sábado, 27 de julio de 2024

LA CASA DE RECOGIMIENTO DE LA CALLE CÁÑAMO N.º 23

     «Figùrese el lector unas masmorras hediondas, obscuras, de paredes ennegrecidas por la mugre, donde había que entrar con fósforos encendidos para mal vislumbrar una especie de seres humanos que se movían por aquellos rincones como asustadas sabandijas que se extrañaran de nuestra presencia, reconociendo en ella como un verdadero acto de temeridad. Y así era en efecto, porque se necesita valor para presenciar sin sufrir náuseas lo que se descubría á nuestros ojos.
     En el suelo, cubierto por una espesa capa de suciedad, veíanse algunos que otros montoncillos de picón encendido, alrededor del cual se congregaban mujeres escuálidas y mal envueltas en andrajos, niños anémicos, medio desnudos, demostrando en su semblante las huellas de la imbecilidad ó de la picardía, y ancianos inútiles o enfermos...».

     De esta manera tan cruda, y con una gran falta de sensibilidad dicho sea de paso, describía el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos el estado de las "casas de recogimiento" de las calles Egido y Ventorrillo, en el Campo de la Verdad, tras una visita realizada el 28 de enero de 1911 por el concejal del barrio José Fernández Vergara, el secretario de la Junta de Protección a la Infancia Cristeto Rodríguez Aparicio y representantes de varios periódicos locales. El artículo añadía, además, que «igual aspecto ofrecía y en idénticas condiciones se encontró otra casa análoga enclavada en la calleja del Cáñamo (Campo de San Antón) que también se visitó después». En esta casa de recogimiento, situada en el número 23 de la citada calle, se centrará esta entrada.


IMAGEN 1. La calle Cáñamo en 1884.



     Reconozco que hasta ahora no había oído hablar de este tipo de establecimientos, pero hace algunas semanas el Licenciado en Historia Lucas Jurado Marín me puso sobre la pista, facilitándome además un trabajo suyo sobre este tema, no publicado, para que pudiera documentarme. Las casas de recogimiento eran, básicamente albergues nocturnos, en los que indigentes, mendigos y vagabundos podían pasar la noche después de haber pasado todo el día pidiendo limosna. Aunque los había que eran naturales de Córdoba, y que no encontraban sitio en el Asilo Madre de Dios, la mayoría eran forasteros, en gran medida porque la prohibición de mendigar establecida en poblaciones cercanas los hacía venir a nuestra ciudad.

     Al contrario de lo que pudiera parecer por su nombre, las casas de recogimiento, situadas en las afueras de la población para intentar ocultar la realidad que escondían, no eran instituciones caritativas ni mucho menos. La estancia había que pagarla, diez céntimos diarios en 1911 y un mínimo de 30 en 1922, y para sus propietarios era un auténtico negocio, como lo demuestran estas palabras en el diario La Voz de ese último año acerca de la de la calle Egido:

     "Nos espantábamos hace días de que a un doctor en medicina le cobrasen doscientas pesetas de alquiler por un local en sitio céntrico de Córdoba. ¿No hay sanción para esa propietaria que obtiene de una casucha de los suburbios cerca de mil pesetas mensuales? ¡Y son los mendigos quienes pagan!"

     Lo mismo ocurría con la de la calle Ventorrillo y, por supuesto, con la situada en el número 23 de la calle Cáñamo. La primera referencia en prensa que aparece sobre esta última es de marzo de 1886, y en ella se habla de cómo un sujeto que se hospedaba en la misma había sido herido en el vientre, aunque no de gravedad, por otro individuo del que no quiso revelar su identidad a las autoridades, teniendo que ser curado en la Casa de Socorro de la plazuela de la Almagra para posteriormente ser conducido al Hospital de Agudos. No se trataba de un hecho aislado, y a lo largo de la existencia de esta casa de recogimiento se suceden todo tipo de agresiones, reyertas, robos e, incluso, asesinatos e intentos de violación entre sus ocupantes.


IMAGEN 3. La calle Cáñamo en 1927.



     Las miserables condiciones que los inquilinos tenían que soportar en la calle Cáñamo provocaban que muchos de ellos acabaran teniendo que ser trasladados al hospital gravemente enfermos, y hay una buena cantidad de noticias en prensa que nos hablan de cómo ancianos y niños eran sacados en camilla de la casa de recogimiento del número 23. En algunos casos, salían con dirección al cementerio. Todo esto pasaba mientras que tanto el Ayuntamiento como la Junta de Sanidad y la de Protección a la Infancia y represión de la Mendicidad miraban hacia otro lado pero, eso sí, obligaban a sus propietarios a pasar los partes diarios a la Inspección de Vigilancia, al igual que hoteles, posadas y fondas, y que podían comprar por dos pesetas el paquete de cien.

     Los propietarios del número 23 de la calle Cáñamo, al menos hasta su cierre definitivo, eran Nicolás Marín Garrido y Benita García Fenoy. Según el Padrón Municipal, en 1899 ambos se encuentran viviendo en el número 7 de Campo Madre de Dios y, aunque no estaban casados, eran pareja. Nicolás, soltero de 36 años, era natural de Salobre, en la provincia de Albacete, mientras que Benita, viuda de 48 años, procedía de la localidad cordobesa de Baena. Tenían a su cargo tres hijos, Juan Expósito García, de 24 y fruto probablemente del matrimonio anterior de Benita, y José y Andrés Marín García, hijos de ambos y de 11 y 9 años respectivamente.


