Solo las personas de cierta edad sabrán a qué se refiere el título de esta entrada. Estaba a punto de acabar el año 1892 cuando la Central de Correos de Córdoba se trasladó desde la calle Góngora a la casa solariega del Marqués de las Escalonias, en la plaza de Séneca. En ella se instaló el que con los años llegaría a convertirse en otro símbolo más de nuestra ciudad, como el caballo de las Tendillas. Se trataba de un buzón con la forma de la cabeza de un león; construido en hierro y con las fauces abiertas para poder depositar en el la correspondencia, resultaba aterrador para los niños de la época, cuyas madres solían asustarlos con meterles la cabeza en la boca del león para conseguir que se portasen bien, lo que conseguía que cuando alguno tuviese que atravesar la plaza lo hiciera lo más rápido posible.
A finales de 1929 Correos se marchó a una nueva sede, en la calle Jesús y María, y con ellos el león. El tiempo había logrado que los niños se acostumbrasen a el y le perdieran el miedo, algunos incluso pedían a sus padres o a sus niñeras que los aupasen para poder tocar la cabeza del felino o meter sus manitas entre sus mandíbulas. El 1945 se construyó un nuevo edificio para albergar Correos en la calle Cruz Conde, pero el viejo león se quedó atrás. Durante un tiempo se le tapó la boca, pero se la volvieron a abrir, al menos durante los meses que durase el traslado definitivo de las instalaciones a la nueva sede; quiero pensar que la presión ejercida por la prensa y por la ciudadanía, algunos de los cuales consideraban este hecho como un insulto, favorecieron esta reapertura temporal.
Se habló entonces de trasladarlo al edificio de la calle Cruz Conde, no para seguir funcionando ya que los cuatro nuevos buzones, vulgares y simples si se me permite, lo hacían innecesario, sino para conservarlo a modo de pieza de museo. Pero no fue así, y el veterano león acabó desterrado a Madrid, donde seguramente acabase sus días en una fundición para ser reconvertido en cualquier otro objeto que, por mucha utilidad que tuviese, nunca llegaría a gozar del cariño que en Córdoba se le tuvo al "león de Correos".
Rafael Expósito Ruiz.
DOCUMENTACIÓN
- Noticias del Diario Córdoba, recopiladas por Ildefonso López García-Sotoca. Red Municipal de Bibliotecas De Córdoba.
IMÁGENES
- Imagen 1: Erika Groth-Schmachtenberger, 1941. Universitätsbibliothek Augsburg.
- Imagen 2: Ilustración aparecida en el Diario Córdoba el 21 de febrero de 1945. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
Me ha traslado a la infancia, mi padre cuando había que echar correo me llevaba con él. Mi padre me ha llevado a muchos sitios bien en bicicleta, andando o incluso al cine, "Lo que el Viento se llevo", "Los crímenes del Museo de Cera" los vi como estreno en Córdoba con mi padre, la segunda en relieve, que es como se llamaba la proyección, con unas gafas con cada ojo de un color, azul y rojo, nada de higiénico era compartir gafas en cada sesión que se había puesto otro. En ese tiempo había una estampas pintadas con el desplazamiento estereoscópico natural en rojo y azul yal ponerte las gafas de cristal (plexiglás) rojo y azul daban la profundidad y parecía relieve. Como decía me llevaba a Jesús Maria a echar el correo en el buzón y a mi me daba miedo meter la mano en la boca del león, era como pasar una puerta a lo desconocido. Luego los pulidos mármoles negros de los buzones Madrid, Provincias, Local y Extranjero, creo recordar, eran otra cosa en la nueva sede de la calle Málaga. Pero ese león nos causaba a muchos nenes miedo. Gracias por activar mecanismos que están ahí y que solo necesitan un estimulo exterior para volverlos a recordar. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias a tí, Paco, por "crear recuerdos" en quienes no los tenemos. Siempre envidiaré las anécdotas y vivencias con las que llenas las entradas de tu blog y que me acercan a una época que me hubiese gustado ver. También tú has activado mi memoria al hablar del cine y he recordado cuando mi padre nos llevó a ver una reposición de "Soldado Azul" en el cine de verano de Santa Rosa. No era quizás la película más adecuada para un niño de mi edad y me impactó bastante, pero a el le encantaba el género western, las películas y las novelillas de Marcial Lafuente Estefanía. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias de todos modos Rafael. Un abrazo.
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