jueves, 15 de abril de 2021

El día que derribaron la Puerta de Osario

     Eran las dos de la tarde del 20 de junio de 1905 y el historiador y académico Rafael Ramírez de Arellano se dirigía apresurado en dirección a la Puerta de Osario. Acababa de enterarse de que esa misma noche habían empezado las obras para derribarla, y cuando llegó se encontró con que la parte superior de las torres que la flanqueaban había desaparecido prácticamente. El avance de la demolición había sido tal que sería  casi imposible el reconstruirlas. Inmediatamente acudió con su padre, Teodomiro Ramírez de Arellano, a dar aviso al vicepresidente de la Comisión de Monumentos, Antonio Escamilla, quien finalmente no quiso o no pudo hacer nada por evitar el desastre. El resultado es de todos conocido: la Puerta de Osario desapareció para siempre, dejando aún más menguada si cabe la huella que nuestros antepasados habían dejado en Córdoba. Pero, ¿Cómo se había llegado a esta situación? Retrocedamos algunos años atrás para averiguarlo.


IMAGEN 1. Aspecto de la Puerta de Osario en 1902.



     La idea de derribar la Puerta de Osario no era nueva. Ya en 1866 se barajaba esta idea, como se pudo leer en el siguiente artículo del Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos:
 
     «Hemos oido asegurar que se piensa en el derribo de la puerta del Osario. En este caso esperamos que serán indemnizados de la parte que pierdan de su actual hospederia los ermitaños del desierto de Ntra. Sra. de Belen 

     La fiebre destructora que invadió a Córdoba en la segunda mitad del siglo XIX ya había eliminado las puertas del Rincón y de Gallegos y, en los años siguientes, acabaría con las de Andújar, Baeza, Plasencia, Colodro y Nueva. Pero detengámonos un momento: ¿Qué tenían que ver los ermitaños con la puerta para tener que ser indemnizados? Esta congregación de eremitas habían tenido una hospedería en la calle Montero hasta que en 1831 el ayuntamiento les concedió las dos torres que flanqueaban la Puerta de Osario y el espacio existente entre ellas, donde construyeron una ampliación de la que ya poseían intramuros junto a la puerta. Para ello rebajaron considerablemente la altura del arco y cerraron el hueco entre las torres, dejando el conjunto con el horrible aspecto que se aprecia en la fotografía de 1902.

IMAGEN 2. Proyecto para la ampliación de la
hospedería.
     En 1883 el Ayuntamiento volvió a intentar su derribo, para lo cual solicitó autorización a la Academia de Bellas Artes de San Fernando alegando la necesidad de adecuar esta zona y ensanchar la salida al Campo de la Merced. Este punto, además del expediente que entiendo estará en posesión de la citada Academia, está confirmado por las palabras que Pedro de Madrazo y Kuntz escribió en su obra España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Córdoba:

     «Á la hora en que esto escribimos (abril de 1883), pende expediente en la Real Academia de S. Fernando sobre autorización pedida por el Ayuntamiento de Córdoba para demoler las puertas del Osario, de la Misericordia, de Colodro, de Almodóvar y alguna otra, con objeto de ensanchar la vía pública y mejorar la población por los puntos en que dichas puertas se abren. Maltratadas por el tiempo en su mayor parte, ofrecen un aspecto ruinoso y pobre, con mengua del ornato público: son además, por lo general, construcciones remodernadas. desprovistas de interés artístico ; y es de esperar que, respetándose por su bella forma las puertas del Osario y de Almodóvar —las cuales, derribados los feos paredones adyacentes, pueden subsistir aisladas en medio de la nueva y espaciosa vía que se proyecta—las demás desaparezcan, poniéndose en su lugar lápidas conmemorativas que perpetúen la memoria de los sucesos que hasta ahora les han servido de escudo para subsistir con su mal aspecto...»

