martes, 2 de marzo de 2021

Pacheco: el bandido que intentó ser revolucionario.

     "[...] Quintín sintió que le desataban la venda, y se encontró en un patio delante de un hombrecito pálido y rubio, con un ademán decidido y un calañés en la cabeza [...] El hombrecillo mandó traer al tabernero dos vasos de vino blanco, y mientras llegaba, Quintín lo observó atentamente. Era un tipo rubio, pálido, con los ojos azules y las manos finas, blancas y bien cuidadas [...]"


     De esta manera describía Pio Baroja a José Tirado, más conocido por Pacheco, en su obra La Feria de los discretos. Ambientada en Córdoba y publicada en 1905, en ella se relata el encuentro ficticio entre el protagonista de la novela y el famoso bandolero, en los alrededores de la plaza del Potro, concretamente en la taberna El Cuervo. Reconozco que no había oído hablar antes de este peculiar personaje de nuestra historia; sin embargo, fue tan popular en su época como para que periódicos de muchos puntos de España reflejaran sus andanzas y fechorías, realizadas mayoritariamente en pueblos de las campiñas de cordobesa y sevillana.


IMAGEN 1. José Tirado "Pacheco".
     José Tirado era un zapatero nacido en la ciudad de Écija, en la provincia de Sevilla, y quizás hubiese acabado sus días ejerciendo esta profesión de no ser por una discusión con un compañero al que acusaba de haberle robado su mejor gallo de pelea, a la que Pacheco puso fin atravesando de una puñalada el pecho de su oponente. Huido de la justicia acabó recalando en Córdoba y comenzó una vida de asaltos y pillajes que le llevaría a provocar miedo y admiración a partes iguales entre las clases más populares y algunos miembros de la alta sociedad, y que finalmente terminó con su cuerpo en el cementerio de Nuestra Señora de la Salud.

     Buena parte del mérito del nacimiento de su leyenda, además del boca a boca, la tiene la cobertura mediática que los periódicos de la época dieron a las andanzas de Pacheco. Durante los cuatro últimos años de su carrera delictiva, y por ende de su vida, no había un solo mes en el que no saliesen dos o tres noticias relacionadas con él de los rotativos españoles. La primera de la que tengo constancia apareció el 14 de agosto de 1865 en el diario madrileño La Correspondencia de España: diario universal de noticias, en el que se hacían eco de una noticia aparecida en un periódico sevillano que decía lo siguiente:

     "Otro nuevo héroe, el bandido Pacheco, ha aparecido en campaña, produciendo un gran terror en los sitios donde se presenta: este hombre que es pequeño en estatura, es grande en el estraordinario arrojo y desfachatez que tiene: se atreve hasta á imponer contribuciones, segun dicen algunas personas, habiéndose escapado hasta aquí de la persecucion que con mucha constancia se le hace, por la estraordinaria ligereza y astucia que posee. Hace pocos dias que presentándose en una barberia situada en la plaza de Fuentes de Andalucia, algo tarde, abrió la puerta preguntando por un caballero, no queriendo entrar á la invitacion que para ello se le hizo, pero siendo conocido por uno de los alcaldes que allí estaba, como tambien por el comandante de la partida rural, salieron en su persecucion y yendo el referido comandante por una calle para cortar la retirada al famoso bandido, disparóle aquel un tiro hiriendo al criminal en una pierna, pero el célebre Pacheco teniendo una muy buena punteria, envió una bala al vientre del desgraciado comandante, sucumbiendo á las pocas horas, y dejando á cuatro hijos pequeños en la orfandad."

