará con dulces; desflaron por los puestos de confiterías y... ¡nada!
     La futura suegra manifestó ser ya hora de retirarse, á lo cual se opuso Acisclo Rafael, indicando que irían al Gran Capitán, también animadísimo. Doña Ruperta transigió tras ligero debate; tanto ésta como sus hijas, creyeron serían invitadas á unas tazas de café, y cruzaron el paseo sin que nadie les ofreciera ni un vaso de agua.


IMAGEN 3. Paseo del Gran Capitán.


     Ya se dirigían á su domicilio, disimulando notablemente y mostrándose con el amante tan afectuosas como siempre. Aquél se detuvo de pronto en la calle y exhalando una espantosa exclamación, dijo -Señoras harán ustedes la amabilidad de honrar mi casa con su presencia. Mi madre las está esperando. Ellas con extremada fineza se negaron rotundamente; y el joven se hizo un héroe insistiendo, hasta que logró ganarlas.
     Las mujeres imaginaron que el novio y su madre acordarían obsequiarlas en su misma casa.
     Fueron recibidas cariñosamente; diez minutos duró la sesión de apretones de manos, abrazos y besos.
     - Mamá -exclamó Acisclo Rafael, cuando se hubieron acomodado- hazles unas horchatas de arroz á estas señoras.
     - Gracias, caballero, no tenemos diarrea -respondieron á una voz doña Ruperta y sus hijas, y como movidas por un resorte se levantaron de las sillas, abandonando la casa del deseado galán».

                                                                                                                                          G. Perea Crespo.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- El defensor de Córdoba: diario católico: Año V Número 1192 - 1903 septiembre 28. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía extraída de murciaplaza.com.
- Imagen 2: Fotografía compartida por Lolo Cordoba en el grupo de Facebook CORDUBA.
- Imagen 3: Fototeca del Patrimonio Histórico, Archivo Ruiz Vernacci.

viernes, 17 de enero de 2025

EL PALACIO DE ORIVE: UNA EFEMÉRIDE DUDOSA

     La semana pasada escribí sobre lo que le sucedió a un vecino de la calle Almonas en el siglo XIX, cuando lo llevaban a enterrar sin estar muerto. De este caso había encontrado tres versiones, la última de las cuales aparecía en las páginas de "El defensor de Córdoba: diario católico" y firmada por un tal "Montículus", quien daba por fecha del suceso el 13 de enero de 1835, cosa curiosa ya que Teodomiro Ramírez de Arellano, autor de las dos versiones anteriores, no menciona fecha alguna, y la versión de Montículus es básicamente una copia de las de Arellano.


IMAGEN 1. Palacio de los Villalones o de Orive.



     El tal Montículus no era otro que el presbítero Enrique Cerrillo Pérez, quien se encargó de la sección "Efemérides cordobesas" en el periódico antes citado, sección que únicamente apareció durante el año 1913 y que quizás finalizó tras ser nombrado Beneficiado de la Santa Iglesia Catedral de Almería a finales del mismo año, aunque no así su colaboración con el diario, pues también firmaba y siguió firmando artículos bajo el seudónimo de "Henri Macer". El caso es que, al adjudicar una fecha al suceso de la calle Almonas, o manejaba información que Ramírez de Arellano desconocía, o simplemente lo hizo al azar, como después ocurriría con una de las historias más conocidas de Córdoba, la leyenda del Palacio de Orive y la hija del Corregidor. Como ya escribí en su momento sobre dicha leyenda, veamos lo que de manera más resumida cuenta Cerrillo Pérez:


