El 14 de junio de 1882 se hacía pública la apertura de la licitación para construir una caseta o kiosco en el centro de los jardines bajos de la Agricultura, los que la gente de mi edad hemos conocido siempre por "Los Patos". Su finalidad era la de «dar albergue al guarda de dicho recinto y para depósito de herramientas y útiles». El kiosco, de forma hexagonal, se construyó según proyecto del arquitecto municipal Amadeo Rodríguez.
IMAGEN 1. La Biblioteca Séneca. |
No he encontrado noticias acerca de cuánto tiempo estuvo realmente funcionando pero en 1920 ya se encontraba vacío y sin utilidad alguna, lo que motivó que el cronista oficial de Córdoba José María Rey Díaz, el académico José Priego López y el historiador Rafael Castejón y Martínez de Arizala lo creyeran idóneo para instalar allí una biblioteca popular. El 30 de mayo del mismo año presentaron su propuesta al Ayuntamiento, y en ella se desarrollaba la idea de hacer algo parecido a la Biblioteca del Quijote, del sevillano Parque de María Luisa, o la del Parque del Retiro madrileño, aunque de manera más modesta y económica y dedicada en este caso al inmortal filósofo cordobés.
IMAGEN 2. La casera del guarda en 1856. |
El kiosco contaría con un pedestal central con casilleros para los libros, y sobre el que se colocaría un busto de Séneca, además de algunas modestas librerías adosadas a las paredes del mismo, en los espacios entre ventanas. Se designaría a una persona para que se encargase del orden dentro de la biblioteca, que no fuese bibliotecario ni vigilante, y los usuarios no tendrían más que coger los libros de los casilleros y devolverlos a su sitio una vez leídos.
IMAGEN 3. Situación de la Biblioteca en un plano de 1927. |
La propuesta fue bien recibida pero, como las cosas de palacio van despacio, hasta octubre de 1921 no se empezó a acondicionar el kiosco para instalar la Biblioteca Séneca. Inicialmente sería blanqueado y se comenzarían a construir las estanterías, hechas por el carpintero del Ayuntamiento y con maderas del mismo. Más tarde sería adornado con cenefas de azulejos. Mientras tanto, el alcalde Sebastián Barrios Rejano se encargaba de enviar cartas a los escritores cordobeses, solicitando la donación de ejemplares de sus obras para la biblioteca. No sería hasta el 21 de febrero de 1922 en que se abriría definitivamente al público, casi dos años después de lanzada la propuesta.
IMAGEN 4. Postal coloreada. |
La Biblioteca Séneca se unía así a la otra biblioteca de corte popular existente en Córdoba, instalada en un local anexo al Ayuntamiento. La afluencia del público que acudía a los jardines de la Agricultura comenzó de manera más bien tibia, con una media diaria de 9 o diez lectores, aunque pronto se convertiría en la más visitada de la ciudad. Como muestra, durante el mes de mayo de 1924 acudieron 1.022 lectores, mientras que a la Popular y a la Municipal tan sólo lo hicieron 93 y 15 respectivamente. Es cierto que, mientras la Séneca abría todos los días de 09:30 a 13:00 y de 16:30 a 20:30, las otras dos tan sólo lo hacían en días hábiles y con horarios más reducidos, de 18:00 a 21:30 la Popular y de 11:00 a 13:00 la Municipal, aunque la diferencia de lectores era proporcionalmente considerable.
En los siguientes años se le irían realizando algunas mejoras como la colocación, el 21 de febrero de 1925, de un letrero hecho con azulejos labrados en un acreditado taller de Sevilla en el que se podía leer "Biblioteca Séneca". Nuevas estanterías con mayor capacidad para libros irían llegando, vidrieras de colores en las que se representaban a los cordobeses más ilustres, así como una serie de bancos que la rodeaban, cubiertos de azulejos con frases o máximas del filósofo. Se habilitó, además, una sección en la que los niños mayores de siete años de edad podrían disfrutar con las lecturas de "El tesoro de la juventud", las fábulas ilustradas de Samaniego o revistas como "Pinocho" o "Titirimundi".
IMÁGENES 5 Y 6. Dos vistas más de la Biblioteca. |
La tarea de velar por el buen funcionamiento de la biblioteca recayó en el guardia municipal Antonio Pérez Ruiz, personaje expresivo y locuaz que acudía diariamente a su trabajo ataviado con un sable que colgaba del lado izquierdo de su cinturón. Sólo le duró este atuendo dos años, ya que el Ayuntamiento lo dotó con un uniforme más sobrio que el que hasta ahora llevaba y le suprimió el sable. Cumplió con su cometido durante 20 años, jubilándose en los primeros días de enero de 1942.
IMAGEN 7. Antonio Pérez Ruiz ante "su" Biblioteca. |
En la década de 1950 la biblioteca estuvo cerrada durante varios años y, aunque volvería a abrirse al público, a finales de los años 60 el kiosco estaba abandonado y en estado de ruina. Finalmente acabó demolido. Ni un sólo vestigio queda hoy en día de su existencia, a excepción de los famosos bancos de azulejos que lo rodeaban, aunque el vandalismo, la naturaleza y, como no, la desidia de las instituciones, terminarán por hacerlos desaparecer también.
IMAGEN 8. Lugar en el que se hallaba el kiosco hexagonal. Al fondo, la recién inaugurada Biblioteca Grupo Cántico. |
IMAGEN 9. Las máximas de Séneca. |
IMAGEN 10. Estado actual de los bancos. |
IMAGEN 11. Naturaleza, vandalismo y desidia. |
Rafael Expósito Ruiz.
DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Red Municipal de Bibliotecas.
IMÁGENES
- Imágenes 1, 4, 5, 6 y 7: Fotografías subidas por Lolo Córdoba al grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES.
- Imagen 2: Fotografía de Rafael Garzón, 1856. ARCHIVO MUNICIPAL DE CÓRDOBA.
- Imagen 3: Sección de un plano de Córdoba de 1927.
- Imágenes 8 a 11: Fotografías del autor.
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