     Tampoco en esta ocasión se consiguió eliminar la puerta y en 1905 el entonces alcalde Rafael Conde Jiménez retomó el proyecto. Los argumentos esgrimidos esta vez eran la falta de higiene que presentaba esta zona y el estado ruinoso de la puerta. Curiosamente parece que no estaba entre las obligaciones de los ermitaños el mantener y reparar un monumento que se les había adjudicado gratuitamente. Las razones de tipo higiénico hicieron que, el 24 de enero de este mismo año, el Ayuntamiento acordara el corte del acceso a la ciudad por la Puerta de Osario y la apertura de la calle Caño a la Ronda de los Tejares.

IMAGEN 3. Paño de muralla del que
arrancaba la puerta
.
     Enterado el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes de las intenciones del alcalde, prohibió mediante un telegrama el derribo mientras no hubiera dictamen de la Comisión Provincial de Monumentos de Córdoba. Esta se reunió en sesión ordinaria el 10 de febrero, acordando que dicha puerta no debía considerarse monumento de verdadero mérito o interés nacional. A esta decisión se llegó tras una votación en la que Rafael y Teodomiro Ramírez de Arellano, miembros de la Academia de la Historia y, en el caso de Rafael también de la de San Fernando, Antonio Escamilla y Beltrán, perteneciente también a esta última y Manuel Galindo, director del Museo Arqueológico y jefe de la Biblioteca Provincial de Córdoba, perdieron por cuatro votos contra seis. Los vencedores no eran otros que el Gobernador, el Alcalde y el Presidente  de la Diputación junto a otros tres académicos a los que los tres primeros, según palabras de Rafael Ramírez de Arellano, comprometieron á votar con ellos.

     Solamente tres días después, el 13 de febrero, el Ayuntamiento anunció la aprobación de la solicitud de los ermitaños, a los que les había faltado tiempo para ofrecerse a demoler la puerta ellos mismos a cambio de 7.000 pesetas y un solar en la calle Caño. Los cuatro académicos que habían resultado perdedores en la votación dirigieron entonces una instancia al Ministerio de Instrucción Pública protestando por esta decisión y solicitando que se emitiera un informe con el fin de declarar la Puerta de Osario monumento nacional. Dicho informe fue encargado por la Academia de la Historia al conde de Cedillo, quien lo redactó el 14 de abril, y en él se podía leer lo siguiente:

     «El monumento de que se trata es la puerta de la ciudad árabe que los musulmanes llamaron, según unos, "puerta de los judíos", y, según otros, "puerta dé los cristianos", y que los reconquistadores repararon tan por completo que casi la hicieron nueva en últimos del siglo XIII ó principios del XIV. Formanla dos robustas torres cuadradas, unidas de dentro de la ciudad, por un arco y libres por el lado opuesto. En el espacio intermedio tenía otros arcos, entre los cuales bajaba el rastrillo. Las torres terminan en merlones de remate piramidal, hoy deformados por aparecer rellenos los espacios ó almenas y haber sido cubiertos con unos tejados. Esta y otras reformas, sin carácter alguno artístico, que realizaron los ermitaños del Desierto de Belén, podrían con facilidad destruirse, restituyendo á la construcción su carácter primitivo [...] Atendiendo, pues, al carácter artístico de la puerta, y a que si ésta y su menos importante compañera la de Almodóvar desapareciesen, desaparecería cuanto pudiera enseñar cómo se defendía Córdoba en la Edad Media, cree el que suscribe que la "puerta del Osario" debe conservarse, y que procede que se impida su demolición por cuantos medios permitan las disposiciones vigentes. La Academia, empero, resolverá lo mejor y más justo, según sus superiores luces.»

