viernes, 4 de marzo de 2022

Un hallazgo macabro en San Nicolás de la Villa

IMAGEN 1. San Nicolás de la Villa en 1955.



      El viernes 24 de noviembre de 1928 varios albañiles se afanaban en las obras que se realizaban en el techo de la nave central de la iglesia de San Nicolás de la Villa. Meses atrás se había descubierto un artesonado de madera oculto tras una bóveda que ahora se comenzaba a desmontar. Cuando trabajaba cerca de una de las pechinas de la bóveda, el albañil Rafael Lucena Blanco se topó con un pequeño bulto envuelto en arpillera y atado con ligaduras del mismo tejido, cubierto de polvo y con unas manchas que aparentemente eran de sangre. El contenido del paquete comenzó a deshacerse cuando Rafael lo cogió y quiso desenvolverlo, mostrando al asombrado obrero el esqueleto de un bebé de corta edad.

IMAGEN 2. Artesonado de la nave central de San Nicolás de la Villa.


     Rápidamente notificó el descubrimiento a su capataz y este a su vez lo puso en conocimiento del párroco de la iglesia, Paulino Seco de Herrera, quien tras el asombro inicial se personó en el Obispado y el Juzgado del distrito de la Izquierda para notificar el hallazgo. El juez Sr. Pérez Sánchez y el médico forense Antonio Ager Notario se presentaron poco después para comenzar con las diligencias de rigor en estos casos. El cadáver fue trasladado a la Casa de Socorro en la que, tras un examen preliminar, el doctor Ager reconoció que en efecto los restos pertenecían a un niño de pocos días de edad, que se apreciaban aparentes signos de violencia en la cabeza y que por el estado en que se encontraban podían llevar ocultos alrededor de doce años. Posteriormente los restos y las ropas en que se hallaban envueltos fueron enviados al Laboratorio de Medicina Forense de Madrid para su análisis.

IMAGEN 3. El doctor Ager examinando los restos.


     La noticia corrió como la pólvora por la ciudad y las ediciones de la noche de periódicos nacionales como los madrileños  La Nación, El Imparcial o el Heraldo de Madrid y el salmantino El Adelanto se hicieron eco del desagradable suceso. Precisamente estos dos últimos periódicos fueron los que siguieron más de cerca el caso, cosa que no sucedió en Córdoba donde únicamente he podido hallar una mención al respecto en el diario La Voz en la que, según palabras del redactor, se omitía el lugar del hallazgo por respeto.

IMAGEN 4. Reconstrucción del recorrido
seguido para colocar el cadáver.
     Dado que el cadáver se halló en el espacio existente entre la bóveda y el artesonado, la única manera plausible en que este habría podido ser colocado allí era usando la escalera de la torre para, desde una pequeña terraza que se encuentra hacia la mitad de su altura, trepar por el tejado rodeando una de las buhardillas, salvando los cables de alta tensión, e introducirse por una de las ventanas que dan acceso al interior de la bóveda. El cadáver había sido colocado a unos dos metros de dicha ventana.

     El juez Pérez Sánchez decretó la apertura de un procedimiento informativo con la intención de tomar declaración a aquellos sacerdotes, sacristanes y campaneros que hubieran prestado sus servicios en San Nicolás de la Villa durante los últimos diez años; asimismo se tendría en cuenta a cualquier albañil o electricista que hubiera subido a los tejados en ese período de tiempo.

IMAGEN 5. Ventana por la que supuestamente se introdujo el cadáver en su escondite.

IMAGEN 6. El artesonado y la ventana desde el interior de la iglesia.




IMAGEN 7. Puerta de acceso a la torre.
     Por la dificultad que entrañaba la colocación del cadáver en ese lugar, desde un primer momento se dio por hecho de que el autor del crimen, o el responsable de la ocultación, era un hombre, la mentalidad de la época no contemplaba la posibilidad de que una mujer fuera capaz de trepar por un tejado. Lo que no dejaba dudas era que quien lo hubiese hecho estaba familiarizado con el edificio y conocía todos sus rincones.

     Lamentablemente las técnicas de investigación de la época no pudieron aclarar más allá de la causa de la muerte, y ni siquiera había acuerdo sobre la fecha de la defunción, pues mientras el doctor Ager sostenía que el suceso habría transcurrido doce años atrás otros peritos lo reducían a tan solo cuatro. Nunca se llegó a conocer la identidad de aquel bebé ni la del responsable o responsables de su asesinato.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

IMÁGENES
- Imágenes 1 y 2. Colección Víctor Escribano Ucelay. Archivo Municipal de Córdoba.
- Imágenes 3 y 4. Mundo Gráfico, 12-12-1928. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
- Imágenes 5, 6 y 7. Fotografías realizadas por el autor.

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