sábado, 8 de junio de 2024

CÓRDOBA DESAPARECIDA: LA CALLEJA ALTA DE JESÚS CRUCIFICADO

     Entre las muchas callejas desaparecidas en Córdoba, cosa normal en una ciudad con la antigüedad de la nuestra y que, por lo tanto, ha sufrido muchas modificaciones en su trazado urbano a lo largo de la historia, hubo una que tiene la curiosa particularidad de haber "desaparecido" en dos ocasiones. Teodomiro Ramírez de Arellano nos habla de ella al describir la calle de Jesús Crucificado (actualmente Leiva Aguilar):

     «Estamos en la citada calle de Jesús Crucificado, á la que afluyen las de San Roque, del barrio de la Catedral, y la de Valladares, que pertenece al que vamos paseando; además tiene una calleja sin salida, que debió comunicarse con la de los Barberos en la calle de Pedregosa, y es conocida por calleja Alta de Jesús Crucificado; en ella han abierto una puerta á un departamento del convento de esta advocación, después de suprimido, y han establecido el cuartel del Cuerpo de Orden Público, vulgo Policía; aquellas monjas daban nombre a esta calle...».


IMÁGENES 1 Y 2. Calle Leiva Aguilar antes y después de ser pavimentada.
A la izquierda, la entrada a la calleja.



     El convento que menciona Ramírez de Arellano no es otro que el antiguo convento dominico de Jesús Crucificado, fundado en 1508 bajo el patrocinio de los marqueses del Carpio e instalado en un edificio construido en 1497 para servir como hospital, que se encuentra en la esquina de las calles Leiva Aguilar y Buen Pastor, y es precisamente una antigua priora del mismo quien nos ofrece una descripción más detallada de la situación de la citada calleja, en una carta que el 16 de diciembre de 1765 envía al ayuntamiento de Córdoba,  y en la que se lee «una calleja barrera, y sin salida que había en la calle alta de este convento por cima de la puerta de su Iglesia, y frente de los jardines de las Casas de los Saravias».

     Entiendo que la "calle alta de este convento" hace referencia a la de Leiva Aguilar, por encontrarse más al norte, en contraposición a la de Buen Pastor que sería la "baja", ya que el convento tenía fachada a ambas calles. Las Casas de los Saravias estaban situadas, según Ramírez de Arellano, en el número 1 de la actual calle Saravia, paralela a la de Leiva Aguilar y que, al igual que en la actualidad, atravesaría la manzana, haciendo frente así sus jardines al convento.


IMAGEN 3. La calleja en 1884.



     El objeto de la carta de la priora no era otro que "devolver" la calleja al ayuntamiento. Resulta que años atrás habían adquirido dos casas que daban a la misma para ampliar la clausura del convento, por lo que solicitaron la cesión de la calleja para incorporarla a éste, «por evitar algunos inconvenientes que por su vecindad experimentaba este Convento», vamos, que la gente se meaba, se cagaba y daba rienda a su lascivia allí, como lamentablemente continúa ocurriendo actualmente en otras calles y callejas del casco antiguo. El ayuntamiento accedió y la calleja fue cerrada, aunque no se construyó sobre ella e imagino que tan sólo se tapió su acceso, algo similar a lo ocurrido con la calleja del Curadero de la Seda, en la actual Ronquillo Briceño, cuyo trazado aún permanece intacto.

     Pero ahora, años después, las monjas querían deshacerse de las dos casas anexionadas al convento, que ya no eran útiles para ellas, y que supongo que la falta de liquidez las obligaba a venderlas, y obviamente era necesario volver a abrir la calleja para dar acceso a los posibles compradores. El ayuntamiento accedió, el 7 de febrero de 1756, pero con la condición de que se colocara una puerta de entrada a la misma, que debería quedar cerrada todas las noches «para evitar los perjuicios y daños que pueden resultar de estar abierta la dicha calleja, y más en calle escusada, y de poco tráfico». Dejaban abierta, además, la posibilidad de que el convento pudiera volver a cerrar la calleja siempre y cuando comunicaran su intención.


IMÁGENES 4 Y 5. La entrada a la calleja vista a mayor distancia.



     La calleja permaneció abierta dos siglos más, razón por la que, a partir de 1811, aparece reflejada en todos los planos de Córdoba de los siglos XIX y la mayor parte del siglo XX. Sin embargo en 1970 el antiguo convento, que en la actualidad alberga un asilo para ancianos, se anexiona el espacio que ocupaban la calleja y las casas que daban a ella para construir encima una ampliación del mismo, por lo que la calleja acaba desapareciendo definitivamente.


IMAGEN 6. La calle Leiva Aguilar en la actualidad, ya sin la calleja.



     Lamentablemente, y aunque ya pasé el medio siglo de vida, no tengo la edad suficiente para haberla conocido, ya que nací dos años después de su desaparición, pero tengo la suerte de pertenecer al grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES en el que, gracias a personas como Isabel Burón, Paco Muñoz o Rafael Granados Alba, aprendes anécdotas tan curiosas como que las vacas del corral del convento las sacaban a pastar un anciano albino y otro al que apodaban "chato", o que si podías hacer el giro de 90 grados de la calle Leiva Aguilar con un Seat 850, incluso marcha atrás, podías conducir por cualquier sitio.


Rafael Expósito Ruiz.



DOCUMENTACIÓN
- Obras Municipales. Alineación de Calles. Expediente pretendiendo el Convento de Jesús Crucificado abrir una calleja que antes tenía en su clausura, 1766.  SF/C 00766-043. Archivo Municipal de Córdoba.
- Paseos por Córdoba, o sean apuntes para su historia, 1873-1877. Teodomiro Ramírez de Arellano.

IMÁGENES
- Imágenes 1, 2, 4 y 5: Fotografías de Ladis, Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 3: Sección del plano de 1884 de Casañal, perteneciente al Archivo Municipal de Córdoba y fotografiada por el autor.
- Imagen 6: Fotografía del autor.

2 comentarios:

  1. Yo que la tenía que haber conocido, nací en el 47 del siglo XX, no la recordaba y era paso obligado. La casa de al lado era de nuestro médico de familia, entonces se llamaba de cabecera, y he pasado muchas veces por ella, he usado la casa del rincó que era casa de paso que daba a Ricardo de Montis y he jugado en el número 4, que eran amigos. Esta creo era propiedad del Obispado pues allí pagaban el alquiler. Jugaba con nosotros una niña, de la que estabamos enamorados, y a la que no volví a ver más. Juegos muy castos pues los personajes no tenían más de ocho años. Felicidades por dejar el documento de lo ocurrido, reconozco que es un complicado trabajo. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas veces pasamos por los sitios sin prestar atención a los detalles. A mi me ocurre cada vez que vuelvo a mi antiguo barrio, Valdeolleros, cada vez que me encuentro con una edificación nueva ya no recuerdo lo que había antes. Un abrazo.

      Eliminar