IMAGEN 2. Otra vista del palacio.
          «Efemérides cordobesas.
     Enero 15 1610. Suceso de la hija del Corregidor de la casaca blanca: -Advertimos que se trata de una leyenda, de un cuento, al que se asigna esta fecha como pudiera fijarse otra.
     El Corregidor D. Carlos Ucel Guimbardo, vivía en la casa de los Orives, en compañía de su única hija. Una noche de lluvia pidieron dos caminantes hebreos que los dejasen pernoctar en el zaguan de la casa, y el Corregidor accedió á la demanda. Una dueña ponderó á doña Blanca, la hija del D. Carlos Ucel, lo estraño de la figura de los hebreos, y la joven y la dueña, llenas de curiosidad, bajaron, y por los intersticios de la puerta del zaguan, miraron lo que los huéspedes hacían. Vieron que uno de ellos leía en un libro y se alumbraba, para poder leer con una vela amarilla, en tanto que el otro repasaba las cuentas de una especie de rosario que pendía de su cintura. Sonó un ruido sordo y enmedio del portal abrióse un boqueta, por el que se entreveía una escalera de mármol. Por ella bajó uno de los hebreos y al poco subió con un joven de 15 años, que llevaba un cofre de alhajas. Tomaron los hebreos el cofre y mandaron al jóven descender; suplicó este que lo llevasen con ellos; obligáronle á bajar, apagaron la luz y el silencio reinó en el portal. Por la mañana se marcharon los judíos.
     Doña Blanca y su criada escudriñaron el portal y no hallaron en él señal de abertura alguna; pero sí halló la criada algunas gotas de cera amarilla, que recogió y con las que hizo un pequeño cerillo. Por la noche bajaron al portal, encendieron el cerillo, se abrió la tierra y apareció la escalera. Por ella bajaron doña Blanca y su dueña y recorrieron varias galerías desiertas. El cerillo tocaba á su fin y las dos mujeres se apresuraron á volver al portal; pero el cerillo se consumió totalmente cuando la dueña ya había subido toda la escalera y doña Blanca se hallaba á la mitad de ella. La tierra se cerró y la triste doña Blanca quedó sepultada en vida para siempre.»


IMAGEN 3. La desdichada Blanca, según la creencia popular.



     Está claro, como dice Cerrillo Pérez antes de comenzar el relato, que la fecha se le ha adjudicado de forma aleatoria, aunque no especifique si es él mismo o no el que lo hace. En cualquier caso, el 15 de enero de 1610 no es la fecha más adecuada para esta historia, incluso tratándose de una leyenda sin ningún fundamento, y es que el citado Carlos Ucel Guimbardo (Ussel Guimbarda en realidad) no nacería hasta 57 años después. Moriría en 1744, sin haber tenido descendencia, por lo que el Marquesado de Ussel que ostentaba, y que le había sido concedido por el entonces Carlos de Nápoles y futuro Carlos III de España, pasó a su hermano Bernardo y de éste a su hijo Salvador. O sea que ni su hija Blanca existió, ni entró nunca en ningún pasadizo ni, mucho menos, lo hizo en 1610.


Rafael Expósito Ruiz.




Más información sobre este tema en:





DOCUMENTACIÓN
- El defensor de Córdoba : diario católico: Año XV Número 4058 - 1913 enero 15. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- historia-hispanica.rah.es/biografias/44000-salvador-ussel-de-guimbarda-y-de-la-rosa.
- Necrologio nobiliario madrileño del siglo XVIII (1701-1808). José Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos.

IMÁGENES
- Fotografías realizadas por el autor.

viernes, 10 de enero de 2025

UN VIVO CAMINO DE LA SEPULTURA

      Entre los años 1833 y 1835 España sufrió los efectos de una pandemia de cólera asiático que dejaría a su paso miles de muertos. Los primeros casos en Andalucía se constataron en Huelva en agosto de 1833 y, pese a las precauciones que se tomaron, el cólera acabó llegando a otras poblaciones andaluzas, haciendo su aparición en Córdoba en mayo de 1834. La psicosis generada por la posibilidad de los contagios hacía que, en ocasiones, no se tomaran todas las medidas para comprobar que los fallecidos realmente lo estaban, y primaba la necesidad de "quitarse al muerto de encima" lo más rápido posible. Esto es lo que parece ser que sucedió con un vecino de la calle Almonas que fue dado por "fiambre" sin estarlo, hecho del que vamos a ver tres relatos escritos en distintos años, iguales en lo fundamental pero con algunas variaciones entre ellos. El primero viene de la mano de Teodomiro Ramírez de Arellano:


IMAGEN 1.



