martes, 15 de junio de 2021

Una aparición en la Córdoba del siglo XIX: la "Ternerilla descabezada"

     Nunca entendí la desagradable estrategia de algunos padres que amenazaban a sus hijos con personajes siniestros cuando no conseguían que estos les hicieran caso. Si querían que la niña o el niño terminasen sus tareas, se comieran la verdura o se fuesen a la cama temprano, solamente tenían que nombrar al Hombre del saco, al Coco o al Sacamantecas, por poner algunos ejemplos. Obviamente les importaba un pimiento las pesadillas que estos personajes provocaban en las infantiles mentes, y suplían su total carencia de conocimientos educativos básicos con "historias para no dormir".

     Entre las historias que componen el folklore cordobés, hay una que recientemente he descubierto y que asustaba tanto a niños como a mayores. Se trata de la "Ternerilla descabezada".
     En siglos pasados corría la historia de una ternerilla sin cabeza que, saliendo de la calle Caño, recorría los alrededores de la Puerta de Osario bramando de una manera tan espantosa que incluso había provocado la muerte de varias personas a causa del susto. Se decía que el origen de esta abominación estaba en una joven tan mala y deshonesta que insultaba e incluso llegaba a agredir a su madre. La pobre mujer, cansada de tantos abusos, le espetó un día que ojalá hubiese dado a luz a cualquier bestia y no a ella, acompañando su afirmación con toda clase de blasfemias y maldiciones.

Imagen 1. Vista antigua de la calle Caño.


     La Providencia tomó cartas en el asunto y para castigarlas a las dos, a la hija por mala y a la madre por blasfema, convirtió a la muchacha en ternera. La madre no supo qué hacer entonces y esperó a que se quedase dormida, tras lo cual le cortó la cabeza y la arrojó al caño que da nombre a la calle. Desde entonces, el espectro de la desdichada salía todas las noches para purgar todas las infamias cometidas contra su madre en vida.
     Tanto había calado esta historia entre la población que una noche, cuando el sereno cantaba la hora en la calle Caño, escuchó un aullido que le heló la sangre. Dos veces se dio la vuelta por el miedo pero armándose de valor decidió seguir su camino mientras seguía repitiendo la hora y escuchando el aullido cada vez que lo hacía. Al llegar a la altura del caño encontró un perro que era quien aullaba en respuesta a la voz del sereno y, en una mezcla de miedo, rabia y vergüenza, lo atravesó con su chuzo (1).

     Pero no era esta la única ternerilla descabezada que andaba asustando a los cordobeses por las noches. Los vecinos del barrio de San Lorenzo contaban con la suya propia. Al igual que la anterior se decía que se trataba de una mala hija que había caído bajo la maldición de su madre, pero esta no surgía todas las noches de la calle Caño sino de la que hay sin salida hacia la mitad de la de Arroyo San Lorenzo y que sirve de acceso a la plaza del Manzano, aunque antiguamente era conocida como la Rejuela por la reja que existía en su entrada.

Imagen 2. Entrada a la Plaza del Manzano desde la calle Arroyo de San Lorenzo.



     No faltaban quienes intentaban sacar provecho del miedo que este ser sobrenatural provocaba en la población. Sobre los años cuarenta del siglo XIX, un individuo se envolvía la cabeza con la piel de un animal a la que colocaba candiles encendidos en cada una de las puntas y se dedicaba a recorrer los alrededores del Campo de la Merced y la Puerta de Osario para sembrar el pánico entre los vecinos, y conseguir así que una banda de matuteros (2) consiguieran introducir sin problemas grandes cantidades de alcohol y aceite de contrabando en una taberna que existía en la calle Caño.

     Este tipo de historias hace tiempo que dejaron de hacer mella en el ánimo de los adultos cordobeses, y desde hace ya tiempo es el recibo de la luz en verano el que no nos deja dormir por las noches, pero son historias que merecen ser recordadas.


Rafael Expósito.


(1) chuzo: Palo con una púa de hierro en un extremo usado a modo de lanza para atacar o defenderse, en especial el usado por los serenos y vigilantes nocturnos.
(2) matutero, a: Persona que se dedica al matute, es decir, la introducción fraudulenta de mercancías en una población.





DOCUMENTACIÓN
- Paseos por Córdoba: ó sean, apuntes para su historia, 1873-1877. TEODOMIRO RAMÍREZ DE ARELLANO.
- Notas cordobesas, recuerdos de otros tiempos, 1910-1924. RICARDO DE MONTIS ROMERO.

FOTOGRAFÍAS
- Imagen 1: Fotografía de LADIS. Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 2: Google Street View.

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