sábado, 5 de octubre de 2024

ALGUNOS RESTOS DEL MUSEO VILLA ZEVALLOS

     El 4 de mayo de 1889, la prensa cordobesa anunciaba la venta de las piezas del antiguo museo de Pedro Leonardo Villa Zevallos. Un total de 59 objetos, «casi todos de piedra, y algunos de barro cocido», que no eran sino los restos de una extensa colección que incluía casi un centenar de inscripciones, entre columnas, pedestales, lápidas, cipos, aras y demás, y más de veinte esculturas. Un número de gemas, monedas y medallas que superaba las 6.000 habían sido las primeras en desaparecer, vendidas por su hijo Rafael, a las que seguirían algunas inscripciones y estatuas.

     Tanto Rafael Romero Barros como su hijo, Enrique Romero de Torres a la muerte de éste, intentaron frenar la dispersión de las piezas restantes desde sus cargos en la Comisión de Monumentos, intentando que éstas permanecieran en Córdoba y pasaran al dominio público. Sin embargo, los numerosos y tediosos trámites administrativos que esta empresa requería no fueron tan rápidos como las 1.500 pesetas que el marqués de Casa-Loring, Jorge Loring Oyarzábal, ofreció a los propietarios por lo que quedaba de la colección para llevársela a su museo de la finca de la Concepción, en Málaga.


IMAGEN 1. Templete del Museo Loringiano.



     No es mi intención enumerar una a una todas las piezas que abandonaron Córdoba hasta la finca malagueña y que, tras la desaparición también del Museo Loringiano, siguieron otros caminos. Sería demasiado tedioso y no quisiera matar de aburrimiento a quien pueda estar leyendo esto, así es que me limitaré a describir algunas de ellas a modo de ejemplo.


IMAGEN 2. La Thoracata de Montoro.
     La "Thoracata de Montoro" (1) es una estatua, de tamaño mayor al natural, a la que le faltan la cabeza, los brazos y parte de las piernas. Lleva vestimenta militar, con una coraza con decoración zoomorfa y el manto imperial recogido sobre el hombro con una fíbula. Fue encontrada hacia 1710 cuando se trabajaba en los cimientos de un molino de aceite propiedad de D. Pedro Camacho, a las afueras de Montoro. El presbítero de Córdoba D. José Ursino se la pidió al propietario con la finalidad de colocarla sobre el famoso "mármol de Bañuelos", un fragmento de columna que se encontraba en la esquina de la ya desaparecida casa de D. Luis Bañuelos y que daba nombre a la zona en la que ésta se encontraba. La muerte de D. Luis imposibilitó que esto llegara a realizarse, y la estatua pasó a manos de los Padres Mercedarios quienes, en 1734, se la regalaron a D. Pedro Leonardo Villa Zevallos para su museo. Según éste, cuando la vio en el convento de los Mercedarios había también un trozo grande de una de las piernas, que parece ser que se perdió, y según el Mo. Po. (?) de Aguilar la estatua tenía una cabeza con barba.


IMÁGENES 3 Y 4. Thoracata y pedestal.
     Mientras se encontraba en la finca de la Concepción, la Thoracata de Montoro estuvo apoyada sobre un fragmento de columna de mármol azul, procedente también del museo cordobés. Se trataría de un pedestal o basa de estatua ya que parece ser que aún conservaba en su parte superior los restos de los pies de una de bronce que habría estado colocada sobre ella. Fue descubierta en un corral en 1731, mientras se trabajaba en los cimientos de una casa cerca del oratorio de San Felipe Neri, ocupado en la actualidad por el Gobierno Militar, y propiedad de los capellanes de la capilla de San Acacio en la Mezquita Catedral, la conocida como "Capilla de la Sangre". Según la inscripción que contiene,  la estatua original fue reparada o repuesta por los cónsules de Córdoba M. Lucafio y Q. Viocio. Según escribió Francisco Ruano en 1795, es «una hermosissima Columna de marmol azul de vara i media de alto, y quasi vara de gruesso».


IMAGEN 5. Un posible Trajano.
     Otra de las piezas que salió de la casa de Villa Zevallos hacia Málaga es un busto masculino de mármol, de 50 centímetros de altura, 30 de anchura y 15,5 de profundidad,  al que le faltan el hombro y la axila derechos y tiene rota la nariz. Según Manuel Rodríguez de Berlanga, quien realizó un inventario de las piezas del Museo Loringiano en 1903, podría tratarse de una representación del emperador Trajano, aunque realizada en una época posterior a la romana, porque «está como acabada de salir del taller del artífice, sin la patina y el desgaste, que da el tiempo. No ha debido estar diez y siete siglo bajo tierra, sino guardada en el fondo de un silo vacío, como en una caja herméticamente cerrada». Por otro lado, en la ficha que el Museo de Málaga ofrece sobre esta pieza se apunta a su innegable antigüedad y que «la buena conservación de la pieza quizás apunte a que se trata de un retrato funerario, que se colocó en el interior de la cámara sepulcral de un mausoleo familiar, como era habitual en época romana». 