     «En 1835, cuando el cólera se presentó por vez primera en Córdoba, también hizo mucho daño entre los vecinos de la calle de Almonas que, horrorizados, hacian sacar los cadáveres en cuanto creian que los enfermos acababan de espirar. Cuentan que un linero llamado Martinez, sufrió la enfermedad y, juzgándolo difunto, le pusieron un hábito de fraile Francisco y lo hecharon en la caja, en la que lo conducían, cuando volvió en sí cerca de la puerta Nueva y empezó á dar lamentos, preguntando á donde lo llevaban; aturdiéronse los sepultureros, y poniendo la caja en el suelo echaron á correr, dejando al infeliz en tan angustioso trance; mas él, como pudo, levantóse y se volvió á su casa, á la sazón que su muger, demás familia y amigos estaban reunidos, los que al verlo entrar, todos huyeron y juzgándolo una aparición, sin dar crédito á sus palabras, particularmente la muger, que le demandaba lo que quería y le ofrecía mandarle decir alguna misa, hasta que de la súplica pasó al corage, y el resucitado la convenció con un silletazo, de que era la realidad y no un sueño lo que estaba sucediendo, por la censurable ligereza con que habian obrado».

     Esta narración está incluida en el Tomo I de los "Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia" publicado en 1873, 38 años después del suceso. Ramírez de Arellano aporta algunos detalles acerca del protagonista de la historia, como su apellido, su profesión y la calle donde vivía, y no se decanta sobre si el suceso es real o no, como hace con otros, y simplemente dice que «cuentan que...». No será la primera vez que este autor escribiera sobre el asunto y, si primero lo había hecho en prosa, ahora tocaba la versión en verso, recogida en los "Romances histórico-tradicionales de Córdoba":


IMAGEN 2.



«En el año treinta y cuatro 
del siglo décimo nono, 
cuando toda la península 
invadió el cólera morbo, 
en Córdoba también hubo 
causando espanto y asombro. 
Celebraron rogativas 
á nuestro Arcángel Custodio, 
la Virgen de la Fuensanta 
y las Reliquias, del modo
que es costumbre inmemorial 
en este pueblo devoto. 
San Caralampio fué entonces 
el abogado á quien todos, 
temiendo mucho el contagio, 
cantaban coplas en coro; 
en los patios y plazuelas 
formaba la gente corros 
quemando mucho romero, 
cuyo ramage oloroso 
ahuyentaba los miasmas
según dictamen de doctos 
médicos que no entendian 
cual era el método propio 
de vencer la enfermedad 
de efectos tan pavorosos. 
No doblaban las campanas 
ni se llevaban los óleos 
de una manera ostensible 
ni se cantaba un responso, 
y al pobre que se moria 
lo enterraban mal y pronto.


IMAGEN 3.


