sábado, 25 de mayo de 2024

LA ESTATUA DE OSIO

     En 1925 se cumplían 1.600 años del Primer Concilio de Nicea, convocado y presidido por el obispo cordobés Osio en el año 325 de la era presente, en el que básicamente se debatía si el tal Jesús era divino y humano o solamente lo último. Parece ser que ganó la primera opción. Hasta ese momento, Córdoba no había honrado la figura del histórico obispo, a excepción de poner su nombre a la que antiguamente se había llamado Espaldas de Santa Clara, algo que habría ocurrido en los primeros días de 1865 si nos guiamos por la coplilla publicada en la prensa el 26 de enero de ese año: «Es hoy ya calle de "Osio" / la "Espaldas de Santa Clara" / con tal centinela veo / que las tendrá bien guardadas». De modo que tocaba ya un homenaje "como dios manda". Este homenaje, ideado por el obispo Adolfo Pérez Muñoz, iba a consistir, además de una peregrinación a Roma, en una placa dedicada al "paladín del Concilio de Nicea" pero, al parecer, el alcalde José Cruz Conde era más partidario de erigir una estatua.


IMAGEN 1. Monumento a Osio en la plaza de Capuchinas.



     La prensa cordobesa aún no se había hecho eco de la noticia cuando, en julio de ese año, el periódico madrileño El Debate afirmó que España, aprovechando el centenario, debería hacer algo en gratitud a la memoria de Osio, señalando que la iniciativa debía de partir, sin lugar a dudas, de Córdoba, la ciudad de la que fue obispo. La publicación fue acogida de desigual manera por los periódicos cordobeses, y mientras el Diario de Córdoba afirmaba prudentemente que El Debate confirmaba la noticia que desde hacía tiempo circulaba por nuestra ciudad, La Voz venía a decir más o menos que no hacía falta que desde Madrid nos recordaran lo que se tenía que hacer en Córdoba a ese respecto.

     El diario madrileño también revelaba la identidad de la persona a la que se encargaría el proyecto, el reconocido escultor sevillano Lorenzo Coullaut Valera, artista que tenía relación con Córdoba ya que su madre, aunque sevillana también, era prima del novelista egabrense Juan Valera, el famoso autor de la obra "Pepita Jiménez", y al parecer habría recibido clases de Rafael Romero Barros, padre de Julio Romero de Torres, en la Escuela de Bellas Artes.


IMAGEN 2. Coullaut Valera trabajando en un busto.



     Elegido el escultor, tan sólo faltaba decidir en qué lugar de Córdoba iba a ser colocado el monumento. El 3 de octubre, Coullaut Valera dedicó el día entero para inspeccionar todas las plazas y plazuelas de Córdoba, en busca del lugar idóneo. El jardín del Campo Santo de los Mártires fue la primera opción, aunque pronto sería sustituido por el de la plazuela de San Nicolás de la Villa. Finalmente, el día 29 de ese mes, el alcalde presentó una moción ante la Comisión Permanente del Ayuntamiento proponiendo que el monumento se levantase en la plaza de Capuchinas. La moción fue aprobada por unanimidad.


IMAGEN 3. La plaza de Capuchinas en 1884, antes de su remodelación.



     En noviembre comenzaron las obras para adecuar la plaza, se levantó el pavimento por completo y se trazó la parte que iría dedicada a jardín. Imagino que estas obras contaron con el beneplácito de muchos cordobeses, entre los que no se encontraban los vecinos de la plaza, que vieron como el proyecto se llevaba por delante la fuente de vecindad, de la que se surtían de agua, para trasladarla a otro lugar. Mientras tanto, el alcalde visitaba en Madrid al escultor para comprobar que la escultura estaba ya muy avanzada. El proyecto de reforma de la plaza era obra del arquitecto municipal Rafael de La Hoz Saldaña, y el diario La Voz lo describía de la siguiente manera: 

