miércoles, 7 de febrero de 2024

AL CEMENTERIO NO VOY...

       ...ni aunque me llamen a voces / porque hay un panadero / que hasta muerto me conoce / de los panes que le debo.

     Aprendí esta coplilla de mi padre, de tantas veces como me la repitió, y no sé dónde o de quién la habría aprendido él, ni tiene mayor importancia, pero siempre me acuerdo de ella cuando piso un camposanto. Curiosamente mi padre, que va a hacer cuatro años que se fue, acabó cumpliendo con lo que la coplilla pregonaba.


IMAGEN 1. La capilla y la entrada al cementerio.



     Hace unos días estuve en el de Nuestra Señora de la Salud, el más antiguo de la ciudad y cuya construcción comenzó en 1811, durante la ocupación francesa. No es que me guste pasear por los cementerios, que por otra parte tampoco me disgusta, sino que fui a pedir información sobre una sepultura en concreto, una que se supone que se encuentra allí desde 1857. La web del Ayuntamiento de Córdoba tiene una herramienta de búsqueda de fallecidos pero no conseguía ningún resultado a través de ella, tal vez por la antigüedad del enterramiento, no sé, de ahí mi decisión de ir directamente a la fuente.


IMAGEN 2. Una vista del interior.



     Tampoco en el cementerio conseguí averiguar lo que iba buscando, si la sepultura continuaba allí o si los restos del fallecido fueron trasladados en algún momento, así es que decidí echar un pequeño vistazo por si la fortuna me sonreía y la encontraba. Y me sonrió, pero no de la manera que yo pensaba. No encontré al personaje que esperaba pero sí me di de bruces con una lápida en la aparecía grabado un nombre que reconocí al instante: M. HENRION.


IMAGEN 3. La sepultura de Madame Henrion.



     Se trataba de la mismísima Madame Henrion, aquella modista parisina que apareció misteriosamente asesinada cuando el tren que hacía el trayecto entre Sevilla y Madrid hizo su parada en Córdoba. Di por hecho que, aunque inicialmente sus restos fueron inhumados en nuestra ciudad, tarde o temprano su familia optaría por repatriarlos a su tierra natal, por lo que me sorprendió bastante leer su nombre en la lápida 133 años después. En fin, otra de esas casualidades con las que me suelo encontrar.


Rafael Expósito Ruiz.




IMÁGENES
- Fotografías tomadas por el autor.

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