IMAGEN 6. Miliario y lápida.
     En 1734 llegó al Museo Villa Zevallos el fragmento de un miliario romano, que no es sino una columna cilíndrica en la que se hacía constar las distancias entre un punto y otro del imperio. Solían colocarse en las calzadas cada milla, de ahí lo de miliario o piedra miliar, y este concretamente habría formado parte de la Vía Augusta a su paso por la provincia de Córdoba. Se halló a un par de kilómetros de La Carlota, en terrenos de la finca de Villarealejo, propiedad del marqués de Santa Rosa. La inscripción, según Rodríguez Berlanga, dice lo siguiente:

     «El emperador César Augusto, hijo del divino Julio, cónsul por trece veces, con la potestad tribunicia por la veinte y una, pontífice máximo. 
Desde el Betis y el templo de Jano Augusto al Océano setenta y siete millas».

     Cuando el marqués de Loring la colocó en su museo puso sobre ella una lápida sepulcral, que también provenía del de Villa Zevallos. Al parecer fue reutilizada pues tiene inscripciones en ambas caras. Por un lado, señala la sepultura de Galva (según Villa Zevallos) o Calva (según Berlanga), de cinco años y siete meses, Aprodisia de cuatro años y Pia de dos. Por el otro lado, la inscripción se refiere a la sepultura de Valeria Quinta.

     A la finca de la Concepción en Málaga no sólo llegaron piezas desde el museo Villa Zevallos del período romano, también de los períodos cristiano y musulmán. Como no quiero extenderme demasiado para no provocar bostezos, y como piedras romanas hemos visto ya algunas, finalizaré con una pieza de cada uno de los otros dos períodos.


IMAGEN 7. Lápida de fray Martín.
     La primera es un epígrafe funerario del siglo X dedicado a Fray Martín, obispo de Écija. La lápida, de mármol, fue encontrada por un agricultor en 1729, mientras trabajaba en una viña cerca de la casa-lagar de el "Algarbejo", en la sierra cordobesa, propiedad del prebendado de la Catedral de Córdoba Pedro Melgarejo, y que pasó a la colección de Villa Zevallos por mediación del presbítero Francisco Ruiz. Se trata de una lápida reutilizada, que en la parte posterior contiene una inscripción honoraria dedicada al prefecto imperial Aulo Postumo. Por el lado que corresponde al obispo, la inscripción, según Ángel Riesco, dice lo siguiente:

     «Esta es mansión y, al mismo tiempo, morada sepulcral, esculpida en mármol, del ilustre obispo Martín, que contiene aquí -según costumbre sagrada- sus restos mortales. Él, por servir a Cristo, de joven eligió la vida monástica y, durante el ejercicio de su poderoso mandato, vivió conforme a la norma canónica, rigiendo desde su palacio episcopal la iglesia de Écija. Pasó enseguida al lado de los padres inmortales, a saber, el tercer día de los idus de mayo (13 de mayo) de la Era (hispánica) de 969 (a. d. c. 931) ¡Lector! encomiéndalo devotamente rezando al señor con fervor».


IMAGEN 8. Alto relieve califal.
     La última pieza, y con ella terminamos este breve repaso, es una inscripción califal en alto relieve, del año 969 de la era presente. Trata sobre la construcción o reparación del alminar de una mezquita por un comerciante. Rodríguez de Berlanga ofrece la siguiente traducción del arabista malagueño Francisco Javier Simonet:

     «La alabanza á Dios, dispensador de todo bien, y cuyo auxilio impetramos. No hay más Dios que él, el glorioso y el sabio. Llevó a cabo la edificación de esta torre Omar-ben-Idris, él compasivo, con su persona y con su hacienda. La recompensa de Dios -glorificado y ensalzado sea,- y se terminó con el auxilio de Dios y con su protección en el mes de Rabí el segundo del año 358».

     Simonet apunta después que la palabra que ha traducido por "compasivo" podría también significar "vendedor de lienzos", mientras que en la ficha que se puede consultar en el Museo de Málaga se habla de un "comerciante de la seda". En cualquier caso, parece que lo más probable es que esta inscripción se encontrara en el mismo alminar al que hace referencia, probablemente en una de las mezquitas de barrio con las que contaba Córdoba. La piedra fue posteriormente reutilizada como epitafio por la parte trasera, en la que aparece una inscripción en bajo relieve y en lengua castellana de 1258.


Rafael Expósito Ruiz.




(1) Existe otra "Thoracata de Montoro", muy parecida a ésta y hallada en 1989 en unas obras en la calle Cervantes de la citada localidad.




DOCUMENTACIÓN
- Catálogo del Museo de los Excelentísimos Señores Marqueses de Casa-Loring. Manuel R. de Berlanga, 1903.
- El museo cordobés de Pedro Leonardo de Villacevallos. Coleccionismo arqueológico en la Andalucía del siglo XVII. José Beltrán Fortes, 2003.
- Explanación Antiquo-lapidea, Inscripcional de el Museo de D. Pedro de Villa y Cevallos, 1740.
- Nuevo miliario bético de la Vía Augusta, Enrique Romero de Torres. Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 56, Año 1910.
- Tres lápidas funerarias con epígrafes latinos de los siglos IX-XI conservadas en la Alcazaba de Málaga. Ángel Riesco Terrero, 1988.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 4 y 6: Extraídas del "Catálogo del Museo de los Excelentísimos Señores Marqueses de Casa-Loring".
- Imágenes 3, 5 y 8: Museo de Málaga.
- Imagen 2: demuseospormalaga.com.
- Imagen 7: Extraída de "Tres lápidas funerarias con epígrafes latinos de los siglos IX-XI conservadas en la Alcazaba de Málaga".