IMAGEN 3. Sección de las hojas del Padrón de 1899.



     Las edades y el lugar de procedencia de los dos no están demasiado claros y van cambiando a lo largo de los sucesivos Padrones Municipales. Benita, por ejemplo, pasa de tener 48 años en 1899 a sólo 50 ocho años después. Nicolás, por su parte, estuvo sin cumplir años desde 1911 a 1916, quedándose en 50 en dicho período. El lugar de procedencia de Nicolás también es confuso, ya que va alternando entre las localidades de Salobre, Bienservida (también en Albacete), y Baena finalmente, mientras que Benita cambia Baena por Zuheros en un par de ocasiones. En cualquier caso, en 1904 ya figuran como casados y, tras haber pasado por el número 4 de la calle Francisco Borja Pavón (1904) y el 13 de la calle Ravé (1907), en 1908 ya aparecen empadronados en el número 23 de la calle Cáñamo, momento quizás en que se hicieron cargo de la casa de recogimiento.

     Posteriormente se les puede seguir la pista también a través de las noticias en prensa. En 1920 aparece mencionado Nicolás como dueño de la casa de recogimiento, a raíz del asesinato de una de sus inquilinas a manos de su cuñado. Dos años más tarde, en julio de 1922, aparece mencionada Benita, al ser detenida por haber comprado dos pavos, cuatro gallinas y dos gallos a un par de individuos que previamente los habían robado. Nicolás tuvo que ser atendido en varias ocasiones en la Casa de Socorro, según la prensa, por lo que se deduce que en más de una ocasión se vio envuelto en las innumerables reyertas que se sucedían en el número 23 de la calle Cáñamo. Esta inseguridad, unida a la ya conocida total falta de higiene y de unos servicios mínimos hacía que, prácticamente desde que existían, la prensa reclamase la desaparición de ésta y las otras dos casas de recogimiento, y su sustitución por un establecimiento digno.


IMAGEN 4. La calle Cáñamo en la segunda mitad del siglo XX.



     La solución a este problema tardaría aún en llegar pero finalmente, el 19 de febrero de 1931, se inauguró el Refugio nocturno para mendigos, ubicado en el local del antiguo reformatorio de menores del Campo Santo de los Mártires y construido por iniciativa del Gobernador Civil con los fondos de Beneficencia. Se suponía que venía para erradicar por completo las casas de recogimiento, tras muchas décadas en que la prensa se llenaba de denuncias sobre sus lamentables condiciones o sobre las innumerables inspecciones a que eran sometidas, aunque a la vista está que no servían absolutamente para nada. Y sin embargo seis años después, en octubre de 1937, otra noticia da cuenta de que la casa de recogimiento del número 23 de la calle Cáñamo seguía en funcionamiento. Puede que no durase mucho más pues según Lucas Jurado Marín, tataranieto por más señas de los propietarios y gracias al cual he podido escribir esta entrada, afirma que Nicolás falleció en 1940.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Padrones domiciliarios, 1509-1920 / Córdoba (Córdoba). Ayuntamiento. familysearch.org.
- Sobre las Casas de Recogimiento en Córdoba, calle Cáñamo nº23. Lucas Jurado Marín – Licenciado en Historia.

IMÁGENES
- Imagen 1: Sección del plano de Córdoba de Dionisio Casañal, de 1884.
- Imagen 2: Sección del plano de Córdoba de 1927.
- Imagen 3: Sección de las hojas del Padrón de 1899.
- Imagen 4: Fotografía de Ladis Hijo.

2 comentarios:

  1. Exacto, es un tema que para nada está estudiado y que tuvo tanta repercusión entre los "hediondos" de la ciudad. La que regentaron mis tatarabuelos en la Calle Cáñamo 23, era la peor en suciedad, infraestructuras sanitarias y alimenticias. Nicolás era aproximadamente diez años más joven que Benita García Fenoy, viuda y con unos cuantos hijos. Con Nicolás tuvo varios hijos de los que sobrevivieron 2, José Marín García y Andrés Marín García (Mi bisabuelo), José era proxeneta de Ángela Ortigosa Artacho, la cual comenzó a ejercer nada más salir del hospicio de la Merced, dependiente de la Diputación de Córdoba, en cambio su hermana regresó a Benamejí de donde eran naturales y se casó.
    No sólo estaba la casa que mencionas, el Cafetín del Campo de la Verdad venía en la prensa día sí y día también.
    Muchas gracias por leer la investigación que hice y lo que tú has aportado, que con tú permiso voy a incorporar a lo que llevo hecho. Es para uso personal, yo me dedico a la cinematografía aunque sea licenciado en Historia, pero mis investigaciones van por el cine español. Un saludo y nuevamente gracias.

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    1. Gracias a ti de nuevo, Lucas. Desde luego el tema es muy interesante y merece un estudio más profesional.

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