domingo, 15 de octubre de 2023

EL CRIMEN DE LA POSADA DE VENCEGUERRA

     El 16 de junio de 1911, alrededor de las dos de la madrugada, un hombre y una mujer llegaron a la posada de Venceguerra, propiedad de Antonio Palacios y situada en el número 75 de la calle Emilio Castelar (actual n.º 35 de la calle Lineros). Decían llamarse José Gómez y Dolores Artacho, naturales de Villafranca, que habían venido a Córdoba para arreglar algunos asuntos. Más tarde se comprobaría que esos no eran sus nombres reales pero, en ese momento, el mozo de la posada Francisco Domínguez Muñoz no vio nada sospechoso en ellos y los acomodó en la habitación número 1, al final de la galería de la planta primera.


IMAGEN 1. La calle Lineros en 1951.



     Entre las doce y la una de la tarde del mismo día un individuo llegó a la posada preguntando por el matrimonio que había llegado de Villafranca y, antes de que el mozo pudiera contestarle, oyó cómo alguien tosía y diciendo "ya sé dónde están" corrió escaleras arriba en busca del origen de dicha tos. Acto seguido se escucharon cuatro disparos, tras los cuales el recién llegado emprendió la huida. El mozo se cruzó con él en las escaleras y, al preguntarle por lo que había ocurrido, él le contestó: "ya están casados con San Rafael". Mientras el criminal huía el mozo subió a la habitación, donde encontró los cuerpos sin vida del hombre y la mujer, él en el suelo y ella sobre la cama. El revólver apareció cerca del cadáver del primero.

     El asesino resultó ser Antonio Santos Alcaide, alias "el Santos", un delincuente con bastantes antecedentes y condenas a sus espaldas, de esos que pasaban tanto tiempo dentro de la cárcel como fuera de ella; sus víctimas, José Antonio Soto Molina, más conocido por Juan Lucas "Luquillas", y Josefa Torralbo Herrera, la "Tizná". El "Santos" y la "Tizná" vivían desde febrero en el número 25 de la calle Mucho Trigo, en una habitación alquilada a Andrés Otero, a la que regresaban cada madrugada después de que el "Santos" la recogía del prostíbulo de la calle San Fernando en la que se la podía encontrar durante el día y parte de la noche. El "Luquillas" era otro prenda, jugador tramposo de profesión, conocido de ambos y que vivía en la misma calle.


IMAGEN 2. Ubicación de la posada de Venceguerra.



     Tras el asesinato, el "Santos" tomó dirección hacia una casa de la plaza de la Alhóndiga, en la que pidió dinero al dueño, parándose luego en un prostíbulo de la misma plaza para lavarse las manos. Después de tirar la navaja al río, continuó hacia la calle Torrijos para dirigirse al número 2 de la de Medina y Corella, en la que su madre servía y donde él había trabajado anteriormente como criado. Necesitaba dinero para huir pero el yerno del propietario, el médico Rafael Beltrán, lo convenció para que se entregara. Iban ambos de camino a la cárcel cuando fueron interceptados por los guardias que venían buscándolo. Tras ser detenido, se confesó autor de los crímenes diciendo "a quien me roba, le mato". Según afirmo, Josefa se había llevado 12 duros que él tenía ahorrados.


     A las nueve de la mañana del día siguiente, los doctores Antonio Maraver Pizarro y José Amo Serrano realizaron la autopsia al "Luquillas" y a la "Tizná" en el cementerio de San Rafael. El primero presentaba una herida de bala con entrada por la parte posterior del cuello que le había fracturado la segunda vértebra y destrozado la médula espinal, causándole la muerte en el acto. A Josefa se le encontró otra herida de bala, con entrada por la escápula izquierda y salida por debajo de la clavícula, que afectó a la pleura y al pulmón izquierdo, además de varias heridas de arma blanca, una en la mano, otra en el hombro y una tercera en la zona abdominal izquierda que afectó al intestino delgado y al estómago, siendo ésta la causa de la muerte. Ambos habían sido asesinados por la espalda, sin posibilidad de defenderse.