IMAGEN 2. Calle Mayor de Santa Marina.
     Al día siguiente, un corta y pega de la misma noticia apareció en el Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos, periódico que desde esta fecha hasta la muerte del bandido le dedicó alrededor de cincuenta entradas en sus páginas. Como se puede ver, los calificativos que le dedican a Pacheco tienden más a la alabanza de sus virtudes que a criminalizar sus actos, olvidándose de que entre estos se cuentan ya al menos dos asesinatos, tres si es cierto el dato que Pío Baroja aporta en su libro de que, tras el ocurrido en un corral de peleas de gallos, acabó con la vida de un sargento de la Guardia Civil que había salido en su persecución. Lo que parece cierto es que ya para estas fechas el bandido era sobradamente conocido por las fuerzas de seguridad. Poblaciones como La Carlota, Fuente Palmera, Écija, Puente Genil, Alcalá de Guadaira, Montoro o la mencionada Fuentes de Andalucía, además de las capitales cordobesa y sevillana, sufrieron las visitas de este personaje en innumerables ocasiones. A estas últimas parece ser que solía acudir disfrazado cuando visitaba a alguno de sus amoríos, para no levantar sospechas, o para echar unas charlas y unos vinos en compañía de algunos de sus ilustres amigos, entre los que se encontraban los toreros Manuel Fuentes "Bocanegra" y Rafael Molina "Lagartijo", y con los que departía en tabernas como la de El Cuervo, mencionada en La Feria de los Discretos, o La Cosaria, que se encontraba en la calle Mayor de Santa Marina.

IMAGEN 3. Fotografía y armas de Pacheco.
     Se le ha retratado como un hombre que actuaba en solitario, y en más de una ocasión tuvo que enfrentarse con miembros de la Guardia Civil o la Guardia Rural sin más ayuda que sus armas y su caballo. De hecho, el Diario de Córdoba aseguraba en enero de 1867 que nunca había tenido cuadrilla, si bien es cierto que en otras ocasiones, tanto este periódico como otros, habían mencionado a sus compañeros de fechorías. A este respecto publicó el citado diario las siguientes noticias, los días 15 y 23 de noviembre de 1865 respectivamente:

     "Dias pasados estuvo la Guardia civil para dar alcance á Pacheco y sus secuaces cerca de la hacienda de Moratalla. Parece que les cogieron algunas caballerias y los comestibles. Se les sigue la pista sin descanso."

     "En carta particular que recibimos hoy de Bélmez, fecha del 19, se nos dice que en aquel término hay una cuadrilla de doce hombres á caballo, cuyo jefe es un tal Pacheco, que en aquel dia quitó la correspondencia pública al conductor del correo que iba á aquella villa y que le dió de palos. El suceso, se añade, tuvo lugar en el puerto Gregorio, entre Villanueva del Rey y Espiel. Llamamos sobre este hecho la atencion de quien corresponda."

     Puede ser que no capitaneara una cuadrilla estable como tal y que ocasionalmente se aliase con otros dependiendo de la dificultad del asalto que pretendiera perpetrar, o que sí la tuviera y sin embargo le gustara hacer "trabajos" en solitario, en todo caso han trascendido los nombres de algunos de los que fueron compañeros suyos de fatigas, como fueron Francisco de Aire, Francisco Granados, José Nadales Villalón "Lancha" o Antonio González Pérez "Miguis". Este último fue abatido por la Guardia Civil en septiembre de 1867 cuando acudía a recoger 5.000 reales que había exigido, en nombre de Pacheco, a D. José Romero, dueño del cortijo del Aguaducho. También a la cuadrilla pertenecería su propio hermano, Pablo Tirado, al que se le presenta en ocasiones como su lugarteniente, como aparece reflejado en algunas noticias de prensa en las que se habla de "los hermanos Pacheco". En la prensa se especulaba con que el grupo tendría uno de sus escondrijos en una cueva de Posadas, en la que en noviembre de 1865 fueron encontrados dos hombres maniatados y con los ojos vendados, y por los que el bandido y sus compañeros habrían pedido rescate.

IMAGEN 4. Periódicos de la época.
     La fama del salteador seguía en aumento y, mientras en Córdoba y Écija se instruían procesos criminales contra él y se dictaban edictos exigiendo su entrega, periódicos de Sevilla, Madrid, Santander, Badajoz, Menorca, Pamplona, Gijón o Murcia seguían narrando sus andanzas, sin olvidarnos obviamente del Diario de Córdoba, principal soporte de las noticias que hablaban sobre Pacheco, y que además de alabar sus capacidades y destreza a la hora de escapar de las manos de la justicia, le dedicaba alguna que otra coplilla, al igual que hizo en alguna ocasión la revista madrileña Gil Blas, publicación satírica que también lo incluía como personaje de una de sus historietas:

     "[...] Don Lorenzo, además, se cree un hombre de pelo en pecho, y esta alta idea que tiene de su valor, motivaba su viaje; porque habiendo sabido que Pacheco, el célebre bandido andaluz, proyectaba dar un golpe de mano en un cortijo de Utrera, llamado de San Lorenzo, perteneciente á una hermana del valeroso enano, éste se puso inmediatamente en camino, esperando que su presencia en la posesion amenazada impusiera á los ladrones más que la Guardia civil [...]"