Allá en la calle de Almonas 
habitaba un matrimonio, 
el marido rastrillaba
la muger hilaba el copo, 
y asi entre los dos tenian 
hasta para ahorrar un poco 
si al marido no le diera 
por empinar tanto el codo, 
causa de muchos disgustos, 
de continuos alborotos 
y á veces que á la muger 
sacudiera bien el polvo,
obligándola á intentar 
más de una vez el divorcio; 
los amigos y parientes 
en momentos de reposo 
avenirlos conseguían 
por algún espacio corto, 
hasta nuevas libaciones 
y otro escándalo más gordo. 
En una de estas batallas 
metió la pata el demonio 
dándole al marido el cólera 
quedando al fin hecho un tronco. 
Todos muerto lo creyeron, 
le hicieron un envoltorio 
sirviéndole de mortaja 
y avisaron con un mozo 
vinieran para llevarle 
seguidamente al depósito:
en efecto, en la petaca, 
(le pusieron este apodo 
á la caja, y en verdad 
que ha llegado hasta nosotros), 
colocaron el cadáver 
sin otra clase de adornos, 
y emprendieron el camino 
los sepultureros solos, 
porque la gente esquivaba 
el contacto más remoto. 
Iban los enterradores
frente á la calle del Pozo 
cuando dentro de la caja 
echaron un par de votos, 
y en vez de enterarse bien, 
en la mitad del arroyo 
la soltaron y se fueron 
de algún lance temerosos. 
El infeliz rastrillero 
dándose cuenta á sí propio
de su triste situación, 
entre abatido y furioso 
alzó la tapa y salióse 
dejando el estuche hediondo, 
volviéndose á su morada, 
cuando tristes y devotos 
su muger y sus parientes 
estaban de velatorio. 
Como nadie le esperaba 
y abrió la puerta de pronto, 
al presentarse produjo
en aquellos tal asombro, 
que hubo quien se desmayó, 
quien creyese era el demonio 
ó que era en forma del muerto 
un alma del purgatorio. 
La muger arrodillada, 
ahogada por los sollozos 
le decía temblorosa: 
Vuélvete, vuélvete pronto 
al lugar en donde estabas 
que yo pagaré un responso 
y te mandaré decir 
las misas de San Gregorio. 
Si no te basta con eso, 
en nombre de Dios, te imploro 
digas cuanto necesites — 
y el rastrillero hecho un loco 
gritaba á su vez:—Muger, 
nada temas, soy tu esposo.— 
Pero nadie se cuidaba
de acudir en su socorro, 
hasta que harto de gritar 
desesperado, furioso, 
observó que en un rincón 
estaba un bastón bien gordo 
y tomándolo, á su esposa 
dio un golpe tan espantoso 
que le hizo gritar llorando: 
—Ahora si que te conozco.»

     En esta nueva versión de 1902, titulada "El rastrillero de la calle Almonas", Ramírez de Arellano se prodiga en detalles que anteriormente no había mencionado. El tal Martínez ya no era sólo un linero sino el que se encargaba de rastrillar el lino, mientras que su mujer lo hilaba después. Era también un borracho y maltratador, que golpeaba a su mujer cada vez que se tomaba dos copas de más. Especifica, además, que el lugar en que volvió en sí mientras lo llevaban en la caja, que en el primer relato simplemente era «cerca de la Puerta Nueva», era la calle del Pozo, actualmente llamada Francisco de Borja Pavón, a escasos metros efectivamente de la citada Puerta. Han pasado 67 años ya desde que ocurrió el suceso y 29 desde la primera versión, y parece que Ramírez de Arellano tiene más memoria ahora que entonces, o quizás más imaginación, quien sabe. Además de los añadidos podemos ver dos cambios en el nuevo relato, que son la fecha del suceso, que ha pasado de 1835 a 1834, y el arma con el que agrede finalmente a su mujer, que en vez de una silla es un bastón gordo, igual de bárbaras las dos en cualquier caso.


IMAGEN 4.



     Una tercera versión aparecerá en 1913 bajo la firma de "Monticulus", un columnista que se encargaba de la sección "Efemérides cordobesas" que el periódico "El defensor de Córdoba: diario católico" incluyó en su primera página a lo largo de ese año:

     «Llevan á un vivo camino de la sepultura.- Padecíase el cólera que tantos estragos hacía en otras poblaciones y que tantos había de hacer en Córdoba algunos meses más adelante. Era tanto el temor al contágio y tan descabelladas las disposiciones de la autoridad, que apenas se juzgaba que había espirado, sin detenerse á cerciorarse de ello, lo llevaban al cementerio y lo enterraban. En la calle Almonas fué atacado del mal reinante un hombre de apellido Martínez, dióle un colapso y su familia, creyéndole cadáver, lo amortajaron de prisa y corriendo y depositándole en un ataud, lo encaminaron al cementerio de S. Rafael. Al llegar la comitiva á la Puerta Nueva, volvió en sí y sentándose en la caja preguntó adonde lo llevaban. Los sepultureros asustados, salieron corriendo y Martínez, como pudo, llegó á su casa. Allí estaba su familia rezando por su alma, y al verlo entrar, huyeron despavoridos, teniendo él que salir á la calle en busca de su mujer y llevarla á empujones al domicilio conyugal».