IMAGEN 4. Restos visibles de las almenas.
     El 1 de mayo la Academia de la Historia escribió al Ministerio adhiriéndose a las conclusiones del informe, favorable a la conservación. Sin embargo el 20 de junio, y sin que dicho Ministerio se hubiese pronunciado aún en relación a este asunto, la Puerta de Osario fue derribada. Al día siguiente, Rafael Ramírez de Arellano dimitió de su cargo en la Academia con una carta que no me resisto a transcribir:

«Excmo. Sr. D. Cesáreo Fernández Duro

Mi respetable y querido amigo:
     Tengo el sentimiento de poner en conocimiento de ud. y de la Real Academia, que a pesar del informe redactado por el Sr. Conde de Cedillo respecto a la puerta del Osario y sin que el Ministro haya tomado resolución alguna, el alcalde a las doce de la noche del lunes 19 o sea al empezar el día 20 empezó el derribo de las torres de la puerta Osario y ayer a las dos cuando yo me enteré y fui a verlo estaban las dos torres desmochadas y tan adelantada la demolición que ya es casi imposible reconstruirlas. Dimos mi padre y yo cuenta inmediata al vicepresidente de la Comisión de Monumentos D. Antonio Escamilla quien a pesar de ser uno de los que con nosotros reclamaron, no hizo nada y el derribo no tiene remedio a mi entender. En cualquier otro país creo yo que al alcalde se le procesaría. En España se quedará riyéndose de la comisión y de la Academia y del Ministro.
     La enseñanza de esto es que contra tal género de autoridades municipales y provinciales, ni las comisiones de monumentos de las Academias ni nada que signifique ilustración sirve para nada, y que es muy triste librar batallas y arrostrar compromisos y desatenciones para que luego no se reciba mas que una coz y la caballería que la dá se quede en disposición de volver a ser alcalde y dar otra. Por consiguiente yo por mi parte no pienso recibirla y quedando muy agradecido a esa Real Academia por la protección decidida que en esta ocasión nos ha dado, renuncio al cargo de vocal de la Comisión Provincial de Monumentos, por el convencimiento de que el día menos pensado la alcaldía abrirá una calle por medio de la mezquita y todas las academias del universo reunidas seran impotentes para impedirlo.
     Ruegole exprese en mi nombre a los señores académicos mis respetos y la seguridad de que pueden contar conmigo en todo y por todo menos en la Comisión de Monumentos y Vd. reciba el afectuoso saludo de un verdadero amigo y s.s. y l.b.l.m.»

Rafael Ramírez de Arellano.


     Solo unos días después de eliminar la puerta, la fuente que existía a la salida de la misma fue también retirada, todo con la excusa de favorecer la higiene y el ornato de esa zona, aunque cuatro meses después todavía quedaban escombros resultantes del derribo amontonados en la calle. El Ayuntamiento consiguió al fin librarse de un monumento que llevaba años estorbándole y los ermitaños consiguieron una indemnización de 7000 pesetas y un solar. Todos ganaron, todos excepto los cordobeses, y la salida desde la calle Osario a la plaza de Colón sigue siendo tan ancha o tan estrecha como lo era ese desafortunado día.


Rafael Expósito Ruiz.





DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos.
- España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia. Córdoba. 1884, PEDRO DE MADRAZO.

IMÁGENES
- Imagen 1: Grupo de Facebook HISTORIA DE CÓRDOBA EN IMÁGENES
-Imagen 2: Perspectiva de la puerta del Osario de la ciudad de Córdoba con el proyecto de una habitación entre las torres. Archivo General de Simancas. Signatura MPD, 19, 038.
- Imágenes 3 y 4: ateneodecordoba.com.

2 comentarios:

  1. Un acierto dejar constancia de ese estropicio y muy bien detallado todo, y la dignidad de Rafael Ramírez de Arellano. Nunca ha estado unida la cultura y el patrimonio artístico e histórico a los intereses económicos, no fue la higiene y el ornato sino el capitalismo o el caciquismo que era una forma de esa época, ahora se llama globalización neoliberalismo o simplemente modernidad. Enhorabuena.

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    1. Gracias Paco. Lo de la higiene era una excusa bastante estúpida y Ramírez de Arellano hizo lo que cualquier persona con algo de amor propio hubiera hecho. Si al capitalismo y caciquismo le añades una orden religiosa, entonces apaga y vámonos.

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