     Hoy en día es fácil acceder a imágenes de prácticamente cualquiera, pero en la segunda mitad del siglo XIX no era fácil conocer el aspecto físico de una persona a menos que la hubieses visto al menos en alguna ocasión, y esto dio lugar a que se le atribuyeran a Pacheco crímenes que no había cometido. El 14 de diciembre de 1865 , un hombre armado asesinó al hijo del Sr. Núñez en el cortijo de Fuente del Pez, en Peñaflor: tras preguntarle si era el hijo del dueño le disparó con una escopeta, marchándose después y contando lo que acababa de hacer a tres hombres con los que se cruzó, para que éstos le dijesen al padre del muchacho que había sido un aviso para que en adelante pagase el dinero que le exigía. Durante los siguientes días, periódicos madrileños, sevillanos y cordobeses le "colgaron" el asesinato a Pacheco, sin embargo el día 20 del mismo mes la Guardia Civil de Posadas capturó a  Francisco Granados, reconocido días más tarde por cuatro testigos, y que llevaba encima al parecer pertenencias del joven asesinado.
     En los siguientes años también se le dio por apresado en alguna ocasión y hasta se le confundió con otros bandidos. Además, aprovechando que la sola mención de su nombre hacía temblar a más de uno, surgieron una serie de imitadores que pretendían sacar provecho de tal circunstancia: en julio de 1868 se detuvo a un individuo de Fuente Palmera que había estado mandando anónimos firmados como Pacheco a ciertos vecinos de Posadas en los que les exigía dinero. Otro tanto sucedió un par de meses después en Adamuz con otro extorsionador que intentaba hacerse pasar por el famoso bandido, y que había amenazado al dueño de un cortijo de Bujalance con incendiar su propiedad si no le entregaba la cantidad de cuatro mil quinientos reales.
     Durante sus últimos años de fechorías, la presión ejercida por las fuerzas del orden iba en aumento, y la fama de la que seguramente se sentía orgulloso jugaba también en su contra. Cada vez era más conocido y resultaba más difícil pasar inadvertido. Muchas veces estuvo a punto de ser capturado, escapando milagrosamente al final, y en alguna ocasión resultó herido en sus enfrentamientos con la Guardia Civil. Puede que todo esto llevase a Pacheco a solicitar el indulto a la reina Isabel II en octubre de 1866, y a acudir un año más tarde a sus contactos influyentes en Córdoba y Sevilla para que intercediesen por él en busca del perdón real. No parecía, sin embargo, que se hubiese reformado ni que estuviese arrepentido, puesto que entre petición y petición continuaba con sus atracos. El indulto nunca llegó, aunque él lo intentaría una última vez.

IMAGEN 5. Palacio de los Duques de Hornachuelos, a la izquierda.
     La mañana del 21 de Septiembre de 1868, junto con sus compañeros de cuadrilla, Pacheco se dedicó a recorrer las calles de Córdoba montado en su yegua. La gente los seguía lanzando proclamas a favor de la República y al grito de: ¡Viva el general Pacheco! hasta que llegaron a la plaza de la Trinidad, donde se detuvieron ante la casa-palacio de José Ramón de Hoces y González, duque de Hornachuelos, que acababa de ser nombrado gobernador civil. Días antes se había producido el pronunciamiento liberal que terminaría acabando con Isabel II fuera de España y en Córdoba se preparaba la decisiva batalla de Alcolea, entre las fuerzas sublevadas y los leales a la reina. Pacheco creyó ver en esta situación la salida a sus problemas con la justicia y se ofreció a luchar junto a sus hombres en primera línea, claro está, a cambio del indulto, a través de una carta que entregó a los criados del duque para que se la hicieran llegar. El general sublevado Caballero de Rodas, que acababa de entrar en Córdoba y se alojaba en la casa del duque, pidió referencias a la Guardia Civil y a algunos campesinos sobre aquel personaje al que la muchedumbre vitoreaba y, tras conseguirlas, hizo que lo citasen para el día siguiente a la misma hora. Después dio orden de llamar al mejor tirador de entre los soldados que se encontraban en el cuartel de la Trinidad, encomendándole la misión de abatir a la persona que al día siguiente llegaría portando un sable con la empuñadura adornada con borlas rojas.