     La nueva narración es escueta, quizás por el formato al que debía adecuarse, y parece una copia del primer relato de Ramírez de Arellano, aunque el tal "Monticulus" añade algunos datos de su cosecha. En este caso la mujer, que en las versiones anteriores permanecía asustada en el interior de la casa, había salido ahora huyendo hacia la calle, de dónde Martínez la tuvo que traer a empujones, librándose esta vez de silletazos o bastonazos. Y lo más sorprendente, al menos para mí, es el hecho de que aparezca como una efeméride, ocurrida según "Monticulus" el 13 de enero de 1835. Si no estaba claro de dónde había sacado Ramírez de Arellano los adornos añadidos, menos aún lo están los nuevos datos del columnista, fecha incluida. En fin, así se crean las leyendas, en base a un hecho que es más que factible que ocurriera y que a medida que pasa el tiempo es más difícil de creer.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- El defensor de Córdoba : diario católico: Año XV Número 4056 - 1913 enero 13. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Lucha contra una epidemia de cólera morbo en poblaciones de Andalucía (1833). juntadeandalucia.es/cultura/archivos.
- Morbimortalidad del cólera epidémico de 1833-35 en Andalucía, 1992. Esteban Rodríguez Ocaña.
- Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia, 1873-77. Teodomiro Ramírez de Arellano.
- Romances histórico-tradicionales de Córdoba, 1902. Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imagen 1: El entierro prematuro, 1854. Óleo de Antoine Wiertz. Museo Real de Bellas Artes de Bélgica.
- Imagen 2: El cólera en 1835. museodelferrocarril.org.
- Imagen 3: Cementerio de San Rafael. Fotografía compartida por Antonio Ribas en el grupo de Facebook "Fotografías Antiguas de Córdoba - España".
- Imagen 4: Velatorio, 1905. Joaquín Pintos. Museo de Pontevedra.

viernes, 3 de enero de 2025

TORREMILANO, EL ORIGEN DE DOS TORRES

     Para el que no lo supiera, y yo el primero porque acabo de enterarme, el actual pueblo de Dos Torres tiene su origen en la unión de las poblaciones de Torremilano y Torrefranca, dos villas separadas únicamente por una calle, la primera perteneciente a la Corona y la segunda al Condado de Santa Eufemia. Siendo Torremilano la más antigua de las dos, parece ser que Torrefranca era la parte de éste que había sobrepasado los límites de su demarcación, adentrándose en terrenos del Señorío de Santa Eufemia, otorgado en 1467 a Gonzalo Messía Carrillo II, por el apoyo prestado a Enrique IV en las luchas por la sucesión a la corona con su hermano el Infante D. Alfonso. Curiosamente, hasta que D. Gonzalo le impuso el nombre de Torrefranca en 1481, era conocida como el "Barrio Mejías".


IMAGEN 1. Vista de Dos Torres.



     Ambas estaban físicamente unidas, aunque administrativa y jurídicamente eran dos entidades totalmente diferentes, y la convivencia entre ellas no parece que fuera la más agradable, debido sobretodo a los conflictos credos por un Gonzalo Messía cuyas ansias por apoderarse de todo Torremilano lo llevaban a usurpar tierras, demoler y quemar casas en éste después de haberlas comprado e, incluso, abrirse paso con impunidad a través del muro que hubo que levantar entre las dos poblaciones. Sea como fuere, ya en el siglo XIX Torremilano y Torrefranca acabaron uniéndose, constituyéndose el ayuntamiento conjunto en enero de 1842.


IMAGEN 2. El Ayuntamiento.