     «En dos planos se dividirá el rectángulo que hoy constituye esa plaza, dejando siempre una calzada para el tránsito rodado que enlace la calle de Alfonso XIII con la del Conde de Torres Cabrera, y otra que corra entre el jardín y la fachada de la iglesia conventual de Capuchinas. 
     Sobre este plano se elevará una plataforma en cuyo centro será emplazado el monumento. Tras de él, una cortina de árboles le darán precioso fondo. Algunos de estos árboles decorativos, serán palmeras.
     Alrededor de las tres caras más visibles del basamento de la estatua, la anterior y las laterales, correrá un artístico tapiz bordeado de una cenefa de mosaico de piedrecillas. Convenientemente distribuidos en su perfil, habrá cuatro bancos de mármol blanco sin respaldo.
     Los macizos de jardín que rodean esta plataforma, como las que se proyectan para el plano inferior, han de ser plantas de poca altura, y solo admitirán dos árboles pequeños que serán dos naranjos, hacia los extremos, en sitio donde no perjudiquen la visualidad del monumento».


IMAGEN 4. La plaza en 1927, ya remodelada.



     La estatua quedó finalmente colocada en la tarde del 31 de diciembre, el último día del año en que se cumplía el centenario del citado Concilio. Al igual que se había hecho antiguamente en Grecia y Roma, la estatua de Osio había sido policromada, con tierra de Sevilla en unos lados y con infusión de tabaco en otros, protegido todo ello con un barniz compuesto a base de celuloide. Tres relieves de bronce dorado adornaban el pedestal sobre el que estaba colocada, representando la conversión del emperador Constantino, el Concilio de Nicea y el martirio del propio obispo, sobre los cuales aparecía grabado el monograma formado por las dos primeras letras de la palabra griega "cristo".


IMAGEN 5. Asistentes al acto de inauguración.



     La inauguración oficial del monumento se retrasaría hasta el 25 de abril de 1926. Las calles Alfonso XIII, Conde de Torres Cabrera, Diego León y la plaza de Cánovas (actual Tendillas) estaban abarrotadas desde las diez de la mañana. se cortaron al tráfico, dejando paso únicamente por la calle Mármol de Bañuelos, por donde llegaría la comitiva de autoridades. A las once y media llegó Federico Tedeschini, nuncio del Papa Pío XI, que había sido invitado al acto semanas antes por el entonces alcalde de Córdoba Pedro Barbudo, que lo acompañaba, mientras en otro carruaje llegaban el obispo Pérez Muñoz y el auditor Monseñor Guerinoni. Tras bendecir la estatua, el nuncio tomó asiento en la tribuna que había sido levantada frente a la plaza, delante del actual número 15 de la calle Alfonso XIII, donde lo acompañaron los gobernadores civil y militar, el alcalde, los presidentes de la Audiencia y la Diputación, y el ya ex-alcalde José Cruz Conde. Tras los discursos del alcalde y el obispo, el acto se cerró con el del nuncio del Papa.


IMAGEN 6. Autoridades en la tribuna.



     Los bombardeos sufridos por Córdoba durante la Guerra Civil causaron destrozos en la estatua, que perdió un dedo de la mano derecha y la vara del báculo que sostenía en la izquierda. Más de dos años estuvo el dedo sin ser repuesto y, una década después, la vara aún esperaba su turno, por más que la Comisión de Monumentos solicitaba la reparación. No debió tardar mucho en ser repuesta, ya que aparece en una fotografía de 1948, aunque en la actualidad no hay rastro de ella, así como tampoco de la policromía que cubría el rostro y el manto de la estatua.


IMAGEN 7. La estatua en 1948.


Rafael Expósito Ruiz.


DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Red Municipal de Bibliotecas de Córdoba.

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 3: Fotografías del autor.
- Imagen 2: Fotografía extraída de coullautvalera.com.
- Imagen 4: Sección del plano de Córdoba de 1927.
- Imagen 5: Fotografía subida por Alfonso Gómez Romero al grupo de Facebook CORDUBA.
- Imágenes 6 y 7: Archivo Municipal de Córdoba.

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