miércoles, 5 de noviembre de 2025

SOBRE EL CAIMAN DE LA FUENSANTA

     Córdoba es una ciudad rica en leyendas y tradiciones, de eso no cabe ninguna duda. Más de dos mil años de existencia dan para que muchos acontecimientos reales acabaran adornados y transformados en curiosas leyendas, gracias a la imaginación popular, que después pasaban oralmente de abuelos y padres a hijos y a las que a cada paso se le iban variando o añadiendo detalles. Las hay trágicas, como las del origen de la Torre de la Malmuerta o la del Palacio de Orive, y otras más simpáticas, como la del Caimán de la Fuensanta. Os dejo con lo que el periodista, escritor y político Joaquín Pérez Madrigal (1898-1988) dejó escrito sobre ella en las páginas del Diario de Córdoba:


IMAGEN 1. Parroquia Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta.



     «La historia, la leyenda y el caimán.

     El caimán de la Fuensanta es un suspiro de Córdoba. En torno a ese caimán, cazado en Filipinas por un explorador ferviente y traido a la Virgen en prenda de su fe (1), ha escrito el pueblo una leyenda.
     Estuvimos en la Iglesia, prolijamente examinamos el cúmulo de exvotos (2) que allí colgó el fervor, y nos impresionó profundamente escuchar cómo la inventiva popular, a presencia del animalucho exótico, se había desentendido de su historia para fraguar su leyenda.
     Según ésta, el caimán se encaminaba por el arroyo de la Fuensanta al Guadalquivir; un cazador, cojo por más señas, vio al caimán al tiempo que éste vio al cazador, y aterrado el hombre por lo difícil que se le presentaba la huída del que se aprestaba a devorarle, se encomendó a la Virgen de la Fuensanta y la Virgen hizo el milagro de sugerirle la idea salvadora. Llevaba el cojo en su zurrón una gran rebanada de pan. Se apresuró a tomarla en una mano mientras que con la otra empuñaba la escopeta, y aguardó sereno a que el caimán se le acercara. Cuando el supuesto cocodrilo gigantesco estaba solo a dos metros de distancia y las dilatadas fauces se entreabrían enseñando dos terribles hileras de dientes, el hombre le tiró contra ellas el pedazo de pan. Para engullirlo, el caimán abrió la boca y entonces el cojo le disparó un escopetazo que, llenándole de metralla el estómago, acabó con la fiera. El cazador, salvado el pellejo, ofrendó a la Virgen el cuerpo del caimán, la escopeta con que le dio muerte y la muleta que le ayudaba a ser cojo.


IMAGEN 2. El caimán, la escopeta y la muleta.


     Claro que esta leyenda no tiene muchos crédulos y que la gente se la atribuye a un chusco (3). Es seguro que oyéndola narrar el auditorio rompa en carcajadas de honesto, de irreflexivo regocijo.
     Para nosotros escuchar la leyenda del caimán de la Fuensanta ha constituido la lección más seria de cuantas nos ha brindado la ciudad en orden a humanidades, y muchos días después hemos estado meditando sobre ella. Desde luego el inventor era un filósofo moralista y cínico que compuso con materiales legendarios, el terror y la fe, un agudo epigrama.


IMAGEN 3. Otra vista del Santuario.



     El arroyo de la Fuensanta, por, el que se dice que transcurría el caimán, genera su fétida carga dentro de Córdoba.
     ¿Había caimanes en Córdoba? ¿Abundaba la fauna local en ejemplares de esa familia de anfibios hasta el extremo de que uno de ellos se fuera a pasear por las márgenes y aun por el lecho del Betis?
     Es eso una galana sátira muy digna de tenerse en cuenta para completarla con la del desenlace que pone la leyenda a la amenaza del monstruo. Por muy caimán que sea, y por muy lisisado que esté quien le afronte, aquel, en el cual se quiere simbolizar la astucia y la cautela, saldrá vencido si retarda la realización del deseo primordial por realizar otro accidentalmente sugerido y aprobado por el ansia conductora. Iba el caimán a comerse al hombre y por un pedazo de pan dejó que el hombre le matase.
     ¿No habéis desentrañado desentrañado todavía las enseñanzas de la leyenda?
     Nosotros, desde que en torno a ella hemos meditado, nos hemos explicado muchas cosas. Y en la actitud de muchos hombres y en el lanzamiento al aire de muchos cachos de pan, hemos visto arrastrarse y morir, por las artes ladinas o iluminadas de un lisiado, al famoso caimán de la Fuensanta y a otros muchos caimanes.

Joaquín P. Madrigal.»


Rafael Expósito Ruiz.




(1) La leyenda sobre el caimán, con todas sus variantes y versiones, hacía ya tiempo que estaba desmontada, de ahí que al autor no le importe destriparla desde el principio de su relato.
(2) exvoto: m. En la religión católica, don u ofrenda, como una muleta, una mortaja, una figura de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc., que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal y recuerdo de un beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española.
(3) chusco: adj. Que tiene gracia, donaire y picardía. Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española.





DOCUMENTACIÓN
- Diario de Córdoba, periódico independiente, decano de la prensa cordobesa. Año LXXVII, Núm. 27.231, 31 de Diciembre de 1926. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

IMAGENES
- Imagen 1: Fotografía tomada por el autor.
- Imágenes 2 y 3: Fotografías pertenecientes al Archivo Municipal de Córdoba.

2 comentarios:

  1. Interesante Rafael, hace años que no voy por el Santuario de la Fuensanta, no sé qué tipo de restos quedarán del caimán. Como siempre de diez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Lucas. Yo estuve por allí hace relativamente poco pero al caimán no lo veo desde que era chico.

      Eliminar