     Esta es, de una manera bastante breve y resumida, la historia sobre el origen de Dos Torres que, a modo de introducción, es una buena escusa para dejaros con parte de la descripción que el doctor y poeta cordobés Enrique Vaca de Alfaro (1635-1685) dejó escrita sobre la Villa de Torremilano en el siglo XVII:


IMAGEN 3. Escudo de Torremilano.
     «La villa de Torremilano esta unida con la de Torrefranca, separandolas solo una calle, una legua al occidente de Pedroche y otra del Guijo, cercana á la Añora y El Viso; sus campos son fertiles y abundantes, con dehesas y encinares para pastos y cebo de ganados, buenas tierras de sembradío, mucha caza, miel, ganados y viñas.
     Es en el día Torremilano reputado por la cabeza del Partido de los Pedroches, á causa de su grande poblacion y de residir en ella el Corregidor que nombra el Rey, que desde ella gobierna todas las villas, y aqui concurren todos á sus pleytos y despacho.


IMAGEN 4. Nuestra Señora de la
Asunción.
     Tiene esta villa grande y hermosa Yglesia Parroquial dedicada á la Asumpcion de Nuestra Señora, con Vicario, Rector y curas, 21 calles con 572 cassas: 8 hermitas, y segun los ultimos Padrones 728 vecinos con 3600 personas de confesion y 2700 de comunion, 12 presbíteros y 4 capellanes, todas jente hornrada y limpia, con muchas familias nobles y distinguidas, hacendadas y de Notorio, caudales, bestidos quasitodos con mejor ropa y gala que las demas villas, y hasta su trato es distinto, de suerte que se nota gran diferencia.

     Es poblacion antigua, del tiempo de la dominacion de los romanos, como se reconoce de los fracmentos y vestigios que de ellos se encuentran, y por los años de 1668 se hallo en ella esta lapida

P. FRONTINVS.
SCISCOLA
MEDICUS. C. C. P.
H. S. E. S. T. T. L.

     que dize estar alli sepultado Publio Frontino Scíscola, Medico de Cordova Colonia Patricia, que le sea la tierra ligera.


IMAGEN 5. Ermita de Nuestra Señora de Loreto.



     Quien dio la copia no éxpresa el sitio en que se hallo,ni su tamaño y solo saco la Ynscripcion que comunico a D. Manuel de Ayora, Antiquario cordoves; es natural permaneciese esta poblacion en tiempo de los Godos y Moros, pues ay memoria y tradicion que quando la conquista de Pedroche existía, aunque con corto vecindario, pues suena su nombre en aquel tiempo.


IMAGEN 6. Puente de Santiago, de época romana.


     Cerca de esta villa, por el lado de Torrefranca, ai un Arroyo que llaman del Milano, y de el dizen los naturales tomaría el nombre la villa, que, dela torre y Arroyo, se denomino Torremilano, la que despues de la conquista de Cordova quedo por su villa sujeta á su jurisdicion y nombraba sus Alcaldes y oficios como acostumbraba con las demas, así permanecio hasta que se desmenbro de ella, y la dio el Rey con las demas de los Pedroches á el Marques del Carpio, en cuia casa perseberaron hasta el año de 1741 que el Marques Don Fernando de Silba y Toledo Duque de Alba las cedio a el Rey como queda en Pedroche mencionado».


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- dostorres.es/historia.
- El patrimonio municipal de Torrefranca y Torremilano, hoy Dos Torres (Córdoba), en la Edad Moderna, 2017. Francisco Valverde Fernández.
- Manuscritos del Dr. Enrique Vaca de Alfaro, historiador de Córdoba. Biblioteca Digital Hispánica.

IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía extraída de la página cordoba24.info.
- Imágenes 2, 4 y 6: Fotografías del Catálogo Artístico y Monumental de la Provincia. Archivo de la Diputación de Córdoba.
- Imagen 3: Dibujo extraído de la obra "Atlante Español" (1778), de Bernardo Espinalt y García.
- Imagen 5: Fotografía del Fondo del periodista Francisco Solano Márquez. Archivo de la Diputación de Córdoba.