IMAGEN 3. Medina y Corella.
     El 13 de diciembre de 1912, cuando ya llevaba año y medio en la cárcel, el "Santos" intentó fugarse junto a otros tres presos. Con la ayuda de dos clavos de grandes dimensiones y de dos navajas, habían conseguido abrir un boquete de unos 40 centímetros de diámetro en la pared de la celda que daba al patio, pero fueron interceptados cuando ya habían conseguido descolgarse con una soga que uno de ellos había conseguido. El "Santos" llevaba dos mudas de ropa, una sobre la otra. El juicio se celebró finalmente el 1 de abril de 1913. El Tribunal lo formaban el Presidente José Tello y los magistrados José Oppel y Francisco Summer. Por parte de la Fiscalía actuó Ángel León y como abogado defensor Antonio Iglesia Varo. De las declaraciones del acusado, testigos y peritos se pudo extraer lo siguiente: 

     El "Santos" y la "Tizná" ya no estaban juntos, tras haber discutido algunos días antes. Aunque inicialmente había declarado que Josefa se marchó a Málaga para visitar a su madre, la vio cenando con un hombre y otra prostituta en una taberna la noche anterior al crimen. A la mañana siguiente la estuvo buscando en varios lugares e incluso acudió a la Inspección de Vigilancia y al Juzgado, donde Josefa debía acudir esa misma mañana para resolver ciertas cuestiones, hasta que un conocido le dijo que estaba en la posada de Venceguerra con su amante.

     El hecho de que ambos asesinatos se hubieran cometido por la espalda demuestra que no llamó a la puerta de la habitación que, o bien estaba entreabierta para que pudieran entrar la sirvienta o el mozo de la posada a llevar un vaso de leche que el "Luquillas" había pedido, o bien fue abierta a la fuerza por el "Santos", ya que la llave de la misma había aparecido en el suelo. También daba al traste con el intento de la defensa de demostrar que había actuado en defensa propia y que habían sido la prostituta y el jugador los que habían atacado en primer lugar a su defendido cuando lo vieron entrar. El revólver con el que efectuó los cuatro disparos se lo había robado la "Tizná" a un periodista durante el trascurso de una juerga en una taberna de la calle de la Feria, y probablemente el "Santos" se lo había quitado a ella antes de que discutieran y se separasen. Solo dos de los disparos hicieron blanco, por lo que remató a la "Tizná" con la navaja.


IMAGEN 4. La calle de la Feria en 1914.



     El fiscal pidió para el acusado dos penas de muerte, una por cada víctima, por dos asesinatos con alevosía a los que había que añadir el agravante de reincidencia y, en caso de indulto, cadena perpetua y el pago de tres mil pesetas a los herederos de éstas. La defensa solicitó una pena de un año y un día por considerar que se trataba de dos homicidios por imprudencia, efectuados bajo un estado de embriaguez no habitual. El alegato del abogado defensor, en el que se encuentran perlas como que el acusado "era valiente, con la valentía noble del español que nunca mata a traición", no coló, aunque si consiguió que se tuviera en cuenta el eximente por embriaguez. El "Santos" fue finalmente condenado a dos cadenas perpetuas, el pago de las costas del juicio y la indemnización solicitada por el fiscal. El 19 de abril se dispuso su traslado desde la cárcel de Córdoba al penal de Figueras.


IMAGEN 5. Número 35 actual de la calle Lineros.



     A quien me roba, le mato. ¿Se refería Antonio Santos a Josefa por haberse llevado los doce duros o al "Luquillas" por haberle robado a su amante? En vista del resultado final, parece ser que a ambos.


Rafael Expósito Ruiz.




DOCUMENTACION
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica

IMÁGENES
- Imágenes 1, 2 y 3: Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 4: Musée Départemental Albert Kahn.
- Imagen 5: Fotografía del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario