miércoles, 4 de agosto de 2021

El incendio de San Hipólito

Imagen 1. Entrada principal a la Colegiata de San Hipólito.
     En 1342 Alfonso XI, rey de Castilla y de León, fundó un monasterio en una zona próxima a la Puerta de Gallegos con una doble finalidad: por un lado para conmemorar su victoria junto a las tropas de su suegro, Alfonso IV de Portugal, en la famosa Batalla del Salado; por otro lado tenía la intención de destinar la iglesia de dicho monasterio a panteón real, para poder trasladar allí los restos mortales de su padre, Fernando IV, que en ese momento estaban sepultados en la Capilla Real de la  Mezquita-Catedral, y para que a su vez fuera también su futuro sitio de descanso una vez que falleciese. Cuatro años después el Papa Clemente VI lo elevó al rango de Colegiata, sin embargo el edificio al completo no se terminó hasta 1736, ya que durante el reinado de Alfonso XI y de su hijo tan solo se llegaron a construir la cabecera y el crucero de la iglesia. Más de un siglo después, la noche del día 23 de enero de 1890, un incidente pudo haber acabado en unas horas con un edificio que había tardado casi cuatrocientos años en construirse.

Imagen 2. Iglesia de San Nicolás de la Villa.
   La Real Colegiata de San Hipólito servía por entonces como residencia de los miembros de la Compañía de Jesús. Ese día a las nueve y media de la noche, después de que todos ellos hubieran finalizado sus obligaciones, se retiraron cada uno a sus respectivos aposentos para descansar. La noche transcurría con tranquilidad pero, a las once y media Manuel Gómez, el agente que hacía la guardia en la avenida del Gran Capitán, creyó ver salir humo por una de las ventanas que miraban hacia donde el se encontraba, por lo que decidió acercarse al edificio y comprobó que se trataba de un incendio. Inmediatamente y junto al municipal Francisco Rodríguez y al guarda Eduardo García, acudieron unos a llamar a la puerta de la Colegiata que se hallaba en la calle Alegría (actualmente Menéndez Pelayo) mientras otros acudían a la iglesia de San Nicolás de la Villa para que desde allí se diesen las seis campanadas que advertían que el incendio se estaba produciendo en esa zona (*).

Imagen 3. Calle Menéndez Pelayo. Al fondo se puede
ver la entrada lateral a la Colegiata de San Hipólito.
  
     Cuando consiguieron que les abrieran el acceso a la Colegiata, los agentes, acompañados de algunos vecinos que habían acudido a la llamada desde San Nicolás, penetraron en la iglesia para ver como una densa humareda salía bajo la puerta de la sacristía. Al entrar comprobaron que el incendio se había originado en una pequeña despensa interior en la que se almacenaban cera y esperma (**). Rápidamente se aprovisionaron con cuantas cubetas consiguieron reunir y comenzaron a arrojar sobre el fuego el agua de la fuente del patio principal, ya que las llamas comenzaban a salir ya de la despensa y habían empezado ya a devorar un cuadro que representaba el martirio de San Hipólito así como una cornucopia dorada (***) que se hallaba sobre la entrada de la misma. Gracias a esfuerzo de todos el incendio quedó controlado al poco tiempo.

     Más tarde el arquitecto municipal, el teniente de Alcalde del distrito y otras autoridades se personaron en el lugar del siniestro para hacer un reconocimiento y comprobar los daños. Junto al depósito de cera se encontraban las cajoneras donde se guardaban las vestiduras sacerdotales y las ropas que cubren los altares, que junto a varios enseres de madera cercanos podrían haber servido de combustible para alimentar un fuego que, una vez hubiera hecho saltar en pedazos las vidrieras que comunicaban la sacristía con la iglesia, habría ocasionado daños de mayor entidad. Sin embargo, a excepción de algunos cuadros al óleo, varias puertas y una gran cantidad de cera, no hubo que lamentar mayores pérdidas; las paredes y algunas molduras de cierto valor artístico quedaron ennegrecidas por el humo, pero por suerte ninguna persona resultó herida en este incidente.


Rafael Expósito Ruiz.


(*) En caso de incendio cada parroquia de Córdoba tenía asignado un número de campanadas como señal de aviso, que iban desde una en caso que se tratase de la parroquia de la Catedral hasta quince si era en la Merced. A San Nicolás de la Villa le correspondían seis.

(**) Se trata de espermaceti o esperma de ballena, que se utilizaba entre otras cosas para la fabricación de velas o como combustible para lámparas de aceite.

(***) R.A.E. Cornucopia:
1. Vaso en forma de cuerno que representa la abundancia.
2. Espejo de marco tallado y dorado, que suele tener en la parte inferior uno o más brazos para poner velas cuya luz reverbere en el mismo espejo.





DOCUMENTACIÓN
- Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XLI Número 12248 - 1890 enero 25. BIBLIOTECA VIRTUAL DE PRENSA HISTÓRICA.

IMÁGENES
- Imagen 1: Sin autor ni fecha conocidos. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Imagen 2: Fotografía de Tomás Molina, 1880. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Imagen 3: Fotografía de Joaquín del Palacio, 1947. BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA.

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