Dice la R.A.E. sobre el significado de las palabras matutero/matutera que se trata de la persona que se dedica a matutear, que a su vez significa introducir matute. Si vamos a la definición de esta última palabra encontraremos que se refiere a la introducción de géneros en una población sin pagar el correspondiente impuesto de consumos. Este impuesto se pagaba en unos establecimientos situados en las entradas de las ciudades llamados casetas de consumos o fielatos, donde se hallaba la balanza o fiel para pesar la mercancía, de ahí el nombre con el que se les conocía. Productos de primera necesidad como el aceite o la sal, así como otros menos necesarios como alcohol o tabaco, se veían gravados con este impuesto para poder entrar en una población, lo que hizo que surgieran personas de escasos recursos en algunos casos y auténticas mafias organizadas del contrabando en otros, que quisieron ahorrarse este desembolso, y que llegaron a convertirse en un serio problema en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.
IMAGEN 1. Fielato de la Puerta del Puente, abajo a la derecha. |
Según publicaba La Crónica, diario de noticias y Anuncios refiriéndose a los matuteros madrileños, en el número del 18 de agosto de 1885, los había agremiados y sueltos. Los primeros obedecían a una organización iniciada en 1850, mientras que los segundos trabajaban por su cuenta y riesgo. Señalaba además distinciones en los nombres con que se les conocía dependiendo de su manera de actuar:
IMAGEN 2. Exigiendo el pago. |
Las matuteras empetadas son las que amoldan á la forma del cuerpo corazadas, vejigas, etc. y las rellenan con aceite, aguardiente ó alcohol; las amasecas, las que entran con muñecos imitando niños de pecho, que son otros tantos cabritos y corderos, ó se presentan en estado interesante; las barbianas son las damas elegantes que con trajes y sombreros unas y pañuelos de Manila otras, con coches alquilados -y acompañadas de lacayos bien vestidos- todas tienen la mision de hacer cuatro ó seis viajes redondos al dia...; las corredoras, en fin, se dedican á denunciar la existencia de género y el paso de otro por determinado sitio, para realizar el alijo por otra parte [...].
En Córdoba, como en el resto de provincias de España, sucedía otro tanto, y existían básicamente dos maneras de introducir las mercancías en la ciudad: buscar un punto débil en el recinto amurallado para entrar sin ser visto o hacerlo por las puertas de la ciudad, ante las narices de los encargados de los fielatos. Para la primera de ellas los matuteros solían usar los cursos naturales de agua o casas adosadas a la muralla a las que no fuese excesivamente difícil acceder, y con cuyos propietarios estarían compinchados.
IMAGEN 3. Dependiente apoyado en la caseta en Campo Madre de Dios. |
En 1890 aparecía en la prensa una noticia acerca de las sospechas que la guardia municipal tenía sobre una casa en la calle Barrionuevo, ya que tenía acceso más o menos directo a la muralla y su puerta permanecía abierta todas las noches. El desparpajo y la desvergüenza de la propietaria quedan patentes en la respuesta que le dio al guardia número 44 cuando este le dijo que la puerta abierta a todas horas le olía mal: «Pues cierre usted las narices». También había levantado sospechas un agujero de dimensiones regulares aparecido en el muro de las casas conocidas como Casillas del Cáñamo, en las inmediaciones del Campo de San Antón.
En lo que respecta a los cursos de agua como accesos para los matuteros, da fe de este sistema la siguiente noticia aparecida el 26 de noviembre de 1891 en el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos:
[...] Hubo un tiempo en que los matuteros penetraban en la población por la salida del arroyo, en la parte inmediata á la puerta de Sevilla. Para evitar la continuación de este abuso, se acordó la colocación de una reja de hierro y así pudo conseguirse que acabara allí el matute [...]
La solución a un problema generó otro nuevo, ya que cuando el Arroyo del Moro venía crecido arrastraba ramas y piedras que acababan amontonadas sobre la reja taponando el acceso al agua, lo que provocaba frecuentes inundaciones en la plazuela de la Puerta de Sevilla.
IMAGEN 4. Caseta junto a la Puerta de Sevilla. |
Los más osados entraban el contrabando por las puertas de la ciudad, usando una diferente en cada uno de sus viajes para no levantar demasiadas sospechas, y urdiendo las estratagemas más imaginativas para lograr su fin: dobles fondos en los carros, falsas jorobas o vientres de embarazadas, e incluso muñecos que simulaban ser bebes en brazos de sus madres. Tampoco tenían reparo algunos matuteros en usar a niños y niñas para sus actividades: el 7 de julio de 1891 fue detenida una niña de nueve años, en el fielato de San Sebastián, que llevaba media arroba de aguardiente escondida en una coraza oculta bajo la ropa, sobre su pecho.
Esta forma tan directa de intentar pasar productos provocaba innumerables altercados entre matuteros y dependientes de consumos, saliendo a veces a relucir las armas de fuego por ambas partes, y ocasionando más de una desgracia. En una de estas ocasiones la suerte sonrió al trabajador que, tras haber recibido seis disparos por parte de un matutero conocido por el Reondillo sin que ninguno de ellos le acertara, salió en su persecución hasta que consiguió darle alcance en la calle Horno del Duende. La paliza debió ser de tal magnitud que el Reondillo acabó en el hospital. También era conocida la matutera Dolores Arroyo, que vivía en la calle Fernández de Córdoba del Campo de la Verdad, y que había sido condenada por altercados con los dependientes de los fielatos de la Puerta del Puente y la de Baeza.
IMAGEN 5. Matuteros pillados in fraganti. |
El excesivo celo de algunos dependientes ocasionaba más de un malentendido con personas del todo inocentes, incluso con algunas de probada reputación. El 24 de agosto de 1901 Manuel García Leiva, propietario del antiguo ventorrillo de la Salud, sufrió todo tipo de vejaciones al ser confundido con un matutero al que los dependientes venían acechando. Al conocer estos hechos, el administrador de la empresa arrendataria de los consumos se apresuró a pedir disculpas y solicitar el perdón por el comportamiento de los empleados, de quienes afirmó que no tenían «la inteligencia suficiente para no cometer atropellos de tal índole». Las disculpas fueron aceptadas, sin embargo, dos días más tarde, la familia de Manuel García que entraba a la ciudad en un carruaje con otra familia amiga, tuvo que sufrir de nuevo los abusos de los dependientes del fielato, llegando una de las mujeres a protestar al ser registrada por el «atentado al pudor que se estaba cometiendo».
Con el tiempo el impuesto de consumos y los fielatos acabaron desapareciendo, pero no así el matute. Algunos métodos no han cambiado en la actualidad, y todavía hay quienes intentar pasar por aeropuertos y aduanas mercancías sin declarar entre sus equipajes o bajo sus ropas. Como dice la canción, "la vida sigue igual".
Rafael Expósito Ruiz.
IMÁGENES
Imagen 1. Córdoba - Puerta de entrada sobre el Puente Romano, Anónima. Lantern Slide Collection. UNIVERSITY OF MICHIGAN LIBRARIES.
Imagen 2: Ilustración aparecida en la publicación El Museo universal, 9-5-1869. BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA.
Imagen 3: Campo Madre de Dios. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
Imagen 4: Puerta de Sevilla antes de la restauración, Ladis. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
Imagen 5: Ilustración aparecida en la publicación Nuevo Mundo, 24-10-1902. BIBLIOTECA DIGITAL HISPÁNICA.
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