La noche del 8 de diciembre de 1933, sobre las 21:30, tenía lugar una reunión en la sede del sindicato anarquista C.N.T. (Confederación Nacional de Trabajadores), situada en la calle Jesús María. José Zurita López "el Granadino", Rafael Díaz Lacalle, Antonio López Bravo y Rafael Guerra García estudiaban la manera de acelerar la «implantación del comunismo libertario en beneficio de la humanidad».
IMAGEN 1. Jesús María en 1928. |
Tres días después, el lunes 11, Rafael Guerra y el Granadino se encontraron en la plaza de la República, la actual Tendillas. Desde allí se dirigieron a las Costanillas para reunirse con un tercer individuo apellidado Zarza, quien los condujo a una cueva enclavada frente a los terrenos de la antigua fábrica de plomo, en el cerro del Tonquín o Tarquin (los diarios de la época no se ponen de acuerdo acerca del nombre). Allí les entregó una bomba con el objeto de ser colocada dónde causase más impacto y alarma. Rafael Guerra pensó que el lugar más adecuado sería el Círculo Mercantil así es que la guardó bajo su gabardina y se marchó a cenar a su casa, deteniéndose antes para ocultarla entre los escombros de uno de los solares de la calle Málaga, Cruz Conde en la actualidad. Tras la cena, regresó a recoger el artefacto y se marchó en dirección al paseo del Gran Capitán.
Rafael, de tan sólo 18 años de edad, estuvo deambulando un rato por el paseo, quizás mientras encontraba el valor suficiente para lo que iba a hacer o tal vez esperando el momento adecuado para no ser visto. Llovía esa noche en Córdoba y las calles estaban prácticamente desiertas, así es que se dirigió al Círculo Mercantil y, situado en la esquina de éste entre el Gran Capitán y la calle Morería, encendió la mecha y arrojó la bomba contra uno de los balcones, huyendo acto seguido por las calles Braulio Laportilla, Góngora, Málaga y plaza de Colón hasta su domicilio en la calle Santa Inés.
IMAGEN 2. El balcón en la esquina. |
El artefacto explosivo, un tubo metálico de unos 20 centímetros de largo por unos 10 de ancho en el que se alojaban cartuchos de dinamita y un buen número de arandelas de hierro a modo de metralla, hizo añicos el cristal del balcón al atravesarlo, pero quiso la fortuna que cayese contra una botella de agua que se encontraba sobre un velador, alrededor del cual estaban reunidos varios tertulianos, rompiéndola y provocando que el líquido derramado apagase la mecha, evitándose así una auténtica masacre. Tan sólo unos cuarenta y cinco minutos antes otra bomba había hecho explosión entre la vía férrea de Madrid y los terrenos de la fábrica de cementos Asland, aunque sin causar daños materiales ni personales. En la finca Rivera, cerca de Alcolea, explotaría a la mañana siguiente otro artefacto, en la línea eléctrica de la compañía Mengemor, que tan sólo causó pequeñas averías que serían rápidamente reparadas.
José Zurita "el Granadino", de 23 años de edad y cerrajero de profesión, se alojaba en una fonda situada en el número 48 de la calle Alfaros, dándose la casualidad de que también lo hacían provisionalmente varios guardias de asalto quienes, sospechando de él, lo detuvieron para interrogarlo. La habilidad del inspector de vigilancia Antonio Jiménez Abad consiguió que en poco tiempo confesara su autoría en el atentado y delatara a sus cómplices, además de desvelar el paradero de otros artefactos y material para su preparación en la ya citada cueva, en una esquina de la cual se hallaron cinco bombas con sus mechas y fulminantes, tres rollos de mecha, trece cartuchos de dinamita, una caja con 19 fulminantes y arandelas de hierro. Otras dos bombas de mayor tamaño estaban enterradas en el suelo de la cueva.
IMAGEN 3. Detención del "Granadino". |
En los siguientes días fueron detenidos Rafael Guerra, Antonio López Conesa y Antonio López Bravo. Este último confesó haber cortado algunos tubos de hierro la tarde del día 9 en la sede de la C.N.T., aunque aseguraba ignorar para qué iban a servir. Mientras, se intentaba dar con el paradero de Rafael Díaz Lacalle, Rafael Muñoz Nadales "Peteneras" y el ya citado Zarza (1), a quien los detenidos achacaban ser el principal cabecilla de la operación, además de ser quien enseñó al Granadino lo necesario para fabricar la bomba que se lanzó contra el Mercantil. Díaz Lacalle sería atrapado tiempo después, mientras que "Peteneras" se presentaría voluntariamente en la Comisaría de Vigilancia.
El 8 de enero de 1934 se constituyó el Tribunal de Urgencia en la cárcel para fallar la causa por el delito de tenencia de explosivos. Tanto Antonio López Bravo como Rafael Muñoz Nadales "Peteneras" fueron absueltos y Antonio López Conesa condenado a seis meses de arresto, Rafael Díaz Lacalle a cuatro años, cuatro meses y un día de presidio menor y José Zurita López "el Granadino" a 12 años de presidio mayor, por la fabricación de la bomba. El día 27 del mismo mes, Rafael Guerra García, que fue quien la "colocó" en el Círculo Mercantil, fue condenado a ocho años de prisión mayor. El golpe de estado franquista cogió a este último en Sevilla, desde donde se evadió a la zona roja para ingresar finalmente en el Batallón "Fermín Salvochea", en Villaviciosa de Córdoba. El 18 de mayo de 1939, mes y medio después de finalizar la guerra, regresó a Córdoba, donde fue detenido por agentes de la Brigada de Falange.
Rafael Expósito Ruiz.
(1) El hombre apellidado Zarza, cerebro de la operación según el resto de implicados, no vuelve a aparecer más en las noticias de prensa relacionadas con el suceso. Un tal Andrés Zarza González se encontraba entre los detenidos en una reunión clandestina en la sede de la C.N.T. a principios del mismo año de la colocación de la bomba, aunque no puedo asegurar que se trate de la misma persona.
DOCUMENTACIÓN
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
IMÁGENES
- Imagen 1: Fotografía del Archivo Municipal de Córdoba.
- Imagen 2: Fotografía de Ricardo, extraída del grupo de Facebook "Historia de Córdoba en Imágenes".
- Imagen 3: Fotografía publicada en el diario "La Voz" el 19 de diciembre de 1933.
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