IMAGEN 6. Retaco atrabucado español de 1857.
     Al día siguiente Pacheco, que estaba convencido de que el indulto le sería concedido, volvió a aparecer por las calles de Córdoba armado hasta los dientes. Llevaba una escopeta, cuatro revólveres y dos retacos, además de los bolsillos llenos de municiones. Entre vítores y aclamaciones pasaba por la plaza de las Tendillas cuando se le acercó el Cojillo de la barca, un personaje bastante popular en Córdoba en esa época, y que le entregó  el  sable que iba a marcarlo como objetivo a abatir, con la excusa de que era un regalo para que lo llevase a la batalla en Alcolea. Cuando la comitiva llegó a la plaza de la Trinidad, un centinela disparó dos veces contra Pacheco, que cayó muerto en el acto. La muchedumbre que allí se agolpaba huyó en desbandada, atropellándose unos a otros; la mayoría corrió hacia el Campo de la Merced por la puerta de la Trinidad. Ante tal desconcierto las tropas del cuartel, que tenían órdenes de disparar contra los camaradas del bandido, decidieron no hacerlo para no provocar una masacre entre la población. Parece ser que la jaca que montaba Pacheco, que huyó despavorida tras los disparos, era propiedad del torero Bocanegra y, aunque regresó a la vivienda de su propietario, acabó siendo requisada para acabar tirando del carro del servicio de recogida de basuras.

IMAGEN 7. Vista aérea de la Plaza de la Trinidad y del Cuartel.
  Días después comenzaron a circular ciertos rumores: al parecer su hermano Pablo había jurado tomar venganza, e incluso llevarse consigo el cadáver del bandido, además de ir soltando brabuconadas acerca de lo que tenía pensado hacerles a los miembros de la Guardia Civil. No le fue posible llevar a término ninguna de estas fanfarronadas y, después de un año de haber continuado con el "negocio familiar", cayó abatido en un tiroteo con la benemérita gracias a la traición de otro ladrón que ya había sido indultado, Mateo Fernández, quien tuvo la mala suerte de morir también en el tiroteo. Ambos cadáveres fueron trasladados al Hospital de Agudos el 27 de diciembre de 1869.

     Pacheco estaba muerto, pero no así su leyenda, que fue agrandándose y adornándose hasta transformar a José Tirado en un bandolero romántico, una especie de Robin Hood andaluz que robaba a los ricos para repartir entre los pobres, o convertirlo en un personaje de vital importancia en el levantamiento de 1868. Incluso algún individuo quiso mantener vivo el nombre de este bandolero, como es el caso de otro vecino de Écija, Juan Zayas Cano "El Chingue", que se hacía llamar "el tercer Pacheco". No le duró mucho el mote pues en marzo de 1872 resultó muerto en un enfrentamiento con la Guardia Civil cerca de Almodóvar del Río.

IMAGEN 8. Artículo de la revista Crónica.
     De igual manera que se había hablado y escrito de él en vida, se continuó tras su muerte. Como ya dije al principio de esta entrada, Pio Baroja lo convirtió en uno de los personajes de La Feria de los Discretos en 1905. Gracias a esta obra habría sabido Federico García Lorca de la existencia de Pacheco y le habría dedicado, según afirmaba el poeta Pablo García Baena, la Canción del Jinete en 1927. El periodista cordobés Ricardo de Montis le dedicó uno de los artículos que forman sus famosas Notas Cordobesas en 1919. Otro artículo sobre Pacheco apareció en la revista Crónica el 29 de julio de 1934 firmado por Julio Romano, en él aparecían reproducidas las armas y una fotografía retocada del bandido. Para finalizar, he de hablar del más famoso de los pintores que ha dado Córdoba: Julio Romero de Torres. Parece que no hay duda de la tremenda admiración que sentía por la figura de Pacheco, y quiso demostrarlo llamando de igual manera a su galgo negro, al que incluyó en muchas de sus obras pictóricas y con el que, de alguna manera, perpetuaba el recuerdo del célebre bandido, aunque al parecer el nombre de su perro pudiera también hacer referencia al sevillano Francisco Pacheco, maestro del pintor Diego Velázquez. Poseía, además, una pistola y un puñal que habían pertenecido a Pacheco, y una fotografía del mismo realizada por el fotógrafo cordobés José García Córdoba, probablemente en su estudio de la calle del Silencio, la actual Conde de Torres Cabrera. Estos objetos seguramente se encontraban en el estudio de Julio Romero en Córdoba, junto con las demás antigüedades que atesoraba, y fueron trasladados después al que el pintor montó en Madrid, para adornar una de las paredes del mismo.


IMAGEN 9. Estudio de Julio Romero de Torres en Madrid.



     Esta es, con los errores e inexactitudes que haya podido cometer, la historia de este singular bandido. ¿Bandolero romántico? ¿Ladrón y asesino? A medida que pasa el tiempo más lo primero que lo segundo y, como se puede ver, seguimos hablando y escribiendo sobre Pacheco.


Rafael Expósito Ruiz.




AGRADECIMIENTOS
     El hecho de que haya podido incluir en esta entrada las fotografías de José Tirado "Pacheco" y del estudio de Julio Romero de Torres en Madrid, en las que aparecen tanto la fotografía citada como las armas que pertenecieron al bandido, se debe  a la inestimable ayuda que desde el Archivo Histórico Provincial de Córdoba he recibido por parte de Ana Chacón y M.ª del Mar Ibáñez, así como de su directora Alicia Córdoba.





DOCUMENTACIÓN
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, 1865-1872.
La Feria de los discretos, 1905. Pío Baroja.
Notas Cordobesas, 1919. Ricardo de Montis.
Lagartijo, Bocanegra, Pacheco... Francisco Bravo Antibón, escaleradelexito.com.
El picador "Matacan", "Bocanegra" y el bandido "Pacheco". Rafael Sánchez González, plazadelalagunilla.blogspot.com.

IMÁGENES
Imágenes 1, 3 y 9: Fotografías custodiadas en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba.
Imágenes 2 y 5: Fotografías del Archivo Municipal de Córdoba.
Imagen 4: Montaje realizado a partir de cabeceras de periódicos de época, extraidos de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
Imagen 6: Catawiki.es.
Imagen 7: Google Maps.
Imagen 8: Artículo aparecido en el número 245 de la revista Crónica, 29-07-1934. Biblioteca Digital Hispánica.

2 comentarios:

  1. Cuando estos personajes pasan al terreno de la leyenda es dificil precisar lo que es verdad o es mentira. Hace unos días me habló un autor sobre un trabajo que estaba realizando sobre el bandolerismo, tema que es el central de sus trabajos, y me contó que se ha encontrado con muchas pruebas de que no es así. Es cierto que a lo mejor el Estado tenía interés en ello, ya que seguramente algunos tenían cariz político, caso de la propaganda en la guerra civil de llamarles bandoleros a lo guerrilleros para desmerecer su sentido. Pero así son las cosas. Enhorabuena por el trabajo por las dificultades que se encuentran para encontrar datos. Un abrazo

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    1. Muchas gracias Paco. En casos como este, en que me ha basado casi al cien por cien en la información que aparecía en la prensa, lo difícil es interpretar los datos. No siempre lo que uno encuentra escrito tiene por qué ajustarse a la realidad y a veces puede que realmente estés leyendo la interpretación subjetiva que el redactor de turno estuviera haciendo de esa realidad. También es cierto que aquí en España somos muy dados a rodear de "leyenda negra" todo aquello que no nos gusta o no nos intereresa que les guste a los demás. Leyenda negra, propaganda, fake news, todo sigue igual. Un abrazo.

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